Andalucía

El día a día de Pedro Pacheco mientras espera su indulto

  • El 'asesino del asador' de El Puerto y Casto, el inspector médico de la operación Karlos, compañeros del ex alcalde en el módulo de respeto

Pedro Pacheco afronta su tercera semana de reclusión en Puerto 3 esperando que el indulto solicitado recientemente al Ministerio de Justicia surta el efecto deseado. El ex alcalde fue detenido el pasado viernes 24 de octubre en la puerta de su domicilio. Un veterano funcionario de prisiones, de los que trabajó en Jerez cuando la cárcel estaba en la rotonda de La Asunción, asegura que acostumbrarse a estar en prisión "no es fácil, todo depende del ánimo, de la disposición y de que cuanto antes te hagas a la idea de la que va a ser tu nueva vida". Es lo que en el argot administrativo, omnipresente por cierto en la administración penitenciaria, se conoce con el palabro "prisionalización".

Pacheco sigue acompañado de otro recluso dentro del plan que se traza desde Instituciones Penitenciarias para evitar suicidios. El joven que le acompaña, según pudo saber este medio, es un chaval de San Fernando, de nombre Fernando, que está condenado por tráfico de drogas. Aunque es muy habitual que dos reclusos compartan celda, "lo más probable es que, una vez se considere que se ha adaptado a prisión, se opte por que disponga de una unipersonal".

Pacheco, ingresado en el módulo 12, también denominado como módulo de respeto, se ubica con otros conocidos reclusos. Entre ellos, quizás el que más llame la atención (dicho sea desde un punto de vista mediático) sea Francisco Casto, el médico de la Inspección que hacía la vista gorda en la operación Karlos, aquella famosa trama que conseguía pensiones a diestro y siniestro para clientes ilustres y no tan ilustres. Entre ellos, recuérdese, estuvo María José Campanario, esposa del ex matador de toros Jesulín de Ubrique. Francisco Casto no entró en "el 12" directamente, previamente pasó por otros módulos menos agradables.

En el módulo de respeto hay de todo. Desde gente que delinque por primera vez y no tiene un perfil conflictivo, hasta personas que tras cumplir pena en otros módulos menos cómodos se han ganado a pulso entrar en el de respeto. Hay desde condenados por delitos de sangre a jóvenes que acaban encarcelados porque no hicieron frente a una multa de tráfico, "pasaron de ella y al final la multa les provoca un disgusto de los que se recuerdan toda la vida".

Entre los primeros, los que se han ganado el traslado a respeto, está el caso por ejemplo de José Luis García, un hombre sin antecedentes que acuchilló hasta la muerte a su esposa en el asador freidor de la portuense calle de San Juan en febrero de 2008. Condenado a dos décadas de cárcel ha accedido "al 12". Todo ello con los debidos informes a favor del educador, del psicólogo y de los funcionarios.

No perder el tiempo se erige en uno de los principales objetivos de las prisiones españolas. Si estás encarcelado debes hacer algo que te ayude a progresar como persona, ya sea ayudar al funcionamiento del centro "o a mejorar como ser humano...". También hay casos de reclusos que prefieren hacer su vida. A nadie se le obliga a otra cosa que mantener unas normas entre las que se encuentran trabajos de obligado cumplimiento. En el módulo 12, por ejemplo, hay que obedecer unos turnos de limpieza, ser respetuoso en el trato, no tirar colillas al suelo (en las cárceles se permite fumar) y cumplir estrictamente el horario. Las horas de asueto, que son muchas, pueden dedicarse a prestar servicio o, como hacen algunos, jugar al dominó o dar vueltas por el patio.

Pedro Pacheco ha solicitado como destino la biblioteca y el polideportivo, para así mantenerse en forma a sus 65 años. Cabe destacar que para trabajar en la biblioteca hay hasta lista de espera. Además, el ex alcalde se ha matriculado en Historia por la Universidad a Distancia (UNED). En sus primeros pedidos a la familia no faltaron ropa cómoda, objetos de aseo personal (aunque la prisión los suministra) y, sobre todo, muchos libros. Pacheco es un lector casi compulsivo.

Su día a día comienza a las ocho de la mañana cuando abren los chabolos, nombre que en el argot penitenciario se da a las celdas. Tras el aseo matutino, a las 8:45 se puede disponer del desayuno y a las 9 se pasa al patio, donde el recluso puede pasar hasta la una de la tarde jugando, caminando dando vueltas o, por el contrario, desempeñar una ocupación dentro del centro. Es la junta de tratamiento de la prisión la que decide sobre la conveniencia de los mismos. Los destinos son múltiples. "Hay quienes se conforman con jugar al dominó, otros por el contrario van directos a ellos en cuanto terminan el desayuno". El más curioso de todos quizás sea el del jardinero, que incluso puede salir de los muros del centro para realizar su trabajo en completa libertad. Otros son el economato, la lavandería, la cocina o la ya referida biblioteca. Hay quienes piden dicho tiempo para dedicárselo a sus estudios.

¿Saben los reclusos que Pedro Pacheco está en el 12? Pues sí y no. Hay muchos que se han interesado por su persona tras conocer, boca a boca, que el que fuera alcalde de Jerez forma parte del paisanaje del módulo de respeto.

A partir del mediodía la vida en la prisión se ralentiza. A las 13:00 toca comer y cuando se termina, en torno a las 13:30 horas, los reclusos se van a dormir la siesta. A las 17:00 están fuera de nuevo. Disfrutan de dos horas y pico de patio y retornan a las 19:30 para cenar. A las ocho tan sólo queda dirigirse a la celda, ver un rato la televisión (las celdas están equipadas con unos pequeños plasmas) y esperar a que amanezca lo más rápido posible.

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