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Andalucía

15 días sin aliento

  • Dos semanas difíciles marcadas por la impaciencia de los vecinos y la prudencia de los investigadores

Pintaba muy mal desde el principio. Desde que el miércoles 19 de enero, a las 23:00, Carmen Villegas dio la voz de alerta por la falta de su hija de 13 años, María Esther, que no había vuelto a casa. Afable y confiada, nada hacía pensar que la menor permaneciera ausente del hogar salvo por una tragedia que se confirmó 24 horas después. Tras una exhaustiva jornada de búsqueda, un bombero vio por la rendija de la puerta a la niña recostada sobre una pared en la caseta de la depuradora de una piscina, en una de las salidas del pueblo, a escasos 200 metros del centro.

Fue la segunda noche de sufrimiento en Arriate, una localidad de poco más de 4.000 habitantes, tranquila y ubicada en la Serranía de Ronda. La espera de los expertos de la Policía Judicial de la Guardia Civil que tenían que llegar desde Málaga se hizo insoportable. Pero había que preservar todos los rastros y las numerosas huellas que el autor de la fechoría dejó en la caseta y que al final han llevado a la primera detención. Hacía tiempo que se había ido la luz del sol cuando bajo un espectacular globo de luz que iluminaba el lugar se confirmó lo que todos temían.

El viernes 21 se vivió la tercera noche difícil. Después de un Pleno extraordinario municipal, una concentración en la plaza expresó el apoyo a los padres, que no tuvieron fuerzas para acudir, y la repulsa ante el hecho violento. El abuelo de María Esther y sus tías recibieron el aplauso y las condolencias.

Y llegaron más noches complicadas porque la prudencia y detalle que exigen las investigaciones no aportaban los resultados que el pueblo demandaba con impaciencia. Ya no se dejaba salir a los menores por la noche. Incluso algunos dejaron de acudir a clase, aun a plena luz del día. Aunque seguramente fue la del martes pasado la peor noche para Juan Isidoro Jiménez y Carmen Villegas. A las 22:30, según aclaró la madre, había nacido la niña hace 14 años. Esta vez no hubo fiesta sino velatorio junto a la caseta, otra vez. Un sencillo acto de recuerdo.

Entremedias queda un ayuntamiento convertido en sala de interrogatorios por donde fueron pasando más de medio centenar de vecinos y posibles testigos a los que los agentes exprimían en busca de algún detalle que llevase a la pista definitiva. Una treintena de especialistas de la Guardia Civil han trabajado en Arriate. Algunos con experiencia en casos como el de Ana Isabel Lorente o Rocío Wanninkhof. Ahora buscan cerrar el caso.

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