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Andalucía

Un año de Gobierno del cambio: "experimento" satisfactorio

  • La cohesión de las derechas y sus dos presupuestos son los principales logros del nuevo Ejecutivo; su principal problema, Salud, a pesar del incremento de dotación 

Juanma Moreno y Juan Marín.

Juanma Moreno y Juan Marín. / Juan Carlos Muñoz

El estado de necesidad hace mejores a los políticos. El primer Gobierno andaluz no socialista desde la instauración del autogobierno está condicionado por su naturaleza inédita, por eso estuvo claro desde el pasado 2 de diciembre que, con independencia de la fórmula, PP, Ciudadanos y Vox tendrían que alcanzar un acuerdo para elegir a Juanma Moreno presidente de la Junta.

Y así fue, un mes y medio después, el primer dirigente popular andaluz juraba el cargo y comenzaba un "experimento" que después ha sido reproducido en otras comunidades del país. Con la misma fórmula: una coalición gubernamental de PP y Ciudadanos, con el apoyo externo de Vox. Cuando va a cumplirse el primer año desde el cambio, la alianza goza de buena salud, ha aprobado dos Presupuestos anuales, los de 2019 y 2020; sigue gozando de un buen viento de cola en lo económico, y la sentencia del caso de los ERE le ha permitido fulminar a la oposición socialista. Acarrea un problema que viene de lejos pero que no logra solventar del todo: el estado de la sanidad pública.

El presidente, blindado

Estos días de Navidad, los equipos del vicepresidente Juan Marín, de Ciudadanos, y del consejero de Presidencia, Elías Bendodo, del PP, cenarán juntos. La coordinación entre sus viceconsejeros, secretarios generales y asesores funciona casi como si fuesen del mismo partido. Esto en sí es un valor, pero revela un esquema de Gobierno muy similar a la de los Ejecutivos socialistas más exitosos: el presidente de la Junta no tiene un competidor político en el gabinete, es una figura jerárquica, blindada del debate diario y de otras polémicas. El propio carácter de Juanma Moreno ayuda a ello. Las elecciones generales del 28 de abril colocaron a Ciudadanos como primer partido de la derecha en Andalucía, pero estas tensiones no afloraron; las del 10 de noviembre devolvieron al PP el liderazgo de ese arco, muy seguido de Vox, pero tampoco han generado distorsiones en la gestión.

En estos momentos, la parte más débil del Gobierno andaluz es Ciudadanos, hace tiempo que una persona cercana al presidente Moreno explicó a este diario que su mayor preocupación era la relación entre los consejeros naranjas, especialmente entre Juan Marín y la titular de Igualdad, Rocío Ruiz. Casi ni se hablaban, no por asuntos internos, sino por su relación con la dirección nacional de Albert Rivera. Ruiz es más partido, más Rivera; Marín, un pionero del partido que Rivera respetó porque los datos electorales lo avalaban. Hasta ahora. Inés Arrimadas será la encargada de resetear al joven partido. Fran Hervías, el granadino que conocía todas las interioridades y que más kilómetros hizo para montarlo casi desde la nada, se mantiene en la gestora con el mismo cargo.

Si PP y Ciudadanos se han evitado dolores de cabeza, no ha ocurrido lo mismo con Vox. Tanto Rivera como Juan Marín intentaron negar en un principio lo que era evidente, que el partido de Santiago Abascal era su socio, pero un día el presidente de Ciudadanos optó por marchar hasta la plaza de Colón de Madrid con los ultranacionalistas de Vox. Las elecciones del 10 de noviembre confirmaron que Ciudadanos sólo contemplaba una fórmula de Gobierno para España, la misma de Andalucía, con un resultado que ha rozado el siniestro total. 

Vox es, junto a Adelante Andalucía, el partido más ideologizado de la Cámara, con un discurso muy radical sobre inmigración, violencia de género y memoria democrática, aunque, prácticamente, se queda en eso. No se han anulado ninguna de las leyes de Igualdad y de Memoria y, sin embargo, a Vox todo le ha ido mejor, desde ese 2 de diciembre de 2018 al 10 de noviembre pasado ha ganado medio millón de votos y es el primer partido de la derecha en la mayor parte de los municipios de Cádiz, Huelva, la zona central de Sevilla y casi todo el litoral andaluz.

