Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¿Y quién controla la calidad de los clientes de los bares?

Mucho largar de la atención que se recibe en algunos bares, pero el perfil del que entra por la puerta a veces deja que desear...

Clientes de un bar de playa

Clientes de un bar de playa / M. G.

Cuántas veces oímos los comentarios sobre la mala atención de los empleados de hostelería o la falta de calidad de los productos de un bar en esta Andalucía consagrada al sector servicios, que pareciera que ni en eso rozamos la perfección. Que si el servicio es lento, que si no recogen las mesas cuando se marchan los clientes y el aspecto del establecimiento es de suciedad, que si el camarero tutea a las personas mayores, que si el trato que concede es de excesiva familiaridad, que si porta los vasos con los dedos puestos justo por donde usted va a beber, que si te dejan el mismo cubierto de la ensaladilla para comer la carne con tomate... Blablablá.

El Tryp Avdisor y las redes sociales son hace tiempo la verdadera hoja de reclamaciones, las armas de destrucción de la reputación de un negocio. Siempre he preferido hacerme con el correo electrónico del director de un hotel o del dueño de un restaurante para exponerle de forma discreta y personal aquellas deficiencias sufridas en el negocio. Y siempre me lo han agradecido con gran interés. Hacerlo en público y con el nombre del negocio por delante es provocar un daño acaso irreversible y que, como suele ocurrir, paguen justos por pecadores. Pero es lo que tiene esta sociedad crispada, deseosa de contemplar el tropiezo ajeno o de ajustar cuentas de forma bárbara por un servicio calamitoso. Bien pensado, cabría abrir un Tryp Advisor sobre los clientes. Pocas veces se oyen comentarios sobre la paciencia de los empleados de la hostelería con quienes ni dan las buenas tardes ni se despiden, ni cuidan el lenguaje para no ser prepotentes, ni usan el por favor ni dan las gracias.

Una hostelería de alta calidad requiere clientes exigentes, pero también que éstos sean atentos, cuando menos correctos, con quienes les están sirviendo. Ahora que arranca la temporada alta del sector, conviene tener claro, por ejemplo, que dirigirse a una barra o sentarse en un velador sin camiseta es una falta de respeto a quienes trabajan en el establecimiento, además de a las restantes personas. No basta con pagar. Hay que ser consecuentes con el nivel de exigencia. Demandamos mucho que el servicio recibido sea de calidad, pero también hay que saber ser servidos. No todo es dinero. ¡Ni mucho menos! Chirría ese “tráeme un salero” sin la apostilla de un “por favor”, no digamos ya con el tratamiento desahogado del tú. Ese “dame un café largo” sin el “buenos días” por delante. O enviar a los niños a pedir sin controlar que sepan tratar adecuadamente al camarero. Podríamos trazar los diferentes tipo de clientes. Hay mes de julio por delante. Siempre con el torso cubierto.

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