El resto del tintero

Podemos no quiere a Gordillo

  • La centralización a la que apunta el partido de Pablo Iglesias le coloca lejos de la CUT del alcalde de Marinaleda, una formación marginal más que extrema, ruralista.

JUAN Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda y uno de los líderes de la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), está llamando a las puertas de Podemos, pero los podemos no contestan. No es que hayan tomado una decisión, pero hay muchas dudas cada vez que se discute en el triunviratum de Podemos: el formado por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón. Una vez que éstos hayan sido elegidos para formar el núcleo central de la primera dirección de Podemos, a mediados de noviembre, el partido abordará esta integración de modo formal, pero hay serias dudas sobre la alianza con una formación que, incluso, a estos jóvenes neocomunistas les parece muy radical. O no. Para ser exactos: marginal, ruralista. "Es que no somos eso", explicó uno de los dirigentes de Podemos a este medio. Ni el propio núcleo de Podemos imaginaba hace meses que su crecimiento iba a ser tan explosivo, y ello le está obligando a improvisar decisiones para escenarios no contemplados: es el caso de las elecciones municipales. Cuando estos profesores de Ciencias Políticas diseñaron su futuro, no imaginaron que sus bases quisieran acudir a unas elecciones para las que carecen de cuadros y gentes.

Y lo mismo que le pasa con la estrategia, les ocurre con el programa, que está sometido a un continuo amoldamiento a la realidad. Para las elecciones europeas valía, pero una vez que el éxito electoral ha colocado su programa bajo lupa, Podemos se ha visto obligado a reconsiderar su propuesta sobre la renta básica universal y sobre la auditoría de la deuda pública. Pero hay más: la llegada de votantes del PP a sus caladeros les está haciendo pensar sobre su ubicación ideológica; por ello, hay un intento claro, muy claro en el caso de Íñigo Errejón, de centralizar el partido. No significa virarlo hacia el centro político, sino limarlo de las excentricidades, de llamadas marxistas como la de asaltar los cielos, de limpiar la influencia de los partidos más extremistas.

Ha sido el caso de Teresa Rodríguez, la eurodiputada gaditana de Podemos y representante de Izquierda Anticapitalista, una de las bases primigenias del partido. Rodríguez ha sido apartada de la dirección, y no competirá por la nueva. Desde el principio, Pablo Iglesias temía que Izquierda Anticapitalsta fagocitara al nuevo partido tal como el PCE hizo con Izquierda Unida.

El último sondeo del CIS, publicado esta semana, revela cuál es la debilidad del partido, su extrema ubicación ideológica. Al solicitar a los encuestados que se sitúen en una escala de 0 a 10, donde 10 sería la extrema derecha, es el PSOE el partido más centrado, el más cercano a la posición media española. Podemos se sitúa más a la izquierda que Izquierda Unida, y un partido que niega ser populista pero que aspira a la razón populista (leer a Erneto Laclau) no puede permitirse esa ubicación tan extrema; no si lo que, realmente, desea es alcanzar el poder con un apoyo de casi todos los frentes.

Podemos es aún una caja de sorpresas. El perfil de su votantes es el de las clases medias formadas, el de un voto muy urbano, por eso es tan débil en las zonas rurales de Andalucía, la razón por la que el PSOE andaluz mantiene un apoyo cercano al 40%. O eso creen.

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