Al Gobierno de coalición le vino muy bien que Vox anulase a quien fuese su candidato, el juez Francisco Serrano, después de que éste criticase a los jueces del Supremo por la sentencia de la Manada. Incluso en los extremos, los más extremistas estorban, le ocurrió a Marine Le Pen con su padre y le pasará a Abascal con Ortega Smith. Aun así, Vox ha conseguido abortar la declaración institucional del Parlamento andaluz en contra de la violencia contra la mujer.

La acción política del Ejecutivo la pilota Elías Bendodo. En la Junta ha aplicado una estrategia similar a la utilizada cuando presidió la Diputación de Málaga, explotar al máximo los errores del Gobierno anterior. Fueron las denuncia sobre la ocultación de las listas de espera, la deuda acumulada por indemnizaciones civiles perdidas en los tribunales o la del atasco de las ayudas de la Consejería de Empleo, una práctica que en ocasiones derivó en excesos, como suponer que la Consejería de Salud había distraído medio millón de vacunas de la gripe. No obstante, la sentencia del caso ERE le ha dado argumentos para dos legislaturas, como él mismo advirtió el miércoles pasado en el Parlamento.

Salud, sigue siendo el extremo débil

La Consejería de Salud fue el talón de Aquiles del Gobierno de Susana Díaz, y es el principal motivo de preocupación del actual Ejecutivo. Su consejero, Jesús Aguirre, lidió como pudo con el brote de listeriosis de este verano, que salvó precisamente por un sistema público que fue capaz de evitar las altas tasas de mortalidad que infecciones similares habían causado en Dinamarca, Inglaterra y Estados Unidos. Si hubiese sido la misma, casi del 20%, el Gobierno de Moreno habría corrido el serio riesgo de naufragio.

En el Gobierno andaluz han dimitido o han sido cesados 12 altos cargos en un sólo año -entre ellos, dos viceconsejeros-, pero la principal razón ha sido la de la inexperiencia de personas que tenían otro ideal de la gestión pública. Por eso se fueron más cargos de Ciudadanos que del PP. Sin embargo, el más preocupante de los ceses ha sido la del gerente del SAS, Miguel Moreno Verdugo. Es el cargo con mayor poder en la Junta, la persona encargada de restablecer los índices de calidad en el servicio que se perdieron por las restricciones presupuestarias.

Hay quien sostiene dentro del Gobierno que Salud adolece de un problema de comunicación y que Jesús Aguirre, su titular, ha sido incapaz de sacar partido al aumento de 1.200 millones de euros de presupuesto de su Consejería en 2019 y 2020. Se han contratado a 4.603 nuevos profesionales, ha habido una mejora en el pago de las guardias y ahora se ocupan el 28% de las vacantes cuando hace un año sólo era del 14%. Pero el malestar de los profesionales se ha mantenido bien alto y a ello también contribuyó el carácter del anterior gerente del SAS. 

Viento de cola

El Gobierno del cambio lleva el viento de cola de los últimos aires de la bonanza económica. Andalucía creció al 2,1% este años y lo hará al 1,9% el siguiente, con la ventaja de que se ha roto el paradigma de que la creación de empleo sólo era posible en la comunidad a partir de los dos puntos. Aún seguirá aumentando el trabajo, a lo que contribuye la excepcionalidad del turismo y un sector de la construcción que se mantiene vive, aunque no es ni la cuarta parte de lo que fue en 2006.

En lo que se está retrasando más el Ejecutivo es en la reforma del llamado sector instrumental de la Junta. O es muy complejo o no es tan fácil como Ciudadanos y PP decían en la oposición. Hay 11 entes públicos menos, y 2019 debe cerrar con una disminución de 40, para sumar otros 60 en 2020. Éste es el asunto en el que Vox está metiendo más prisa al Gobierno de Moreno.

De cara al próximo Presupuesto, los de Abascal solicitarán números más contundentes, pero no se atisban riesgo de desestabilización a medio plazo. Si Juanma Moreno consigue lo que desea, querrá gobernar hasta octubre de 2022 y sin cambiar consejeros. Y esto sí es más problemático.

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