Andalucía

Un moderno Javier de Burgos

  • Encabezó el sector regionalista en UCD con Meilán en Galicia, Pérez Crespo en Murcia, Olarte en Canarias

Un moderno Javier de Burgos

Un moderno Javier de Burgos

Para lo bueno y lo malo a Clavero le catalogaron como el padre del café para todos. Su filosofía era que nadie fuese menos que otros, aunque en el dibujo final de la España autonómica hubo otros autores. Tuvo menos potestad que otro andaluz, Javier de Burgos, cuando hizo el diseño provincial en 1833.En todo caso, Clavero modificó los planes del presidente. Adolfo Suárez había formado en julio de 1976 su primer gobierno con los ministros militares de Arias Navarro y un grupo de jóvenes de adscripción católica. Tras el éxito del referéndum para la Reforma Política de diciembre del 76, acumuló un capital político que quiso traducir en un partido. La oposición democrática pidió la abstención pero votó el 77% del censo y salió aprobado con un 94% de síes.

Gregorio Morán, en su libro Adolfo Suárez, historia de una ambición, cuenta que "en el magma de UCD había un surtido de botica". Azules como Suárez procedentes de la Falange, liberales, democristianos, los socialdemócratas de Fernández Ordóñez, el Partido Popular de Pío Cabanillas…

También había regionalistas que reclamarían una división territorial equilibrada en España. Encabezados por el Partido Social Liberal Andaluz de Clavero, estaban el Partido Gallego Independiente del opusdeísta Meilán Gil, los de Murcia acaudillados por Pérez Crespo, los canarios de Olarte y los extremeños de Sánchez de León.

En 1977 Suárez le dio más rango a su segundo gobierno, tras las primeras elecciones democráticas. Incorporó catedráticos como Clavero, que había sido profesor suyo en Salamanca. Para un hombre poco culto como el presidente, el profesor Clavero, catedrático a los 26 años, debió ser una figura muy influyente. Pero Clavero entró en el Ejecutivo casi como un ministro sin cartera. El diseño político y administrativo regional llegaría con la Constitución.

Es más, en marzo del 77, tres meses antes de las elecciones, Otero Novas, entonces subsecretario general técnico de la Presidencia, preparó con un grupo de técnicos un borrador de Constitución que pretendía ser la guía para UCD si ganaba las elecciones. Según ha contado en sus memorias el propio Otero Novas, en su plan de Constitución había tres estatutos especiales de corte federativo para Cataluña, País Vasco y Galicia, y una amplia desconcentración administrativa para una docena de regiones sin parlamento. Esa idea nunca se llevó a cabo, por los intereses regionales que hubo en la fundación de UCD y por la personalidad del ministro adjunto para las Regiones. Clavero rompió el esquema y más tarde a la propia UCD por la cuestión de Andalucía, cuando Suárez se echó atrás en el referéndum autonómico de febrero del 80 y pidió la abstención.

Tras la victoria de la UCD con 165 diputados en las elecciones de junio de 1977, seguida por el PSOE con 118, Suárez no quiso o no pudo mantener el borrador de Otero. Había que consensuar la Constitución con los socialistas y Andalucía, la regió más poblada de España, con 61 de los 350 diputados del Congreso, iba a ser decisiva.

Clavero lideraba un partido regionalista de centro derecha, receloso del hegemonismo catalán. Y en el centro izquierda estaba un pequeño partido muy dinámico, el PSA de Alejandro Rojas Marcos, que empujaba hacia una autonomía plena a todo el arco político. La Constitución finalmente adoptó una fórmula más equitativa, con tres comunidades históricas y catorce con capacidad legislativa pero otro ritmo para llegar al autogobierno. Y dejaba un resquicio abierto para que cualquier región pudiese acceder a las competencias de las históricas. Era difícil: el artículo 151 era muy leonino.

Para equipararse a Cataluña, País Vasco y Galicia, hacía falta que la iniciativa del proceso autonómico la acordasen todas las diputaciones, tres cuartas partes de los municipios de cada provincia, que representaran la mayoría del censo electoral en cada una de ellas, y ser ratificado en referéndum por una mayoría del censo en todas las provincias.

Y Andalucía se lanzó en tromba a colarse por el ojo de esa aguja, propulsada por un motor político en el que nadie quiso quedarse atrás: una UCD de marcado acento andaluz con Clavero, un PSA regionalista que competía con el PSOE, un núcleo dirigente socialista de origen andaluz, y un PCE que enseguida creó IU-CA. La potente irrupción de Escuredo como presidente preautonómico en 1979 completó el cuadro autonomista.

UCD temerosa de que cundiese el ejemplo andaluz pidió la abstención el 28 de febrero de 1980. Clavero dimitió de ministro y pidió el sí. Aquel fue el principio del fin de UCD. Un año después vino el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, que trajo la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico, un pacto de UCD y PSOE en julio de 1982. Se pretendía una igualación por abajo que enmendaba la filosofía de Clavero.

Pero el Tribunal Constitucional derogó catorce de los 38 artículos de la ley armonizadora, sentando las bases de una igualación por arriba. Había nacido el café para todos, con Clavero convertido en un moderno Javier de Burgos. Artur Mas se lo reprochó al profesor Clavero el 24 mayo de 2006 en una inelegante intervención en Sevilla, preludio de otros desatinos.

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