ALBERTO RODRíGUEZ. Director y guionista de 'La Isla Mínima'

"El paisaje del arrozal en mi película es el de un 'western' crepuscular"

  • El cineasta evoca el rodaje de la película que presentará en breve y que se desarrolla en la marisma sevillana Describe el escenario como muy bello y también duro para el hombre.

-¿Qué nos vamos a encontrar en la película?

-La isla mínima es un trhiller, una película negra de suspense. Un policíaco en toda regla que espero mantenga en tensión al público todo el tiempo.

-¿Por qué localiza su nueva película en el arrozal sevillano? ¿Se pensó así desde el principio?

-Lo primero que tuvimos de la película fue el lugar donde se desarrollaría. Fui a una exposición fotográfica de Atín Aya, hace unos años, y allí encontramos ese mundo maravilloso, duro y bello que él había fotografiado a lo largo de unos cuantos años. Me pareció un trabajo fantástico. Ya conocía el lugar, pero nunca lo había visto desde ese punto de vista. Fue el arranque.

-¿Qué papel desempeña el arrozal en la trama de la película? ¿Es fundamental para el desarrollo de la historia ?

-Es fundamental, la historia arranca con una desaparición que coincide con una huelga en el campo justo cuando ha de recogerse la cosecha. Si el arroz no se recoge, la cosecha se perderá en breve. Es uno de los motores de la historia, así que los policías reciben el encargo de acabar cuanto antes con el caso para aliviar la tensión social del momento.

-El guión es y de Rafael Cobos. ¿Cómo surgió la idea?

-A los dos nos dio la sensación de que las fotos de Atín hablaban de un fin de ciclo, del final de una forma de vida… Era un paisaje de western crepuscular, de ahí que la película aunque sea un noir (negro, en francés) tenga algo también de western… Es también la historia de dos hombres de ciudad que llegan a un paraje donde hay unas reglas determinadas que no entienden… A un mundo que no entienden.

-¿Puede un cultivo y un paisaje forjar la forma de ser de una zona?

-Supongo que sí, la marisma es realmente dura. Creo que no está hecha para la vida humana. Por otra parte, es uno de los escenarios más bellos en los que he rodado nunca pero es durísimo trabajar allí. Si lo es para un equipo de rodaje no quiero pensar en los primeros que tuvieron que cultivar estas tierras. Muy duro.

-Sevilla es frecuente escenario de sus películas. ¿Es buen conocedor de la zona de la marisma y de sus gentes?

Sí, más o menos. Pero el escenario donde nuestra historia se desarrolla es inexistente. No es ningún sitio concreto, no existe. Es un no lugar en el que el tiempo se ha detenido y eso que todo ocurre en plena transición.

-¿Cree que muchos sevillanos y andaluces van a descubrir una zona que no conocen, aunque esté cerca?

-Sí, creo que hay mucha gente que vive de espaldas a esa realidad y la desconoce por completo, y es hermosísima. Es un paisaje y un paraje de una belleza que pocas veces he visto. Ver amanecer sobre el río o atardecer en la marisma con la vida animal estallando alrededor es un espectáculo maravilloso.

-¿Qué tal transcurrió el rodaje en la zona y la relación con los extras de Isla Mayor?

-El rodaje fue muy complicado, porque hubo muchas dificultades técnicas, meteorológicas, logísticas… Pero en general fue fluido, un poco apretado porque todos los días surgían problemas nuevos: mosquitos, mareas, tormentas, accidentes de tráfico, navales, de todo La relación con la gente de Isla Mayor no pudo ser más fluida y estrecha. Colaboraron como profesionales y nos ayudaron en todo lo que pudieron. Les doy las gracias desde aquí.

-¿Ha aprendido algo sobre esta zona de Sevilla y su cultura agraria durante el rodaje? ¿Y los actores y el resto del equipo?

-La cosecha y la huelga eran muy importantes en la trama, así que necesitábamos que el campo estuviese dorado pero el arroz sin recoger y el campo sin actividad alguna… Y aunque el verano no había sido especialmente caluroso, al final de septiembre apretó de lo lindo y empezaron todos a decirnos que la cosecha iba a comenzar. De repente en dos semanas recogieron todo el arroz. Fue una carrera contra el reloj… Nos ayudaron mucho en el pueblo, aconsejándonos y explicándonos todo lentamente, a unos urbanistas que poco sabíamos de todo aquello. Al final, los campos quedaron preciosos justo con el dorado que buscábamos. Todos hemos aprendido, no un poco sino una barbaridad y creo que terminamos la película con la sensación de no saber absolutamente nada del campo.

-Siendo un thriller, ¿puede herir susceptibilidades en la zona por considerar que se les retrata de forma negativa?

-Espero que no, me gusta mucho la zona e hicimos buenos amigos. Además, la película aunque está ambientada en un momento histórico concreto, es una ficción. Creo que la manera más sana de ver la película es pensar que el decorado, el sitio real donde rodamos, no es el sitio ni el tiempo donde se desarrolla la acción. De hecho pueden buscar el pueblo y no lo encontraran porque la mitad se ha creado digitalmente. Ningún personaje tiene un trasunto real. Todo es una ficción que se desarrolla en un no lugar, metafórico.

-La película competirá en la sección oficial del festival de San Sebastián. ¿Hay esperanzas de una buena acogida y tal vez algún premio?

-Fundamentalmente lo que esperamos del paso por San Sebastián es que la acogida de público y prensa sea buena. Esperamos que la película haga ruido y se le de visibilidad durante esos días porque se estrena en el festival el 20 de septiembre y en salas comerciales el día 26 del mismo mes, y es muy importante que funcione bien en la taquilla.

-Algún buen arroz con pato habrá disfrutado en esos días...

-Muy pocos, porque como no teníamos mucho tiempo éramos un poco impredecibles con los horarios y se tarda un poco en prepararlo. Era difícil tener una oportunidad. A lo que me aficioné fue a comer albures, que me parecen deliciosos. Tengo apuntados los arroces que quedaron pendientes. Volveré...

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