Rescate de Julen en Totalán

El túnel vertical tendrá que perforarse de nuevo con un engrosamiento mayor

  • Los equipos técnicos vuelven a toparse con dificultades en la instalación de los tubos para proteger la galería 

  • Los tubos no bajan más allá de los 40 metros de profundidad y necesitan ensanchar el diámetro 

  • Los nervios y las caras de preocupación son aún más visibles esta mañana 

Una grúa saca los tubos preparados para encamisar el túnel vertical.

Una grúa saca los tubos preparados para encamisar el túnel vertical. / Javier Albiñana

La jornada de ayer terminó con una buena noticia. Se había llegado por fin a los 60 metros de profundidad y, a pesar de las 55 horas invertidas, se estaba ya a un paso de que la brigada de rescate de Hunosa pudiera iniciar la excavación de la galería horizontal. Pero comenzar con esos cuatro metros que distan desde la perforación de metro y medio de diámetro y el diminuto agujero de 25 centímetros por donde cayó Julen hace nueve días se está complicando demasiado. A partir de la cota menos 40 no caben los tubos de protección y se ha decidido volver a perforar con un engrosamiento un poco mayor. 

La operación que previsiblemente no tendría por qué suponer problemas ha dado un nuevo revés al equipo técnico que lleva trabajando sobre el terreno desde la semana pasada. Si a primera hora desde la Subdelegación del Gobierno informaban de que los trabajos de encamisado continuaban, horas después han explicado que “han aparecido dificultades en el entubado del pozo tras superar los 40 metros de profundidad”. 

Los tubos no superan esa cota y ante el riesgo de que puedan quedarse atascados y se complique aún más la intervención se ha optado “sacarlos para preservarlos en perfecto estado”. Las reuniones del comité técnico, en las que también han participado miembros de la brigada minera, han barajado diversas opciones para hacer frente a este nuevo escollo. Y “se ha optado por la más segura, se rellenará el pozo con tierra fina y se volverá a perforar con un engrosamiento un poco mayor”.

Este trabajo añadido e inesperado ha provocado caras de preocupación y desaliento entre los miembros del equipo que salen y entran del puesto de mando que ocupa la casa de Yolanda Alcaide Fernández, cedida para que el operativo tenga un lugar en el que trabajar. Los medios dan carreras frenéticas cada vez que hay algún movimiento.

Tanto lío hay en torno a esta casa, en la intersección con la subida a Olías, que su hermana Beatriz ni siquiera ha querido pasearse para evitar a las televisiones. Pero “necesitaba ya un poco de calor de hermana”, dice, y aunque intenta escabullirse termina atendiendo a las preguntas de una cadena nacional.

Relata que la impotencia sigue siendo grande y que se ayuda con lo que se puede, que el café nunca falta dentro de la casa y que llega mucha comida de la que donan particulares y entidades. Los días pasan y el cansancio parece hoy más visible que nunca. Las psicólogas del Grupo de Intervención en Crisis y Emergencias comentan lo importante que es seguir con una actitud positiva. Pero todo avanza demasiado lento. Aún no tienen estimación de cuánto podrían tardar estos trabajos sobrevenidos en esta mañana de martes frío.

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