Cinco llagas

Una mañana evangélica

  • El arcángel Gabriel. El coordinador de IU hizo una forzada comparación de la presentación de la candidatura de Díaz con la Anunciación e insinuó que puede perder las primarias del PSOE.

La presidenta Susana Díaz, durante la sesión de control de ayer.

La presidenta Susana Díaz, durante la sesión de control de ayer. / JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE

El Evangelio volvió ayer a la desacralizada capilla de las Cinco Llagas. Maíllo realizó una forzada comparación del anuncio que Susana Díaz hará el día 26 de su candidatura a la secretaría general del PSOE, con la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen María. Y ya que estaba, el jefe de IU recordó el pasado catequista de la presidenta. Cada quince días los jefes políticos de Andalucía se regañan en lo que llaman una capilla, pero en realidad se trata de una espléndida iglesia renacentista de cruz latina, que tenía cuatro capillas laterales. La presidenta contestó visiblemente molesta por la alusión a sus creencias y, en defensa de su libertad personal, le soltó un rejón a su oponente, citó los centros de reeducación contra los disidentes comunistas.

Maldad aparte, la cita de Maíllo encajaba con el escenario y el género. No en balde la oratoria política española, que se inicia con las Cortes de Cádiz, es en gran manera heredera del púlpito. Blanco White en su autobiografía habla de sermones en los que el predicador está más preocupado de lucir su elocuencia que de la conversión de los pecadores. Algo así le pasó ayer al coordinador regional de IU, que se perdió en el adorno para concluir que la líder socialista "puede acabar como un ángel caído". (Remate malicioso: para el cristianismo un ángel caído es un demonio).

La pregunta del portavoz de IU se refería, en realidad, a los recursos para la economía social. Guerra de cifras. Lo que para Maíllo era una reducción del 8%, para Díaz había sido un aumento del 13%. Él aprovechó para echar en falta banca pública, ley de emprendimiento o ley de corporativas. Ella se defendió; su gobierno legisla, planifica e invierte. Y repitió una muletilla que utiliza siempre, evocar que fueron pareja de coalición: "Usted lo sabe muy bien de cuando estuvo conmigo en el Gobierno". Es como mentar la soga en casa del ahorcado.

Maíllo jugó desde el principio con un recurso retórico que apuntaba el final: "Usted siempre hace el anuncio del anuncio". Venía a cuento de que el domingo pasado anunció que el 26 anunciará su participación en las primarias socialistas. Para el coordinador de IU es el anuncio de que se quiere ir de Andalucía, pero no tiene garantizada la victoria: "Vaya a ser que queriendo parecerse a San Gabriel, acabe siendo un ángel caído". Susana no se limitó a defender sus creencias, añadió que él está ahora preocupado con asaltar los cielos con su nuevo profeta [Iglesias]. Argumentos que nos devolvieron al Evangelio.

Hay otro género mucho más reciente que ha influido en la estética de los discursos políticos, que es la narración futbolística. Los cronistas de los partidos aceleran el ritmo y elevan la voz para transmitir emoción. Ante el peligro de gol, el discurso se dispara; influencia de la escuela latinoamericana, fuente de inspiración en la que Podemos ha bebido mucho. Alguno de los seguidores de Iglesias, como Teresa Rodríguez, hablan muy de corrido. Con su velocidad de crucero habitual, Rodríguez se interesó ayer por la temporalidad, la parcialidad y los bajos salarios de las mujeres que trabajan para la Administración andaluza en los sectores más precarios. Echa de menos la jefa de Podemos cláusulas sociales prometidas y -según ella- no utilizadas. Y criticó que no las apliquen empresas importantes que contratan con la Junta. La presidenta respondió que todos los contratos que se están sacando a concurso contemplan cláusulas sociales. Teresa habló de enredos como puntos de cruz y Susana le dijo que mentía a determinados colectivos sociales. O sea, que faltaba al octavo mandamiento.

Este debate entre los jefes políticos de Andalucía tiene grandes dosis de sobreactuación. Salvo Juan Marín, de Ciudadanos, que interpreta el papel del hombre tranquilo. Siempre tiene una queja relajada. Ayer era que el reglamento no permite hacer preguntas de actualidad en el último momento. Díaz le contestó de muy buen tono y cierto desdén que eso no era cosa suya, sino del Parlamento. La pregunta del jefe de Ciudadanos fue sobre el Corredor Mediterráneo. Lo que dio pie a la presidenta para reprochar al PP su falta de sensibilidad por no haber invertido en cinco años ni un euro en la línea Algeciras-Bobadilla. Añadió algo muy importante: que Algeciras sea el kilómetro cero de este corredor. Caso contrario puertos competidores como Barcelona, Valencia o Cartagena le harían una competencia fatal durante años al primer puerto de España.

Moreno, el jefe del PP en Andalucía, abordó el debate con el impuesto de sucesiones como principal arma; una guerra de desgaste que aparentemente ha ganado el PP ante la opinión pública. Utilizó algunas palabras gruesas: consideró indigno e insólito que la Junta quiera devolver al Gobierno central este impuesto a cambio de un montante determinado. Lo calificó de dejación de responsabilidades. Le dijo que estaba sobrepasada, superada por los problemas y los acontecimientos. Y que ahora dice que va a trabajar el doble [si es secretaria del PSOE y presidenta de la Junta], pero que el doble de nada, es nada.

Juanma había sacado el artículo 178 en su alegato. Susana le devolvió un parrafito del final del primer punto: la eventual supresión o modificación de alguno de los tributos cedidos, supondrá la extinción o modificación de la cesión. Moreno se había pitorreado del simulador que ha sacado la Junta: "el disimulador, patético!". Y Díaz sentenció que no estaba dispuesta a que el 98% de los andaluces paguen la bonificación de este impuesto a los ricos. Ambos presumieron de defender el espíritu del 28 de febrero. Hablaron de autonomía fiscal e igualdad. Pero ninguno dijo palabra sobre los privilegios fiscales que tienen vascos y navarros.

Algo cambió ayer en el discurso de Moreno. Por primera vez en meses no bajó a la presidenta de ningún pedestal, de ningún escalón, ni de ninguna nube. Ha cambiado de eje: ahora le pide que se centre.

El portavoz del PSOE intervino para plantear un tema nacional. La necesidad de un pacto de Estado contra la violencia de género. Asunto de indudable trascendencia que nada tiene que ver con el control al Gobierno de la Junta. (Y sí con la proyección pública de Díaz en el ámbito nacional). La presidenta dijo que habría que hacer ese pacto en cuatro meses. Los portavoces del PSOE en realidad no le preguntan a su jefa. Más bien le rezan.

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