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Andalucía

Miedo, oscuridad y aseos sin puerta

"Cuando un extranjero es trasladado al CIE de Algeciras recibe una manta ignífuga, sin sábanas que la acompañen, y un cepillo de dientes que le durará 40 días. Al igual que en otros centros no se les da ni ropa ni más elementos de higiene". El relato pertenece a los miembros de la delegación europea que visitaron cinco centros de internamiento de extranjeros.

En La Piñera de Algeciras, el día a día es el de una cárcel. La alarma suena a las 9:00, desayunan, de 10:00 a 13:30 permanecen en el patio sin poder salir, comen y desde las 14:00, salvo la media hora de la cena, los retenidos permanecen en sus cuartos. En las "celdas", como las define el informe, los extranjeros sólo tienen acceso a los inodoros que se encuentran dentro. El baño no está cerrado con puertas y sobre todo las mujeres se quejan de que es "degradante" usarlos.

El director del centro lleva en casos de urgencia ropa desde su casa para los internos. "Improvisación". Muchos llegaron en patera y portaban lo que llevaban puesto, para evitar que un peso innecesario diera a pique con la embarcación. Hay mujeres, y niñas. Una joven rusa embarazada de un mes, detenida en una red de prostitución, expone a los examinadores que está contenta con la atención médica. No con el clima en el recinto y por las condiciones higiénicas.

Junto a ella, otras 16 mujeres duermen sobre colchones. No hacen casi nada más durante el día y su principal petición es que pongan puertas cuando usan la taza del baño.

La tensión produce peleas entre ellos, cuenta un ciudadano boliviano. Falta atención médica y son frecuentes las taquicardias y la tensión, el "imperio del miedo", definen, en la antigua prisión de la ciudad.

En un convento capuchino, ahora CIE de Málaga, la historia se repite en el informe. "No hay acceso a la luz, las habitaciones y los aseos están en unas condiciones de severa degradación".

Un caballero chileno de 68 años, que ha sufrido varias operaciones de corazón, les cuenta que el clima es muy tenso y que con frecuencia hay conflictos. Los responsables del centro impiden a los miembros de la delegación europea ver a los hombres en el patio por razones de seguridad, "como si fueran criminales", lamentan. Sí les da tiempo a ver cómo a personas detenidas se les obliga a comer en el suelo.

Las autoridades centrales españolas fueron muy reticentes con la investigación y sólo despues de muchas llamadas accedieron, cuentan los enviados. En Madrid, Barcelona o Tenerife obsevan escenas similares. Y no les agradan algunos comentarios por parte de los directores de los centros. "Los que llegan a nuestras costas no tienen cultura, si les das de comer y dormir, son felices", "el 80% son criminales y el restante se convierte aquí ", "son salvajes y es su culpa que todo esté tan sucio". Los europeos evalúan como "deplorable" el trato de España.

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