La violencia juvenil Las adolescentes protagonizan un 20% de las infracciones, delitos o faltas

Las chicas aprenden a ser malas

  • Los informes judiciales advierten de un aumento de agresiones físicas o verbales y de ingresos en centros de reforma de población femenina entre 14 y 18 años · El hogar y la escuela, escenarios predominantes

El siguiente mensaje se puede leer en un foro de internet, en el que se dan cita jóvenes orgullosos de pertenecer a una tribu urbana: ¿ké te crees más kani por yevar to eso, pintamonas, que no tienes ni media hostia, dime de dnd eres y nos vemos x xungaaaa, abra ke verte k como te coja te vas a ir en tanga, perra agrégame ji kieres puta".

Tras el contundente lenguaje de la que firma como martita la xunga, la que así se expresa es una chica que aún no ha abandonado la adolescencia. El desafío no tiene contestación, pero el arrebato inunda otros mensajes del foro firmados por muchachas que todavía asisten al instituto o trabajan para pagarse la independencia. Sus palabras pueden sonar a farol, pero otras veces se convierten en una amenaza muy real. Sólo hay que rastrear un poco por los portales de la red para presenciar peleas de chicas, mientras otros jóvenes las jalean.

No es un fenómeno nuevo, pero sí en auge. A pesar de que los varones continúan siendo los grandes protagonistas de la delincuencia juvenil, los datos de los últimos años corroboran la percepción que ha ido calando en la sociedad: cada vez hay más chicas jóvenes que cometen delitos, agresiones o infracciones.

Lo corroboran las cifras que ofrecen los juzgados de menores. Del análisis de los expedientes de reforma recogidos en la Memoria de menores de 2007 de la Fiscalía Superior de Andalucía, las mujeres están implicadas en un 20%, "observándose un aumento respecto del año anterior". Más datos: según el balance de la Consejería andaluza de Justicia, en los últimos años han aumentado los ingresos de chicas en centros de menores.

En el catálogo de medidas impuestas y acordadas por los juzgados de menores, se recoge la libertad vigilada, el servicio en beneficio de la comunidad, los centros de día o las permanencias de fin de semana, entre otras, y en los casos más graves se dicta el ingreso en un centro de reforma. En régimen de medio abierto, donde los menores pueden hacer vida casi con normalidad, el porcentaje de chicas ha pasado de representar un 8,23% en 2005 a un 12,24% en 2007 y, según datos hasta el 31 de agosto de este año, asciende a un 12,62%.

Para las que han cometido delitos de mayor gravedad, existe un centro de internamiento exclusivamente femenino en El Puerto de Santa María con una capacidad de 38 plazas. Este año se han habilitado otras 12 plazas en régimen semiabierto y cerrado en Almería, según aporta Justicia, para dar respuesta al incremento de la población femenina a la que se impone estas medidas y dar respuesta a la proximidad geográfica de las menores a su domicilio familiar.

Si bien la delincuencia juvenil es típicamente masculina, en el ámbito de la violencia familiar se equiparan ambos sexos. E incluso se supera. El pasado año, el juzgado de menores de Jerez de la Frontera anotó por primera vez más casos de chicas infractoras que de chicos y buena parte de la explicación se debió a la violencia doméstica. Una joven, por ejemplo, maltrató durante seis meses a su madre por la prohibición de hablar por el teléfono móvil debido a un exceso de gasto. La chica rompió la televisión y varios muebles.

El fiscal jefe de menores de Jerez, José Miguel Martínez, interpretó este tipo de reacciones en la falta de respeto hacia los padres, derivados de que "hemos pasado de una familia autoritaria a una negligente o superprotectora, cuando se debería haber pasado a la familia democrática, con un control y un afecto equilibrado".

La violencia familiar preocupa a José Chamizo, Defensor del Pueblo y del Menor, sobre todo en los casos madre-hija, "algunos de ellos con una violencia desmedida, quizá porque la madre marca los límites de las adolescentes y pasa más tiempo con ellas".

Las chicas también están tomando protagonismo en las aulas. No sólo con casos tan dramáticos como el de Clara García, que recibió 20 puñaladas de dos compañeras de instituto en San Fernando, sino en el día a día. En los centros educativos, el fenómeno del acoso escolar ya no es exclusivamente masculino. "Todos hemos registrado un aumento de ellas en formas tradicionalmente masculinas: agresiones verbales o físicas. Aunque ellos siguen siendo más, es cierto que se han diluido algunas fronteras de género en todas las formas, incluido en el cyberbullying", asegura Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba. Ellas también quieren ser las matonas de clase, las way, las xungas.

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