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Andalucía

Un Asad en la recámara

  • Rifaat al Asad, ex vicepresidente sirio, tío del actual presidente de aquel país y perpetuo aspirante al poder, vive un exilio de lujo, negocios y sospechas en Marbella

Oscuro, invisible y perpetuo aspirante al poder en Siria, Rifaat al Asad vive desde hace 34 años en Marbella. Tío del presidente Bashar y hermano del ex presidente Hafez, ha cultivado en torno a su figura una nube de misterio que enreda hechos ciertos, novelados y comentarios. Recaló en la Costa del Sol en 1984, a consecuencia de un exilio, inexplicable a ojos occidentales, que hasta finales de los 90 le permitió disfrutar del estatus formal de vicepresidente de aquel Gobierno y, significativamente, de pasaporte diplomático.

La expulsión vino motivada por las maniobras que lideró para posicionarse en la línea sucesoria durante una enfermedad de Hafez al Asad. Una vez restablecido, el dictador lo destituyó del mando de las Brigadas de Defensa, un poderoso ejército paralelo con miles de hombres, con el que había reprimido en 1982 a sangre y fuego a los Hermanos Musulmanes en Hama, provocando miles de muertos. El exilio no aplacó el pulso dentro de la familia. En octubre de 1999 Hafez ordenó destruir el palacio de Rifaat y el puerto deportivo que había levantado en Lataquia. La operación la dirigió personalmente Bachar el Asad, actual presidente sirio.

Aunque formalmente Rifaat fue expulsado y despojado de riquezas, lo cierto es que al llegar a la Costa del Sol hizo gran parte de sus inversiones conocidas. Para comprender cómo fue su desembarco hay que tener en cuenta que eran los 80, la época de mayor esplendor de los petrodólares, con grandes personajes de las monarquías y dictaduras de Oriente Próximo "gastando dinero a manos llenas", recuerda un veterano profesional de la seguridad. "A los niños les daban figuritas de Lladró para que se entretuvieran mientras las madres hacían sus compras en la joyería Gómez y Molina".

Aquellas familias articulaban tres muros de seguridad privada en su entorno. "Hasta las niñeras llevaban escoltas". Eran los años de Monzer al Kassar, Adnan Kashogi y Raymond Nakachian, todos de oscuros pasados. Rifaat al Asad era, por tanto, uno más en aquel paisaje. Fue entonces cuando se hizo con Benabola, área residencial enclavada en una de las mejores zonas de Marbella, junto a Puerto Banús, y oficiosamente instaló su residencia en el edificio Grey D'Albion, a la entrada del complejo portuario, donde un antiguo inquilino afirma que todavía es "quien parte el bacalao" en la comunidad.

Algunas fuentes afirman que también es dueño de El Ancón, una de las últimas parcelas sin desarrollar en primera línea de playa en Marbella y, de hecho, se ha publicado en los últimos meses que ha vendido estos terrenos. Sin embargo, otras fuentes afirman que se trata de otro grupo sirio y no de Rifaat al Asad, quien, en cambio, sí es el titular, a través de sociedades, de la finca La Máquina, 2.500 hectáreas de suelo ubicadas en Benahavíss, frente a La Zagaleta, la urbanización de lujo con campo de golf que en su tiempo fue propiedad del saudí Adnan Kashogui.

Los terrenos están en el límite de la reserva de la biosfera de la Sierra de las Nieves, sujetos a protección especial por su valor ambiental y en su corazón albergan el yacimiento de Daidín, el último reducto musulmán de la zona en rendirse a la corona de Castilla, según explica la documentación del PGOU de Benahavís. La finca, cerrada al paso de vehículos pero abierta a peatones, ciclistas y senderistas, no tiene mayor explotación económica que la que pueda proporcionar el corcho de sus alcornoques.

Con importantes negocios en Londres, París y Gibraltar, algunas fuentes subrayan que el tío del presidente sirio jugó un papel esencial para que Al Campo le ganara a Carrefour la mano para instalarse en el centro comercial de La Cañada. No obstante, la actividad financiera de Rifaat en la Costa del Sol forma parte de esa nebulosa de hechos ciertos, especulaciones y sospechas que siempre orbitan en torno a su figura, si bien con el paso de los años se ha esforzado en ganar invisibilidad.

