Suma y sigue. La operación policial de la Unidad de Droga y de Crimen Organizado (Udyco) de Huelva contra los responsables del robo de casi una tonelada de hachís de la Aduana onubense ha dado nuevos frutos. En la lluviosa jornada del miércoles, los investigadores pusieron el foco en varias localidades de la provincia de Huelva, emplazamientos en los que detuvieron a otros cinco hombres por su relación con el asalto al edificio de la Agencia Tributaria la pasada Nochevieja.

Dos de los arrestados fueron apresados en Gibraleón, sin que haya trascendido el nombre de los pueblos en los que los agentes del operativo capturaron a los otros tres individuos. Los cinco, todos hombres y naturales de la provincia de Huelva, pasarán en la jornada de hoy a disposición del titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la capital. Han pasado dos jornadas en los calabozos de la comisaría de Paseo de Las Palmeras, donde han sido interrogados sobre su relación con los implicados directos en el robo de estupefacientes. Al menos uno de ellos se negó a responder las preguntas de los funcionarios en sede policial.

Al quinteto detenido el miércoles los investigadores lo sitúan, inicialmente, como colaborador de los 10 encapuchados que intervinieron directamente en el saqueo del almacén de la Aduana. Por este motivo, las fuentes consultadas subrayan que es posible que buena parte de esta última remesa de arrestados salga mañana en libertad (puede que con cargos) del Palacio de Justicia, a excepción de uno de ellos, cuyo grado de implicación en los hechos parece ser superior al del resto.

En total, ya son 13 las personas que han sido arrestadas en el marco de esta macroperación policial. Uno de ellos es el guardia de seguridad privada de la Aduana, quien fue enviado por el juez al penal onubense acusado de robo con fuerza, un delito contra la salud pública y un tercero continuado de hurto, puesto que tanto el magistrado del Instrucción 5 como la Policía consideran que se pudo haber llevado pequeñas cantidades de estupefacientes en repetidas ocasiones que él mismo custodiaba.

Se sospecha que facilitó el trabajo a los atracadores, quienes cinco minutos desvalijaron el almacén del inmueble durante las campanadas de fin de año. Los cacos accedieron al edificio por la puerta trasera y tuvieron la precaución de ocultar sus rostros, aunque las cámaras de seguridad grabaron todos sus movimientos.