Presidente, gane quien gane las elecciones, en España hará falta algo igual; tarde o temprano, yo seré presidenta, pero si no tienes una alternativa, no mantenga este bloqueo, es un mal precedente. Sin comillas, porque no es textual, pero esto fue lo que Susana Díaz le transmitió al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el 24 de abril de 2015, cuando la investidura de la andaluza no salía adelante por los votos negativos de PP, Podemos, Ciudadanos e IU. Susana Díaz habló con todos los líderes nacionales, pero Rajoy, lejos de mediar, respaldó los noes de Juanma Moreno en el Parlamento - "lo que haces está bien hecho" le dijo en Málaga- e, incluso, le espetó a la socialista: "No estaría tan seguro de que vayas a ser presidenta". Susana Díaz reveló ayer en la Cámara esta conversación, para concluir: "Rajoy jugó con fuego en Andalucía y ahora no estamos quemando en España".

Se lo contó al líder popular, Juanma Moreno, quien intentó, por tierra, mar y aire, que la presidenta se comprometiera para favorecer el Gobierno popular mediante una abstención. No fue posible, lo  máximo que sacó fue lo siguiente: "Yo sí quiero que haya un Gobierno y quiero que haya un Gobierno cuanto antes y que sea un Gobierno que arregle lo que ustedes han hecho". "Estaré a la altura", siguió.

La sesión de control al Gobierno andaluz estuvo centrada en la posición que el PSOE debería adoptar ante esta situación de bloqueo. Fue el líder de IU, Antonio Maíllo, el primero que abrió el fuego, al requerirle a la presidenta que dejase "la resistencia retórica" a la Ley Orgánica para la Mejora de la Educación (Lomce), de tal modo que se sumase a quienes abogan por un Gobierno del PSOE con Unidos Podemos y que, de este modo, se derogase esta ley. Díaz fue tajante: "Cuando pudieron, no quisieron". La presidenta le echó en cara que ni Podemos ni IU apoyaron a Pedro Sánchez cuando forjó el acuerdo con Ciudadanos; la abstención de la izquierda habría bastado para sacar a Rajoy del Gobierno. Teresa Rodríguez, líder de Podemos, abundó en lo mismo, aunque se le nota que ella no era de las partidarias del apoyo al Gobierno socialista. Tras calificar el acuerdo entre Sánchez y Rivera como "plato de lentejas", sostuvo que se trataba de una mentira porque quería paralizar la implantación de la Lomce "cuando ya está implantada".

Fue Juanma Moreno quien más apretó. Hasta en dos ocasiones, le dio a escoger entre tres opciones: "El Gobierno Frankenstein", sustentado entre partes ideológicamente inconexas, incluido los independentistas; las terceras elecciones o la abstención del PSOE al Gobierno del PP. Realmente, no hay más opciones. Díaz no es partidaria de repetir las elecciones, el PSOE andaluz se ha manifestado en contra de esas alternativas "inviables", pero aún no se le ha oído proponer la abstención. Su número dos en el partido, Juan Cornejo, había asegurado el pasado lunes que "el PSOE no está en la abstención". Hubo un "aún" suelto, condicionado al relevo de Rajoy por otro candidato.  

Al final de la intervención de la presidenta, hubo un momento enfatizado por su tono que anunciaba, quizás, una postura más clara. Y dijo: "Haré todo lo que está en mi mano por..." Pero como el presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, ha instalado unos cronómetros que miden los siete minutos y medio a los que tienen derecho los intervinientes, y como Susana Díaz se pasó del tiempo, el silencio cayó sobre esa última palabra y dejó a la presidenta con la palabra en la boca y al auditorio con el oído en alerta por si el término se revelaba en el magnífico espacio abovedado de la capilla del antiguo hospital de las Cinco Llagas. 

A la salida del Pleno, Susana Díaz criticó el "experimento dañino" de Rajoy en Andalucía y dijo lo siguiente: "Voy a estar a la altura, como siempre, para que le vaya bien a España y a Andalucía".