pesca | Los beneficios del protocolo con marruecos siguen estancados

La faena de pescar en incertidumbre

  • La intensidad de los enfrentamientos entre gaditanos y magrebíes, a espera de solución a través de las autoridades Un armador avanza acercamientos extraoficiales entre las partes

El puerto de Barbate sobrevivía a una errática mañana más del entrante otoño entre ventiscas de arena y vientos huracanados de levante, su ausencia veraniega le hizo volver con más vehemencia. Caminar entre las virulentas ráfagas no era fácil, trabajar en esas condiciones menos, por eso lo del panorama desértico. Los barcos que faenan habitualmente, ya sea en España o en Marruecos, permanecían absortos y flotantes en el agua como espectros, como presas del abandono.

En unas tímidas y recónditas habitaciones, algunos armadores robaban los segundos reclamados al tiempo perdido. Con la cabeza agachada y centrados en las artes, no cedían un momento para dejar de hacer las artes. No era ésa una mañana que iba a quedar para la retina de los marineros, la semana tocaba a su fin y la mente no paraba de reflexionar lo que dieron de sí los últimos compases de septiembre y el inicio de octubre. Las licencias del nuevo trimestre se demoraban, los conflictos en la mar, la pesca que no daba para final de mes, los gastos superando a los ingresos, la cabeza sin levantar... En resumen, un pescador de la flota gaditana con licencia pareciera que tuviera que esperar la alineación de los planetas para faenar sin peros y encontrar los beneficios buscados.

El armador del Raquel y Sheila, Luis Beltrán, sabe mucho de echarse a la mar, su vida es un testimonio íntegro de la mar. El veterano marinero tiraba de su palangre, ponía a punto las artes, con severidad y contrariedad. Sus primeras palabras fueron directas al enfrentamiento del pasado lunes. "A mi niño le dije que ni se acercara a un barco marroquí", dijo Luis ante el cariz violento de los acontecimientos en la mar.

La delimitación marítima de esa zona del Estrecho, donde asegura haber pescado toda la vida, está a debate ahora y no se ha clarificado si donde se produjeron los enfrentamientos era territorio nacional o marroquí. "En los GPS se ve la posición exacta. Los GPS no fallan ni un milímetro, nos sabemos de memoria las coordenadas porque llevamos calando siempre en el mismo sitio desde hace 20 años", aseguró Luis. Según relatan varios testigos de los hechos, una lancha de la Guardia Civil hizo un ademán de intervenir en las disputas y embarcó en la nave de los agresores marroquíes con la intención de llevarlos a puerto español. "Hablamos con la Guardia al otro día y nos dijo que la intención era traer a los marroquíes a Barbate pero las autoridades españolas les dijeron que ni tocarlos", reconoció.

Una vez superado el trance del recuerdo de aquel suceso en el que volaron piedras, palos y cócteles molotov, Luis volvía a endurecer su rostro al hablar de las licencias. Unas licencias para el nuevo trimestre que en la mañana del pasado jueves aún no habían llegado pero que horas después el subdelegado del Gobierno en Cádiz, Javier de Torre, anunciaba su emisión.

Aunque apenas habían pasado días desde el inicio de octubre y aunque el levante impedía faenar, los armadores mostraban síntomas de cansancio por abonar dinero de los permisos y que estos lleguen con días del mes ya cumplidos. "Pagamos el 24 de julio y no hemos pescado ni un día, me costó la mía 1.000 euros. Ahora me dicen que tenía que pagar por este mes 460 euros y aún no hemos pescado", dijo en referencia a las dificultades encontradas desde que se diera validez al protocolo de la Unión Europea con Marruecos, aprobado en diciembre de 2013 por el Parlamento Europeo.

Más allá del suministro de gasoil, en pensativa calma se encontraba Domingo Pacheco, armador del Chipiona I, en su sala de trabajo ultimando las ruedas de palangre, para que cuando el viento y los incidentes lo permitan pueda faenar sin complejos. Domingo y Manuel, ambos hermanos, regentan una empresa que cuenta con dos palangreros. Entre el Chipiona I y el Sirena, el pago de las licencias de octubre ha tenido un costo de 400 euros por embarcación.

Entre risas de incredulidad, Domingo filtraba su escepticismo hacia la política como eje negociador entre marroquíes y gaditanos. El barbateño adelantó que los verdaderos implicados, quienes sudan a diario, mantienen unas conversaciones avanzadas para llegar a un pacto extraoficial que ponga fin a las hostilidades. "Estamos cerca de llegar a un acuerdo, pero nada de política sino hablando entre nosotros. Cuando llegamos al caladero en 2007 estábamos fenómenos, nos llevábamos como hermanos", recordó Domingo. Él lo tiene claro, estos hechos son un desencadenante del agotamiento del banco de Majuán. "Ellos defienden el caladero con uñas y dientes. Han hecho un acuerdo sin contar con el acuerdo de los profesionales que están en esa zona". El lugar de pesca, según entiende, está perdiendo toda su capacidad para acoger a tantas embarcaciones captando víveres al mismo tiempo. "El caladero es muy pequeño, no es como antaño, la pesca se ha reducido", arguye. "Los barcos que hay ahora no comen como antes. Todos los que íbamos teníamos para comer. Hoy con 18 barcos ni comen ellos ni nosotros", explicó.

La seguridad ronda la mente de estos pescadores que no ven el día en que la tranquilidad se instale. "La próxima vez que salgamos vendrá una lancha a buscarnos, a custodiarnos, a ver si es verdad. Porque ya le han cortado los chismes a muchos barcos españoles", comentó, con frustración, Luis Beltrán.

Mientras, como salida al contencioso, Domingo maneja concretar con la flota marroquí un reparto del caladero. Una manera de distribuir los días de la semana para evitar las aglomeraciones. "Hay que llegar a un consenso. Es la mejor opción tanto para ellos como para nosotros. El caladero no está para que pesquen tantos barcos. Yo no voy a ir desde luego, para pescar con tantos y apenas llevarme nada. Prefiero ir a otro lado, quedarme en aguas nacionales o irme a 26 millas", manifestó Domingo. Uno de los primeros en conseguir el controvertido permiso aclaró que en Marruecos existen más bancos al oeste que pueden sustituir al Majuán pero esto supondría más gastos de desplazamiento.

La pregunta es si en Barbate no está la economía para perdonar un euro -el cartel del bar portuario lo deja patente: No se fía- cómo se siguen abonando las licencias por encima de toda eventualidad y obviando la incertidumbre. La respuesta está en que aunque este inicio no sea alentador, son mayores las ventajas de ir al país vecino. De esta manera, tienen acceso a captar especies a ambos lados de esa zona fronteriza donde operan desde hace décadas.

"Dependemos de la pesca, la política no nos da nada", sentencia Domingo. Y así mientras Barbate permanece inmóvil pensando en fin de mes, otros aguardan una fotografía de un acuerdo mal entrado en vigor.

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