El actual momento de recesión económica se deja sentir de manera especial en la capacidad de ahorro y gasto de las familias españolas. El alza de los precios de los alimentos y carburantes y los constantes repuntes del famoso Euríbor suman una larga lista de factores que acaban por agotar los ingresos mensuales. Sin embargo, algunos cambios de conducta y la aplicación de medidas como el uso del transporte público, mejoras energéticas, dejar de fumar, ampliar el periodo de la hipoteca o acertar con la cesta de la compra abren la vía para poder recortar el capítulo de gastos en unos 340 euros al mes.

De todos los aspectos que repercuten significativamente en la incapacidad de las familias para ahorrar el que más relevancia tiene es el pago del piso. De acuerdo con los datos oficiales existentes, un ciudadano destina casi el 40% de sus ingresos a este concepto. Una experiencia que conocen bien las cientos de familias que se enfrentan a este reto.

Una de ellas, la familia García, optó por sumarse al boom de la vivienda en los años en los que los tipos de interés eran relativamente asequibles y compró un piso de tres dormitorios. Para ello suscribió una hipoteca valorada en más de 163.000 euros (valor medio) con un tipo de interés del 3,75. La cuota mensual era de 756,9 euros.

El repunte del Euríbor antes de que tuviera amortizada una cantidad significativa del capital le ha disparado el tipo de interés por encima del 5%, lo que supone afrontar mensualidades de 877,4, euros. Es decir, cada mes paga 120,5 euros más. Al objeto de ganar algo de oxígeno, ha pensado sumarse a la iniciativa del Gobierno para alargar sin sobrecoste los plazos de amortización. Ha decidido prolongar cinco años más su hipoteca, lo que le supondrá pagar cada mes 824,9 euros. Es decir, cada mes se encontrará con 52,5 euros más en su bolsillo.

Pero no es ésta la única manera de reducir el gasto corriente. Tras la hipoteca, la cesta de la compra representa el principal motivo de gasto y ésta puede variar de manera sensible en función del centro comercial o establecimiento en el que se haga.

Otra de las alternativas factibles pasa por reducir el uso del coche y, por ende, el consumo de carburantes, y apostar por el transporte público. La medida es especialmente ventajosa para la familia García, que dispone, como la media, de dos vehículos. La comparación de los gastos que supone uno u otro modo de locomoción concluyen con un ahorro de alrededor de 90 euros mensuales.

El padre de familia, Javier, recorre a diario 80 kilómetros para desplazarse hasta su trabajo, ya que tiene jornada partida y tiene que volver a casa a la hora del almuerzo y, posteriormente, regresar. Sus cuentas indican que cada semana emplea 40 euros en llenar el depósito de gasóleo, lo que implica 160 al mes. Su esposa, que trabaja en otra zona, tiene horario continuado, con lo que sólo realiza dos viajes, con unos 40 kilómetros de trayecto y un gasto de 80 euros.

O sea, que cada mes esta familia requiere unos 240 euros mensuales. Por el contrario, si los dos tomasen el autobús gastarían 132 euros al mes. Tomando como base que el precio del billete es de 1,1 euros, Javier abonaría por los seis trayectos que realiza 88 euros mensuales, mientras que su esposa pagaría 44 euros.

No obstante, las posibilidades de ahorro en materia de movilidad pueden tener atajos, como compartir vehículo con otros trabajadores que viajen a la misma ciudad, compartiendo gastos de carburante, o buscar los mejores precios de gasóleo, que varían en el mismo municipio dos céntimos por litro.

Esta realidad, empleando parámetros de una familia tipo, es avalada por el profesor de Teoría e Historia Económica de la Universidad de Málaga, Joaquín Aurioles, quien admite la necesidad de muchos de "adaptar sus circunstancias al momento actual". "No pueden dejar de comprar bienes básicos, pero sí cambiar patrones de comportamiento", señaló.