Cinco llagas

El bueno, el feo y el malo

  • El club Jiménez amplía su nómina. El diputado de Ciudadanos Sergio Romero arma un alboroto con un desmedido ataque al PSOE, con un estilo copiado al portavoz socialista

Romero, cuando enseñaba ayer una foto del banquillo del juicio de los ERE.

Romero, cuando enseñaba ayer una foto del banquillo del juicio de los ERE. / salvador muñoz / EFE

Cuando la afición esperaba el primer debate parlamentario de la ex presidenta y su sustituto, un espontáneo se lanzó al ruego sin hechuras, resultó arrollado y provocó un tumulto, incluso en la presidencia. Nada nuevo hubo en el papel de hooligan del gobierno del diputado sanluqueño de Cs Romero Jiménez. Su número ya lo interpretó con anterioridad el mejor en esa especialidad, el moguereño Jiménez Díaz, un socialista de la acreditada escuela del popular Rafael Hernando, un guadalajareño que actúa de diputado cunero por Almería en el Congreso. Hernando ha hecho del golpe gamberro contra el adversario un acreditado arte marcial.

Nada hizo Romero que no se haya visto u oído en actuaciones de Jiménez. En su debut en 2010, porque antes no preguntaba el portavoz del grupo del gobierno, los insultos del dirigente onubense a Javier Arenas provocaron que se ausentaran los diputados del PP, con toda la razón del mundo. Resulta chocante que portavoces gubernamentales actúen en la sesión de control. Es una práctica inútil, salvo para vilipendiar al adversario o dedicarse al autobombo. ¿Cómo puede controlar al gobierno un subordinado pidiendo explicaciones a su jefe? En este campo no ha habido cambio sino todo lo contrario, ahora la mayoría de 47 escaños está formada por dos partidos. Y sobran los dos, aunque Nieto en nombre del PP habló con elegancia y una sola intervención. La Mesa debería acabar con estas cosas.

A Romero le ha traicionado su impericia: el partido moderado ha estado más intransigente y bronco que Vox o PP. Sacó la espada de fuego para reprochar al PSOE haber practicado los siete pecados capitales "durante 37 años de vergüenza". Según él ha gastado el dinero con gula, usado las tarjetas black en prostíbulos con lujuria, gobernado con soberbia, acaparado sillones con avaricia, afrontado la corrupción con pereza, y ahora ejerce la oposición con envidia e ira. En fin, como en el catecismo antiguo se definía al infierno: todo mal, sin mezcla de bien alguno. Estuvo oportuna la ironía de Susana Díaz al decirle que debía confesarse para expiar el apoyo a tanto pecado durante tres años y medio. En su papel de palmero también se pasó el voluntarioso Romero: felicitó al presidente por el cambio, aseguró que este gobierno estará a la altura en los desafíos de la regeneración y transparencia. Y el interpelado le doy la razón, cómo no. Y siguió la autopropaganda afirmando que darían ejemplo de modernidad, transparencia y eficacia. Sobre humildad no hubo referencias por ninguna de las partes.

Los trancazos de Romero al PSOE provocaron una ruidosa protesta en las filas socialistas, ajenas a que esa medicina de palo era de la marca del doctor Jiménez Díaz, a quien le había salido un imitador. A la neófita presidenta de la Cámara se le iba de las manos la situación, cuando la pelea llegó a la Mesa, con las vicepresidentas de PP y PSOE tirándose puyas y levantándose las manos. Si el sanluqueño quería llamar la atención, ya ha cubierto su cupo de legislatura.

Por comparación sorprendió la corrección del jurista cordobés Hernández Valdés, portavoz de Vox. Exigió al presidente Moreno la bajada de impuestos prometida. En el caso de sucesiones y donaciones preguntó cuándo se aplicará y cuándo se ampliará a herederos colaterales o extraños. También le dijo que no se puede excusar en la herencia recibida, porque tenía la obligación de saber qué se iba a encontrar en la Junta. Moreno prometió bajar impuestos y crear empleo.

Susana Díaz no defraudó, pero fue de más a menos. Empezó calificando de legítimo al Gobierno de Moreno y subrayó que no se le ocurriría llamarlo okupa, a diferencia de lo que le han dicho a Sánchez desde el PP. Por el contrario, insistió varias veces en la teoría del tripartito. Un sambenito ese de que Vox se sienta en el Consejo de Gobierno, equivalente al que Casado utiliza contra Sánchez, según el cual Torra gobierna España.

Después, Susana calificó la marcha del nuevo ejecutivo de errática y contradictoria. Se escandalizó, por ejemplo, de que Extenda no esté en la Consejería de Economía. Se pregunta el cronista si la ex presidenta conoce el organigrama de su último gobierno, en el que Extenda tampoco estaba en Economía. Sus señorías se ponen a exagerar los defectos de los demás y no se fijan en que son los mismos.

Juanma estuvo prudente en su primera respuesta. Insistió en que sus tres prioridades son regenerar la vida pública, consolidar sanidad y educación y crear empleo. Volvió a la carga Díaz con el tripartito e hizo una catarata de preguntas que incluían alguna petición de Vox no pactada con el PP, como la deportación de 52.000 inmigrantes. Hubo otras incómodas como la desaparición de los 600.000 empleos prometidos.

A todo esto le dio Moreno un baño de moderación y llamamiento al consenso. Recordó que en el último pleno se aprobaron cinco leyes, tres por mayoría y dos por unanimidad y que ese es el camino que procurará recorrer. Y terminó con una maldad simpática, que levantó sonrisa de su adversaria: le recomendó que le eche un vistazo al Manual de resistencia de Sánchez, que le va a hacer falta estos cuatro años.

Maíllo empezó bien. Nos regaló un poema, para contextualizar un verso suelto de Machado que usó Juanma Moreno en su investidura: "Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos". Se sirvió de esta referencia para aludir a las promesas que hace el Estatuto de Autonomía en materia de igualdad, garantía de servicios públicos y lucha contra la pobreza. Moreno respondió con un compromiso rotundo de actuar conforme a la ley. El jefe de IU hizo preguntas que no obtuvieron respuesta sobre el recorte de las plazas que salen para nuevos docentes o el almacenamiento de gas en Doñana.

También reprochó al presidente que la eliminación de sucesiones y donaciones es para los ricos. Moreno doy explicaciones técnicas e hizo un canto solemne a su defensa de la igualdad de derechos y obligaciones de todos los españoles. Lo mismo hacía Díaz; y ambos eluden los privilegios fiscales vascos y navarro.

Se preguntaba, con toda la gracia, la ex presidenta en su intervención que ya había visto quien iba a hacer de malo (Romero) y quién de bueno (Nieto), pero faltaba saber quién era el feo, para completar el elenco del spaghetti western. El feo es el ejemplo que su brazo derecho parlamentario le ha dado al nuevo portavoz de la mayoría. Una mala herencia recibida.

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