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Andalucía

Roja y decente

  • Varios lingüistas analizan el discurso de Susana Díaz, marcado por la emotividad, la 'coloquialidad', la seguridad y el liderazgo.

En los plenos del Parlamento andaluz se debate poco. Esto era cosa sabida y temida por quienes suelen cubrir para los medios de comunicación las repetitivas sesiones de control al Gobierno. La explicación es bien sencilla, aunque ha hecho falta un grupo de expertos lingüistas para que detallen la causa. En opinión de la catedrática de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla Catalina Fuentes, el discurso político desapareció de la caja de herramientas de los grandes partidos; el discurso entendido como un parlamento destinado a tratar de convencer, bien al contrario, bien a los propios, bien a la opinión pública, dejó de existir.

Todo discurso esconde en su interior una estrategia argumentativa para persuadir; no es nada nuevo, es tan antiguo como la retórica, pero tan escaso como los buenos oradores. La irrupción de Podemos ha sido posible, precisamente, porque sus dirigentes han articulado un buen discurso, con todas las objeciones que se les pueda hacer. Y en opinión de Catalina Fuentes, que dirige un grupo de investigación en la Universidad de Sevilla sobre el discurso parlamentario andaluz, Susana Díaz es otra revelación. Durante el miércoles y el jueves pasado, se celebraron en la Universidad de Almería las primeras jornadas nacionales sobre discurso político, centradas en el género y en el parlamentarismo, y una de las mesas redondas contó con cuatro ponencias que analizaron el de la presidenta de la Junta. Quédense con una de sus frases. De momento, la definitiva, la pronunciada en el mitin convocado con motivo de su primer año de presidenta: "Sí, soy roja y decente, roja porque los socialistas no dejamos a nadie atrás, y decente porque en mi casa la decencia no ha sido negociable (...)Y quien no lo sea: fuera, fuera de esta familia". Características: la emotividad (la familia), la coloquialidad (roja, decente) y la seguridad y el iderazgo.

Esta catedrática es experta en el análisis del discurso político, pero además ha estudiado aspectos tan singulares del lenguaje como la cortesía, o la descortesía, en los medios de comunicación o la violencia verbal, preludio de otros males. En su grupo, María Córdoba, Víctor Pérez y Damián Moreno, estudian ahora el discurso en el Parlamento andaluz desde el punto de vista de género. Realmente, el parlamentario no se diferencia de la parlamentaria, o viceversa, cuando habla en la Cámara, más allá de sus características personales. El estereotipo mantiene que el lenguaje masculino es seguro e intensificado, mientras que el femenino es el de la atenuación, pero eso es sólo eso: el arquetipo. Los parlamentarios y las parlamentarias utilizan un lenguaje profesional, a veces excesivamente confuso, cargado de subordinadas y latigillos, pero sin diferencias de sexos, y hay mujeres muy seguras (Esperanza Oña, por ejemplo) y hombres más atenuadores y argumentativos (José Antonio Griñán). No es un secreto que en la Cámara andaluza se viven muchas sesiones como el hastío de quien oye un debate mil veces repetido. El problema es, según estos y otros estudiosos, que los parlamentarios gastan su tiempo en reafirmarse dentro de su grupo, en reforzar la identidad de un partido en el que debe de escalar y, a la vez, marcan, subrayan, y a veces hasta la exageración, las diferencias del contrario. Es un juego de roles: caña al PP, o a la Junta, y vivan los míos, que son los mejores. Una polarización que mata al discurso; es como si no quisieran convencer a nadie, ni siquiera a los medios de comunicación.

Sin embargo, Susana Díaz parece que ha comprendido la rentabilidad del discurso en política. Sus parlamentos son los que casi ninguna mujer se ha atrevido a usar: en cierto modo, femeninos, o al menos lo que se define como arquetípicamente así. Habla de su casa, de sus padres, de la familia que paga la hipoteca, de dejarse la piel, del alma que se le rasga con la corrupción, de la esperanza y de la ilusión. Un conocido compositor de letras español, uno de los mejores, le confesó una vez a un político andaluz: "Ésta sabe de versos". Tiene razón, en una respuesta a Juan Ignacio Zoido en el Parlamento, le contestó a sus demandas de más actividad: "Señor Zoido, que llevo 19 días, pero no 500 noches". Se nutre de Sabina, de los refranes marineros de Triana -"Buena mar no hace buenos marineros"-, de los símiles futbolísticos e, incluso, religiosos. No obstante, estos temas pronunciados con una prosodia muy particular le otorgan cierta impostura al discurso. De hecho, sus asesores están limando este tono, acento y ritmo; esta musicalidad un tanto lastimera que sin llegar a perderla, debe saber controlarla.

Sus discursos van cargados de emotividad o, al menos, de una emotividad que falta en los políticos, y de coloquialidad. En El programa de Ana Rosa, dijo lo siguiente: "Esta presidenta tiene que abrir todas las mañanas colegios, hospitales....". Pero a la vez es segura, un factor clasificado como masculino. Incluso asume los errores y sus propias limitaciones como un método para salvarlas y mantener su liderazgo. "Andalucía no se merece que un partido que ha ganado las elecciones se comporte como ustedes lo hacen". Se refería al PP, el partido que, en efecto, ganó los comicios por un punto al PSOE. A un grupo de periodistas les explicó que el mejor argumento para convocar unas elecciones se la habían dado quienes criticaban su falta de legitimidad por no haber pasado por las urnas: Díaz asume que a ella sólo la eligió el Parlamento para convocar unas urnas que le hubieran dado la victoria.

Una de las características del discurso del líder es que asume el error y es capaz de tender la mano al contrario, aunque esto sea en sí mismo una estrategia. El lunes pasado, en el Foro Joly, Susana Díaz se lamentó en varias ocasiones de que Mariano Rajoy no aprovechase el activo que supone Andalucía en la estructuración de España, era una mano tendida a colaborar frente al independentismo. En determinada ocasión, en el Parlamento andaluz, le dijo a Dolores López, la secretaria general del PP: "Yo comprendo que usted hoy tiene un papelón". Y en el mismo Foro, al hablar de que "la calle está muy mal", admitió el retraso de pagos de la Junta a las guarderías, las listas de espera y el dinero que se le ha recortado a los empleados públicos. De hecho, su primer éxito mediático, a nivel nacional, se produjo al poco de ser elegida, cuando en el Hotel Ritz, indicó que su partido, el PSOE, se estaba equivocando con el derecho a decidir porque detrás sólo estaba el "derecho a independizarse". Lo dijo en público, y con el entonces primer secretario del PSC presente, Pere Navarro.

Y como ejemplo de una respuesta en la que entrelaza puño político, emotividad y cercanía, hay que recordar lo que le explicó a Pablo Iglesias, líder de Podemos: "Yo soy de una casta de fontaneros: nieta y sobrina de fontaneros, y además, tengo el honor de ser presidenta de la Junta".

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