Análisis

Jesús M. Seoane Sepúlveda

Catedrático de Física de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

Paseando por un parque donde concurre la infancia...

Tus coplas han sido mucho más que un consuelo para todos los gaditanos

Contemplé a un triste chiquillo, apartado del corrillo donde los demás jugaban, y pensando en consolarle, me acerqué con confianza…”.

Tus coplas, querido Antonio, en el día de hoy, que celebran con el máximo júbilo y esplendor tus 75 cumpleaños, han sido mucho más que un consuelo para todos los gaditanos. Estas han sido y son un derroche de alegría, mascarada, fantasía y máxima tradición del Carnaval, tal y como anunciabas con mágica algarabía en tus inigualables ‘Charlatanes de feria’- la agrupación favorita de mi padre, que gloria goce, y mía- en un año donde la final de comparsas locales fue sencillamente antológica.

Han pasado ya más de 43 años desde que se cantara en las tablas del Falla esta letra inmortal dedicada a la catástrofe de Ortuella del año 1980. Fue la copla que me metió de lleno en el veneno de la comparsa...Y es, hasta la fecha, el pasodoble más bonito que he escuchado. Y, como este, vinieron antes y después, durante medio siglo (¡yo diría que más!), cientos y cientos de las mejores coplas, siempre acompañadas de una melodía que hubieran firmado tanto Mozart como Beethoven, que se han cantado en las tablas del Falla y que han llenado de orgullo y privilegio nuestra querida fiesta sin igual.

Junto con tus predecesores y coetáneos, como Agüillo, Enrique Villegas, Pedro Romero y Paco Alba, has colmado de piropos todos y cada uno de los rincones de nuestra Tacita de Plata sin dejar ni un solo milímetro cuadrado de esta en el olvido. Y no solamente eso, sino que además tu pluma ha salpicado nuestra tierra andaluza desde el Este al Oeste y desde el Norte al Sur, además de haberte acordado siempre, con la máxima humildad y cariño, de todos y cada uno de los personajes que han forjado en mayúsculas toda la historia que nos rodea. La evidencia escrita de todo ello es el perfecto testimonio de tu obra sin par. Además, seguro que el más laureado de todos los autores nos tiene que traer aún lo mejor de lo mejor.

Con todo ello, y mucho más, querido Antonio, cualquier reconocimiento que se te haga es poco. Tú, aunque hasta el momento no hayas sido nombrado Hijo predilecto de Cádiz, eres, sin lugar a dudas, uno de los hijos más predilectos que ha tenido Cádiz, porque Antonio Martín, no es que sea de Cádiz, es que es Cádiz, como así se ha expresado de manera pública. Tus coplas y tus músicas son como el agua más clara, pura y cristalina que fluye por un río porque, como bien decías, y también digo: “Gaditano soy, porque lo digo, porque lo siento y porque lo canto…”. Cádiz sabrá por qué le quieres tanto…

Pero no podemos olvidarnos, excelso coplero, de que tu tierra sigue en deuda contigo y, cuando menos, tus coplas deben ser también recordadas e inmortalizadas una vez más en las tablas del Falla interpretadas por quienes fueron santo y seña de tus inolvidables obras. Recordemos lo que te cantara aquella fantástica chirigota, ‘El crimen del mes de mayo’, a la que tú pusieras música en los años venideros:

“Y es que no se dan cuenta de que ahora hay que hacer las cosas, ahora que la está viviendo, porque luego los lamentos ya no sirven para ná…”.

Hoy, en el día de tu 75 cumpleaños, me invade una inmensa alegría y jolgorio, y solamente salen de mi boca palabras de felicitación hacia tu persona; un gaditano enamorado y entregado a su tierra y a su gente desde el día en que tu madre, María, te parió.

Si Rocío Jurado, tu comadre, fue la más grande, tú eres el más grande de los copleros, además de ser también un erudito con el pincel. Tus coplas han sido y son “el mayor espectáculo del mundo…”. Como lo fueron aquellos ‘Charlatanes de feria’ en el año 1981 y la letra a ese niño inocente que con sus preguntas me colmaban de emoción inyectándome, desde aquel entonces, ese veneno que se llama Carnaval.

¡Te deseo que cumplas muchísimos más, amigo mío!

Salud, gaditanismo y libertad por siempre para don Antonio Martín García.

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