Durante los 80 y 90 se registraron en su entorno varios episodios violentos y notorios. En 1989 el entonces director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado, informó de que se había abierto una investigación para esclarecer un altercado ocurrido en julio de aquel año cuando los escoltas amenazaron a varios fotógrafos que trataban de tomar una fotografía de Rifaat en Marbella. Tras estos sucesos, Interior le impuso una escolta. En 1990 su jefe de seguridad y otras tres personas fueron condenados a pagar una multa de 500.000 pesetas (3.000 euros) por su implicación en un alboroto en el restaurante Montecarlo. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Marbella entendió que pretendieron atemorizar a su propietaria para hacerse con el local a bajo precio.

El 1 de septiembre de 1999 tuvo lugar uno de los últimos incidentes conocidos de la familia Al Asad en Marbella. El hijo menor, Sirwan, fue detenido junto a varios de sus hombres de seguridad por enfrentarse a agentes de la Policía Local de Marbella que pretendían identificarlos. El Juzgado de lo Penal número 4 de Málaga lo condenó a 18 meses de cárcel por atentado a la autoridad en una sentencia, luego revocada por la Audiencia de Málaga, en la que relataba cómo uno de los escoltas de Siwar trató de huir a gran velocidad, embistiendo un coche policial. Los agentes intervinieron una pistola y varias porras eléctricas. La sentencia se notificó el 2 de junio de 2004, justo el último día de la visita oficial a España que realizó Bashar al Asad, siendo ya presidente de Siria, y su esposa Asma, cuando todavía era un amigo de occidente.

Apenas dos meses después del enfrentamiento con la Policía, en noviembre de 1999, España expidió por primera vez permiso de residencia a Rifaat al Asad, que ya había perdido su estatus diplomático. La Subdelegación del Gobierno explicó entonces que le había concedido un permiso especial porque cumplía todos los requisitos: documentación en regla -con doble pasaporte sirio y marroquí- medios económicos y ausencia de antecedentes penales, porque a pesar de todas las sospechas nunca se le ha vinculado directamente con actividades criminales.

Aunque sólo en los últimos meses ha sido visto al menos en dos ocasiones en el Marbella Club, Rifaat al Asad casi se ha evaporado del paisaje marbellí. Desde la muerte de su hermano Hafez, en junio de 2000, y la subida al poder de su sobrino Bashar no se ha vuelto a oír hablar de altercados. Supuestamente medió una petición de Damasco para que se le impidiera hacer oposición al régimen desde territorio español, lo que no fue óbice para que reforzara esta tarea desde un escaparate del calibre de Londres y, posteriormente, desde Egipto.

Para esta labor ha contado con la cadena de televisión Arab News Network (ANN), con sede en Londres, fundada a través de su hijo Sumer en 1997.

Según publicó en 2000 Edmund Ghareeb en New media and the information revolution in ther arab world:an assessment, durante los primeros cinco años se invirtieron 100 millones de libras (127 millones de euros al cambio actual) en el canal, que pasó después a manos de Siwar, el único miembro de la familia que llegó a sentarse en un banquillo por el encontronazo con los policías de Marbella. En 2012 concedió una de sus escasas entrevistas. Fue a la BBC y con la evidente intención de ofrecerse como la figura de consenso para pacificar el país.

Siempre investido de un áurea oscura y sospechosa, pero también protegido por diferentes servicios secretos, incluidos los españoles -primero el Cesid y luego el CNI-, durante estos 30 años de permanencia en la Costa del Sol, han pasado inadvertidos para el público su mediación en algunos conflictos internacionales relacionados con el terrorismo. El periodista Ignacio Cembrero publicaba en 1991 en El País que el número 2 de Libia había viajado en julio de 1991 a Marbella para pedirle a Rifaat la mediación de Damasco en la liberación de tres rehenes británicos secuestrados años antes en Líbano. Se da también por sentado que estuvo al tanto de la misión del sirio Monzer al Kassar en 1986 para liberar a un agente de policía y a dos funcionarios de la embajada de España en Beirut que habían sido secuestrados. Una vez desatado el actual conflicto sirio, también se le atribuye al menos un encuentro, sin resultados, en Marbella con miembros de los Hermanos Musulmanes procedentes de varios países.

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