Análisis

Pedro M. espinosa

Del Cádiz de Vizcaíno al Dépor de Lucas Pérez

La misma tarde que media Galicia se echaba a la calle para celebrar el retorno del Deportivo de la Coruña a Segunda División tras cuatro años de penurias, el cadismo vivía uno de los episodios más bochornosos de su historia. Otros cuatro años lleva el Cádiz en Primera División, pero el gaditano siempre ha sido de memoria frágil. Ya no recuerda cómo estábamos hace unos años, con el paquete mayoritario de acciones cambiando de manos como la falsa moneda.

La afición del Deportivo, un equipo que ha jugado semifinales de Liga de Campeones, que ha ganado una Liga, dos Copas del Rey y tres Supercopas, preparaba un festejo memorable para volver a una categoría que considera la tierra prometida. Algo parecido nos pasó a nosotros, digo nosotros porque yo me considero cadista de verdad, cuando ascendimos en el Juan Guedes canario tras nueve años en Segunda B. Ahora es muy probable que descendamos a Segunda tras disfrutar de la segunda etapa más gloriosa del club en su centenaria historia. La temporada me parece horrible, no estoy contento, ni con la gestión deportiva ni con el desempeño de los futbolistas en el terreno de juego, pero de ahí a comportarse como trogloditas, de ahí a llegar al insulto, a la amenaza física a los dirigentes, incluso con niños cargados en sus hombros, a la burla contra los futbolistas que llevan nuestra camiseta, hay un abismo.

Parte del cadismo, posiblemente el más ruidoso, quería ayer un gol del Getafe en nuestro campo. Esa fue la sensación que tuve. Creo que incluso algunos lo hubieran celebrado, en el colmo del desatino. Posiblemente alentados por entes difusas que aseguran querer al Cádiz por encima de todas las cosas. Hay que tener el alma muy negra para disfrutar viendo a Caín matando a Abel, para ver a cadistas mofarse de hombres como Fali, con lo que han dado a este equipo. ¿No les da vergüenza? Háganselo mirar porque ese no es el cadismo que yo he inculcado a mis hijos. Si lo que buscaban era la polarización, la crispación y la mala educación en torno al Cádiz, entonces felicidades porque han logrado sus objetivos.

Cuando Manolo Vizcaíno llegó al Cádiz jugábamos en Segunda B. El campo estaba vacío y el club carecía de una estructura como la actual. Eso no quiere decir que este año no se haya equivocado. Entre otras cosas en su discurso inicial, en repetir hasta la saciedad que teníamos la mejor plantilla de su etapa al frente de la entidad. El cadismo, parte del cadismo, sigue sin entender que somos un equipo modesto, que no pertenecemos al City Group, como el Girona, que los ingresos son los que son, que tenemos uno de los límites salariales más bajos de Primera, y que estar cuatro años en la máxima categoría, compitiendo con algunos de los mejores equipos del mundo, ya es un logro.

Pitar al Cádiz, en un momento tan complicado puede ser lógico, pero mofarse de sus futbolistas, con tres puntos vitales en juego, cuando todavía hay posibilidades matemáticas de lograr la permanencia, no tiene sentido, es impropio de una afición que presume de ser la mejor del país.

Las ganas que algunos tienen de que pierda Vizcaíno no pueden perjudicar al Cádiz, al menos mientras quede un hilo de esperanza, de otras peores hemos salido. Tiempo habrá para hacer balance y ajustar las cuentas necesarias. Ahí yo siempre voy a estar en el lado correcto. Soy muy mayor, he visto demasiadas veces al club amarillo al borde de la extinción como para no entender que de este bache se puede salir y que un descenso a Segunda, tras cuatro años en Primera, entra dentro de las posibilidades de un deporte que, no lo olvidemos, no deja de ser un juego en el que se pueden dar los tres resultados sin que esto suponga un drama de dimensiones bíblicas.

Estoy enfadado con la temporada del Cádiz. Pues claro. Como todos. Creo que hemos fichado poco y mal; ya de paso, que entregar las riendas del Cádiz B a Cifuentes es un disparate, que el gran fracaso de este club es no sacar a jugadores de la cantera, que el Cádiz no puede jugar sin gaditanos muchos partidos, creo que Pellegrino es un tipo triste que no ha mejorado a Sergio, creo que Vizcaíno debe dejar de hablar de instalaciones futuristas y centrarse en lo que tiene entre manos, que el dinero tiene que estar en el campo, como decía Bernabéu, que está bien ser ambicioso pero no avaricioso, todo eso creo. Incluso difiero con quienes piensan que la Inteligencia Artificial en el fútbol ya es fundamental. Pero por encima de todo creo en el Cádiz y en el cadismo, en su forma de entender el fútbol y la vida, algo que ha enamorado a muchos de fuera de nuestras fronteras. Desde Menotti hasta Robinson, de Relaño a Pepe Domingo Castaño.

En el último descenso a Segunda, en la campaña 2005/2006, un Cádiz ya sin opciones de salvarse goleó al Málaga con un Carranza que no dejó de animar, pese a saber que ya éramos equipo de la categoría de plata. El entrenador del Málaga, Manolo Hierro, le dijo a Víctor Espárrago que sentía envidia porque es muy duro ver a los tuyos en contra. ¿Dónde ha quedado ese cadismo? Nosotros somos el Cádiz, cantaban ayer. ¿Nosotros?, ¿quiénes? ¿Los que insultan y amenazan con agresiones físicas? ¿Los que se cachondean de los jugadores que llevan el escudo de Hércules y los leones en un partido vital? ¿Los ventajistas? ¿Vosotros sois el Cádiz?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios