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La renovación socialista

Susana Díaz sólo se presentará en caso de "emergencia" en el PSOE

  • La presidenta se debate entre el 'patriotismo de partido' y la responsabilidad de su cargo para presentarse al liderazgo nacional del PSOE, lo que le llevaría tarde o temprano a dejar la Junta.

Te tocó, Susana, te ha tocado". A un lado del teléfono, la presidenta de la Junta; al otro, un veterano socialista, viejo conocedor del partido en Andalucía y de los entresijos de la sede de la calle Ferraz, una de las pocas personas que habló con Susana Díaz el domingo por la noche sobre lo que iba a suceder a lo largo de esta semana. "Cuidado, a ver si se va a Madrid, no gana, no se termina de consolidar la victoria aquí, y encima perdemos Andalucía". Ésta es una opinión de un militante de antes de los años ochenta. Representan dos visiones, la primera, mayoritaria entre los antiguos dirigentes; la segunda, en el entorno de la presidenta en el Gobierno andaluz.

Susana Díaz concita el apoyo mayoritario en el PSOE para dar un paso que, sin embargo, ya sólo depende de ella. No sólo Andalucía le respaldaría casi de modo unánime para que fuese la siguiente secretaria general del PSOE; además, le apoyan nueve secretarías regionales, los ex presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán y, al menos, cuenta con la comprensión de Felipe González y de Alfonso Guerra, con los que ha hablado durante estos días. Pero Susana Díaz se debate entre el patriotismo de partido, el de aquellos que ven en ella la única solución para salvar al PSOE del desastre, y su responsabilidad como presidenta de la Junta, cargo al que accedió el paso mes de septiembre.

A sus 39 años, los ocho meses de la presidenta andaluza dibujan un fenómeno político inédito en el país. Quizás, Zapatero fue más rápido, pero Díaz ha partido desde más abajo. Su proyección mediática, la participación en asuntos nacionales, en el debate catalán, sus relaciones con la cúpula económica del país, con Zarzuela, el éxito relativo de las europeas y el hecho de que sea la única baronesa del PSOE con gobierno la han catapultado en un tiempo récord. Sus detractores, que aún los tiene, mantienen que no dice "nada nuevo". Bueno, pero se entiende. Así, que bastó que Alfredo Pérez Rubalcaba anunciase su marcha el lunes para que todos la mirasen como una suerte de salvadora. La griñanini criticada por casi todos durante el verano pasado es, al día de hoy, el referente socialista en España. Y esto es así, se presente o no se presente al cargo de secretaria general en el congreso que el PSOE celebrará el 19 y 20 de julio. Y ello dependerá, según fuentes cercanas a la presidenta, de la gravedad de la situación de su propio partido. Sólo una situación de "emergencia orgánica", según uno de sus colaboradores en el Gobierno; de "casi catástrofe", según otro en el partido, la moverían a dar un paso que, con el tiempo, la obligaría a dejar la Junta. Si la irrupción de Díaz en el proceso que arranca el próximo 6 de junio, conlleva más "crispación", no dará el paso.

Poco antes de que comenzase la campaña oficial de las elecciones europeas, la cuestión ya estaba planteada: Rubalcaba debería marcharse si se obtenía un mal resultado. Así se pensaba en el PSOE andaluz. Y la pregunta era: ¿Y quién, después? ¿Madina? ¿Chacón? ¿Patxi? Este periodista lo preguntó en el entorno de la presidenta, quien ya entonces había colocado en su despacho un mapa de Andalucía en el que marcaba con chinchetas de diversos colores las poblaciones que iba visitando. "Quien piense en el día después es que no confía en ganar, lo que tienen que hacer Patxi, Madina y Chacón es ir a dar mítines al País Vasco y a Cataluña, que es donde no nos va a votar nadie", se respondió con una ironía vencida por la propia claridad del argumento.

En democracia gana la fuerza de los votos, y el destino de Rubalcaba se terminó de escribir la noche del pasado domingo. No es que el PP hubiera superado al PSOE por tres puntos de diferencia, es que los socialistas habían recibido un apoyo menor del 25%. Un 23%, lo que un socialista gaditano califica como el "camino de la irrelevancia".

Algunas de las personas que asesoran a Susana Díaz llega a contabilizar en tres o cuatro puntos el desgaste que la marca PSOE produce en la líder andaluza. Incluso un ex presidente de la Junta, más oficialista que el sociólogo, mantiene que el efecto Susana no se iba a solucionar mientras no se arreglase "lo de Madrid".

La noche del domingo del 25-M fue muy mala en Ferraz. Ni las salidas de tono de Miguel Arias Cañete habían salvado a la candidatura de Elena Valenciano, la número dos del PSOE, la mujer de confianza de Rubalcaba. Los datos del PSOE se venían abajo, y fue el propio Rubalcaba quien comunicó a varios colaboradores y barones, entre éstos, a Susana Díaz, que él se marcharía, aunque se tomaría varios días para decidir el cómo.

Susana Díaz había pasado la tarde del domingo en la sede de San Vicente. Le acompañaron, entre otros, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Luis Pizarro, recuperado por la presidenta y uno de los más fervientes defensores de que opte a la secretaría general. Un contacto con Ferraz capaz de hablar de tú a tú con Rubalcaba, aunque sea para no entenderse, que es lo que está ocurriendo estos días. Como Pizarro, otros socialistas andaluces de la vieja guardia, de férrea formación de partido, son los que más están animando a la presidenta a dar el paso, una mujer que, a pesar de su juventud, también es de partido.

Rubalcaba dejó las opciones abiertas el domingo por la noche. Eran tres. Podía dimitir y dejar el partido en manos de una gestora neutral que llevase al PSOE hasta el congreso extraordinario; anunciar que lo dejaría, aunque llevaría al partido hasta ese cónclave y adelantar las primarias. A esto último se oponía Andalucía.

Rubalcaba echó una última charla con Elena Valenciano y el secretario de Organización, Óscar López. En el PSOE andaluz sostienen que fue en esa reunión -una cena- donde Valenciano y López le convencieron para que aguantase hasta el congreso. Al fin y al cabo, fue lo que él le pidió a Joaquín Almunia cuando dimitió tras su derrota contra José María Aznar.

Alfredo Pérez Rubalcaba anuncia el lunes que el 19 y el 20 de julio se celebrará el congreso extraordinario, y que su dirección llevará al partido hasta ese momento. Fuentes del PSOE en Andalucía explicaron que Rubalcaba "sólo comunicó" esta decisión; no hubo consultas. Ellos hubiesen preferido una gestora. "Nunca se ha celebrado un congreso extraordinario que no viniese precedido de una gestora", sigue. Así sucedió después de las dimisiones de Felipe González cuando fue no pudo desembarazarse del dogma marxista y de Almunia, tras su enfrentamiento con Borrell y posterior derrota electoral.

Una gestora otorga mayor neutralidad al proceso y, sobre todo, más autoridad; al fin y al cabo, el que se queda ya ha dimitido, pero en diferido.

Susana Díaz ya había recabado bastantes apoyos el martes, el día después de la dimisión de Rubalcaba. Ninguno de los protocandidatos a las elecciones primarias ha dado pistas sobre su voluntad de concurrir al congreso extraordinario. Susana Díaz se reúne esa tarde con su dirección y con los ocho secretarios provinciales. A las pocas horas se impone una palabra: compatibilidad. Es decir, que el cargo de presidenta de la Junta podía ser compatible, llegado el caso, con la Secretaría General del PSOE. Díaz, en esos momentos, baraja su candidatura, es posible.

La presidenta controla la crisis socialista: todos le miran y ella sigue meditando. Va camino de la aclamación. Sin embargo, en Madrid, alguien -en el PSOE andaluz, señalan a Elena Valenciano- vende la idea de que hay una gran corriente interna a favor de que sea la toda militancia, y no los delegados, quien elija al secretario general en el congreso. Hay una reunión del grupo socialista en el Congreso, pero allí lo que se debate es la oportunidad de haber convocado unas primarias. Rosa Aguilar sí defendió unas elecciones a la gallega. En Galicia, el PSdG consultó a los militantes sobre quién debía ser su nuevo líder antes de que los delegados llegaran al congreso; una vez allí, refrendaron esta votación y eligieron al resto de la Ejecutiva.

Un Eduardo Madina tímido, tan tímido que en varias ocasiones a rechazado varias propuestas para ser secretario general, se acerca a los periodistas, y explica que esta vez sí. Pero con una condición: deben votar todos los militantes, no los delegados. Es miércoles. La propuesta, que no está en los estatutos y que ha sido rechazada en un congreso, deja sorprendido al PSOE andaluz, que va atando sus hilos a lo largo de la mañana; sobre todo, después de que Rubalcaba hubiese indicado que estaba dispuesto a estudiarla. ¿Cómo? En Andalucía no dan crédito, y concluyen que Madina es el tapado de Alfredo Pérez Rubalcaba contra Díaz, un extremo que él niega. "Y si no, lo es Elena Valenciano", replican en el PSOE andaluz. "Eso que lo cuente a las Juventudes Socialistas en la escuela de verano", añade un ex dirigente andaluz. Tal es el enfado que uno de los miembros de la dirección del PSOE andaluz exclama en referencia a los protocandidatos: "¡Si algunos de ellos no ha sido ni concejal de Cementerio!". Ese mismo día, el miércoles, Luis Pizarro reflexiona en la reunión del grupo parlamentario: "Cuando Manuel Chaves y yo fuimos a la gestora en el año 2000, gobernábamos en siete comunidades y en muchas capitales, pero hoy esto es un páramo, sólo está Andalucía". Un crítico con Díaz confiesa ese día: "Se les ha roto la estrategia, ésta [por la presidenta] quería un congreso por aclamación, que ella llegase, como en Granada, como si fuese la Virgen del Rocío". "Ahora bien, si se presenta, yo soy el primero en buscarle avales", se dice a sí mismo.

El enfado con Rubalcaba sube de tono. Pero ya no sólo en Andalucía. Un goteo de secretarios regionales se posiciona a favor de Susana Díaz: todas las comunidades menos Asturias, Extremadura, Galicia, Castilla y León y Baleares. Es la respuesta dada a Eduardo Madina. Al PSOE andaluz cree que también ganaría un congreso abierto a la militancia. Sin embargo, aún hay que esperar a mañana lunes. Eduardo Madina presentará su candidatura, pero si Susana Díaz, finalmente, no lo hace, el aspirante de Valenciano tendrá varios contrincantes.

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