Andalucía

Griñán se adelanta a Zapatero

  • El presidente refuerza su idea de no adelantar las elecciones al fijarlas el 4 de marzo, una fecha que condiciona a ZP en el caso lógico de que él también quiera ganar tiempo

EL manejo de los adelantos electorales ha sido un recurso de consecuencias tan imprevisibles como la carga de un arma. ¿El cazador o el diablo? Pues depende. En 1997, el presidente de Francia, el conservador Jacques Chirac, creyó que la izquierda divina andaba más perdida que de costumbre, y adelantó un año las elecciones legislativas para cogerla desprevenida. De ahí saldría su primer ministro. Consecuencia: se equivocó, el socialista Lionel Jospin salió elegido y con él tuvo que cohabitar. Desde 1877 ningún presidente francés había perdido unas legislativas convocadas por él. Un caso más cercano: el lehendakari Ibarretxe adelantó las últimas elecciones vascas para hacerlas coincidir con las gallegas ante la certeza -equivocada, claro- de que los aparatos nacionales del PP y del PSOE tendrían que dividir sus esfuerzos entre Santiago y Vitoria. Consecuencia: Ibarretxe se volvió al caserío, el PNV perdió el poder después de 30 años y a los jeltzales los dirige hoy un hombre con tanto carisma como el Cinar: Urkullu.

José Antonio Griñán ha declarado esta semana que las elecciones andaluzas serán cuando correspondan, en marzo de 2012; bueno, esto lo viene repitiendo desde hace meses, pero el lunes pasado, y en Rne, dio la fecha exacta: el 4 de marzo. No el 11 de marzo, cuando se cumplirán 365 días de las anteriores, sino el 4. Algunos destacados miembros del Gobierno andaluz creen que, para anunciarlo así, ya lo habría hablado con Zapatero, puesto que si éste también quiere situar la fecha de las elecciones generales en marzo, ambas deben coincidir. Ninguna elección en España puede ser ni tres meses antes ni tres meses después de otra, y en el caso que nos ocupa, las generales tendrían prioridad. Si es así, ambas caerían el 4-M de 2012.

Otras fuentes consultadas tanto en el PSOE andaluz como en la Ejecutiva federal han explicado, sin embargo, que Griñán no hizo esa consulta con Madrid. Es posible: él siempre ha declarado que serían en marzo porque está dispuesto a agotar la legislatura, con lo que espanta, por si acaso, las dudas que algunos conservan de que se iría en caso de un mal resultado en las municipales. "Ni se contempla", comentó un miembro del Gobierno andaluz a este medio esta misma semana. Ya saben el dicho: un médico cura (Chaves); dos (Griñán) sanan, y tres, muerte segura.

Pero, claro, todo indica también que Zapatero -que es un hombre enigma dentro de un misterio- necesita tiempo y oxígeno. Después del pacto alcanzado con los sindicatos y los empresarios el pasado miércoles en Moncloa, tras el espaldarazo de Angela Merkel y después de haber metido a las cajas de ahorros por la senda de la bancarización, Zapatero necesita mucho tiempo para que mejoren las cifras de empleo y la de los sondeos electorales. Cuantos más meses, mejor; de ahí que es posible -sí- que también quiera agotar la legislatura.

Es más: a pesar de lo que mantienen el PP nacional y Rajoy, no hay razones para lo contrario. Su obligación es gobernar, y puede porque en el Congreso cuenta con el apoyo de un PNV más domesticado, una Coalición Canaria a lo suyo y unos catalanistas (CiU) en vías del pacto.

Ahora bien, la querencia de parte del PSOE andaluz y de todo el PP de ir a unas elecciones autonómicas separadas es una milonga. El líder popular, Javier Arenas, no se cansa de repetir que prefiere unos comicios separados para que Andalucía discuta sus temas sin interferencias. Queda muy bien, la verdad, como las milongas, un cante de ida y vuelta que se está perdiendo a pesar de su dulzura.

En el año 2000, cuando Javier Arenas era secretario general del PP y llevaba la campaña de José María Aznar desde la calle Génova con Mariano Rajoy, su partido -por no decir él mismo en persona- pactó con Manuel Chaves la coincidencia de las elecciones. Teófila Martínez iba de candidata.

Y es que a ninguno de los dos partidos mayoritarios, ni al PP ni al PSOE, les conviene las elecciones separadas. El debate andaluz tomaría mayor fuerza -claro está-, pero los partidos minoritarios, como IU o los andalucistas, contarían con más campo de juego que en unas conjuntas donde el bipartidismo les suele aplastar. Por eso las prefieren en el mismo día, pero es que, además y en este caso, alguien, o Griñán o Zapatero, debería adelantarla para que no coincidieran. Y eso parece que no va a ocurrir por las razones antes indicadas. El presidente andaluz no tiene razones para ello, y Zapatero requiere tiempo para mejorar el país y para dejar a su sucesor -que lo tendrá- un panorama que no sea el de Pearl Harbor. Por todo esto, llama la atención la precisión de Griñán: el 4 de marzo.

Sí hubo una teoría en ciertos ambientes muy influyentes del socialismo andaluz que mantenían otra tesis: que era mejor que Zapatero las adelantase, el PSOE perdiese Moncloa y, con Rajoy instalado allí, ellos podrían prepararse para una campaña en mejores condiciones porque el PP comenzaría a sufrir la erosión de gobernar en tiempos de crisis. Sí, éste es el tipo de cálculos que hicieron Chirac e Ibarretxe.

Pregunta: ¿Y si con Rajoy en Moncloa, la ola del PP es más grande y más dulce en esos primeros días de gobierno y termina por arrasar Andalucía? Y segunda: ¿Y si Rubalcaba es el candidato? ¿No sería mejor coincidir con él, puesto que es el favorito de los electores socialistas ausentes en los sondeos y presentes en el sofá de sus casas?

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