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Andalucía

Más de dos años de cárcel por quemar 12 caballos de Domecq

  • El Juzgado de lo Penal de Toledo dicta una sentencia ejemplar sobre maltrato animal contra José Antonio Callejón con pena de prisión y multa de medio millón

Una sentencia emitida en Toledo castigó ayer el maltrato animal de una manera ejemplar y que no encuentra precedentes en España. En concreto, el Juzgado de lo Penal de Toledo ha condenado a José Antonio Callejón Amorós a dos años y tres meses de cárcel por quemar vivos, en el año 2001, a los doce caballos toreros de los hermanos rejoneadores Luis y Antonio Domecq Domecq cuando regresaban de torear de la plaza monumental de Las Ventas en Madrid, un fatal e intencionado suceso que costó la vida a seis ejemplares de pura raza española y lusitana.

Según el fallo, el ataque a la Cuadra Domecq fue previamente estudiado y planeado por el padre del rejoneador madrileño José Miguel Callejón Martín con el macabro fin de eliminar la competencia que para su hijo ejercía sobre los ruedos el formidable toreo de Sergio Galán. La investigación llevada a cabo por la Guardia Civil reveló que el objetivo criminal de los sicarios colombianos contratados a tal efecto eran los caballos del rejoneador conquense y que un error en la identificación del camión les llevó a incendiar el tráiler de los Domecq.

Así las cosas, el juez de Toledo ha establecido un castigo mayor aún del que proponía el Ministerio Fiscal y la obligación de afrontar el pago de medio millón de euros en concepto de indemnización por la muerte de los caballos y por la forzosa retirada de los ruedos durante la temporada taurina.

El juez de Toledo ha dictado una sentencia que se sustenta en una detallada investigación policial y en la consecución pruebas de peso, como las escuchas telefónicas que recogían conversaciones entre Callejón y los autores materiales del ataque.

Hay que remontarse a 2001 para localizar los hechos. La noche del día 1 de junio, en pleno cartel de San Isidro, la cuadra de Luis y Antonio Domecq había triunfado en la plaza. Habían compartido cartel con un joven rejoneador de Cuenca que escalaba sin control hacia la primera fila taurina, Sergio Galán. Sin saberlo, este joven se había cruzado si ninguna mala intención y de una manera fatal en el camino de los hermanos Domecq. Tras el último toro, los mozos se dispusieron a preparar a los caballos para la vuelta a casa, a Medina Sidonia (Cádiz), donde se ubica la finca Los Alburejos, propiedad de la familia Domecq. Había caído la tarde y el chófer del camión de los Domecq decidió parar para cenar en la venta Los Amigos, en la carretera de Andalucía. Los caballos se quedaron tranquilos en el interior del camión en la zona de aparcamiento, momento que los sicarios aprovecharon para incendiar el camión. El fuego causó la asfixia y la muerte inmediata a varios de los caballos, mientras que otros fueron perdiendo la vida dolorosamente en la clínica madrileña de Luis de la Ossa.

Una vez denunciados los hechos, la Guardia Civil comenzó a trabajar en una investigación a la que se bautizó como operación Góndola. Parecía claro desde un primer momento que el ataque había sido intencionado, pues aún quedaban restos del cóctel incendiario en el interior del camión. Pero, ¿quién pudo hacer semejante cosa? Se interrogó al círculo más próximo de los hermanos jerezanos, un trámite de libro que la Policía hace en estos casos para descartar sospechosos, hasta que se empezó a tirar de un hilo que llevaba por un camino menos oscuro. Cerca de la venta Los Amigos se ubica la finca de Sergio Galán y por allí días atrás habían merodeado unos extraños. En la sentencia, que puede ser recurrida ante la Audiencia de Toledo, el juez considera probado que el ahora condenado utilizó la mediación de una prostituta colombiana amiga suya, O.N.G.T., conocida como Kati, para que ésta hiciera el encargo de la quema de los caballos a terceros. Pero, a la hora de ejecutar el plan, por el que el condenado pagó tres mil euros, los sicarios colombianos encargados de quemar a los equinos, que no han podido ser juzgados por estar en rebeldía, confundieron el remolque de los caballos de Sergio Galán aparcado junto a la venta con el de los hermanos Domecq. Uno de los sicarios encargados de ejecutar el plan era entonces menor de edad e hijo de Kati.

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