Andalucía

El murmullo que se convirtió en noticia invade San Telmo

  • Cinco minutos dura el acto; el rumor se confirma y el guión revienta; la presidenta desaparece y los consejeros despistados son atropellados.

Un gran murmullo recorrió la sala. Habían transcurrido cinco minutos de acto cuando La Noticia cambió de bando. Fue como si un gran "oh" se extendiera como una cortina de agua sobre las cabezas de los asistentes, desde todos los ángulos del Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo. Los periodistas se buscaron con la mirada y La Noticia que saltó en las redes se confirmó en un par de minutos. Era cierto; lo había hecho.

En ese momento, ajenos al revuelo, los consejeros de la Junta para el nuevo tiempo tomaban posesión de sus cargos. Pero el viejo tiempo no iba a concederles un relevo pacífico. Las nuevas caras continuaban disfrutando del momento desacostumbrados a tanto boato y los que repiten mandato intuyeron que algo iba mal. Porque el murmullo había llegado a las primeras filas.

Los asistentes, en su mayoría cuadros de la Junta, preguntaban a los periodistas y propagaban La Noticia. Los nuevos titulares no habían terminado las promesas y la gran mayoría de la sala conocía de primera mano lo que pasaba, salvo los protagonistas. Cuentan que a Susana Díaz, recién llegada del estreno del curso escolar en Córdoba, comenzó a sonarle el móvil. Este extremo no pudo ser confirmado. Sus asesores se la llevaron en volandas. Algo tuvo que sospechar que había pasado cuando a la salida de la sala para encaminarse a la fotografía oficial junto al resto del Gobierno (Su Gobierno, elegido un día antes) los periodistas se agolpaban en la puerta con inusitada fiereza. Alguien de su equipo tuvo que advertirla. La fotografía oficial duró un suspiro y, luego, a correr.

Dijeron los asesores de Díaz que no estaba previsto que se quedara. No habrá cuerpo a cuerpo con la prensa, tampoco es novedad: la nueva presidenta no se caracteriza por un trato habitual con el común de los periodistas. Unas horas antes se había acercado a un grupo de padres en el centro escolar para transmitirle esa "cercanía", ese trabajo a "pie de calle" que ha exigido a los miembros del Gobierno.

Así que, desaparecida Díaz, los periodistas buscaron otra presa. Y entre el tumulto quedó rezagado Emilio de Llera, que minutos antes caminaba con soltura hacia su segunda toma de posesión. Es el único que no se había movido de sitio. Pero el hombre que no presentaba novedades se convirtió en protagonista. El fiscal en excedencia se vio atropellado de repente por una marabunta de cámaras. Era imposible que mantuviera los pies firmes en el suelo. La marabunta le empujaba. Trató de escabullirse, pero no había salida. Y mientras tropezaba, hablaba.

Se ha caracterizado De Llera por no morderse la lengua al hablar de su ex compañera en los juzgados de Sevilla Mercedes Alaya. A las pocas semanas de su estreno dijo de ella que "trabaja mucho y encima sigue guapa". De Llera va corrigiéndose en el lenguaje políticamente correcto, pero acorralado como estaba podía pasar cualquier cosa. De Llera aseguró que no tenía conocimiento de que Alaya hubiera dictado ningún auto. "¿De verdad lo ha sacado hoy?", preguntó a los periodistas que le repreguntaban para, a continuación, sugerir con intención si era "otra casualidad", porque le parecía "increíble" el día elegido. Los restantes miembros del Gobierno le copiaron el argumentario.

De Llera logró zafarse del pelotón de cámaras que seguían llegando (la hora de los informativos nacionales apretaba) y el tumulto fue a parar como una bola teledirigida hacia otro de los protagonistas que por allí rondaba, el vicepresidente Diego Valderas. Éste, en plena vorágine, echó la pelota fuera. "La Justicia a su trabajo y el Gobierno a gobernar", dijo sin mayor crítica hacia uno de los imputados, José Antonio Griñán (ausente ayer), hasta el sábado compañero de mesa en el Consejo de Gobierno y ahora amenazado de imputación, como Chaves y otros cinco ex consejeros.

De ellos, tres se encontraban en la sala sin adivinar lo que iba a ocurrir. Al ex consejero de Empleo Manuel Recio se le vio antes, pero no después. Aguayo y Ávila aguantaron estoicos, pero fuera del tiro de cámara, hasta que la nube de periodistas se dispersó. Los elementos sueltos que los alcanzaron se encontraron con idéntica respuesta: sin declaraciones. Era previsible, e incluso comprensible: La Noticia que nació en un murmullo se había engendrado apenas unos minutos antes.

Aguayo y Ávila habían entrado juntos en la sala por orden protocolario junto a la ex consejera de Educación, Mar Moreno, a quien IU echará de menos. En el salón de los Espejos esperaban desde hacía rato otras autoridades (la Mesa del Parlamento) y los tres entraron compungidos, en especial, Moreno. El acto comenzaba con 20 minutos de retraso por la llegada tardía de la presidenta. Tras el paseíllo de los ex consejeros, bajaron de los despachos (en bloque, pero por separado) los consejeros del nuevo Gobierno, encabezados por el equipo económico: José Sánchez Maldonado, Pepín para los conocidos, y María Jesús Montero, nueva consejera de Hacienda. Les siguieron los demás casi de corrido, salvo De Llera, tras ellos, Máximo Díaz Cano, y para concluir, el presidente del Parlamento, Manuel Gracia, junto a Susana Díaz.

Eso fue cinco minutos antes de que La Noticia irrumpiera por el lado más inesperado, porque entonces los periodistas chismorreaban sobre la gracia de tener un Bárcenas en el Gobierno (Emilio de Llera Suárez-Bárcena), los conjuntos elegidos por las consejeras (debate atávico) y otras irrelevancias.

Hasta entonces las libretas apuntaban con hastío, de un lado, las promesas y, de otro lado, los juramentos, una aburrida tarea propia de este tipo de actos que dejó de tener sentido (si alguna vez lo tuvo), cuando el murmullo que en un par de minutos se convirtió en La Noticia entró en la sala dispuesto a golpear como un tsunami el estreno del nuevo Gobierno de la presidenta Susana Díaz.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios