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Michele: hay vida después de ser primera dama

  • La vida de la ex primera dama ha dado un giro radical. Ahora se dedica más al deporte y sus perros, pero sigue volcada en proyectos sociales

Primer plano de Michelle Obama, que acaba de cumplir 54 años el pasado miércoles.

Primer plano de Michelle Obama, que acaba de cumplir 54 años el pasado miércoles. / Efe

Michelle Obama pasó a un segundo plano desde que el 20 de enero de 2017 Barack Obama dio el testigo al nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La ex primera dama estadounidense cumplió 54 años el último lunes y su día a día ha dado un giro de 180 grados comparado con hace un año.

A Michelle siempre le han gustado las emociones fuertes y a sus 54 años sigue siendo una gran deportista. Lo que muy pocos saben es que es una apasionada del spinning y va casi a diario (por la tarde) a practicar Soul Cycle (así lo llaman en Estados Unidos) a un gimnasio cercano a su casa. Cuando era primera dama, lo hacía en su casa con un entrenador personal, pero ahora son muchos los vecinos de la zona que han coincidido con ella sobre la bicicleta en dicho centro deportivo. Siempre lleva a varios guardaespaldas con ella (la seguridad sigue siendo parte de su vida y también unos 20 trabajadores para ayudarles en su día a día. Esto lo firmó por ley su marido y lo tendrán de por vida), pero los que han coincidido con ella en clase dicen que es una alumna más.

La señora Obama siempre ha dado buena muestra de su buena forma física. Hace unos meses sorprendía a todos realizando ejercicio en un parque público y subiendo algunas fotos y vídeos de la clase a su perfil de Instagram (por cierto, sus redes sociales ya son personales y no oficiales). Pero no la vimos haciendo Tai chi ni yoga, sino ejercicios deportivos iguales a los que hacen los militares más duros. Una especie de crossfit al aire libre con el que Michelle disfruta de lo lindo entre semana. La presentadora y amiga de Michelle, Ellen DeGeneres, la retó a realizar más flexiones que ella, y Michelle lo logró tras varias semanas de duro entrenamiento. También es gran aficionada al golf, como su marido, y por supuesto, la vida sana sigue siendo una de sus grandes preocupaciones y la sigue promoviendo allá donde va. Aunque tuvo que abandonar su preciado huerto en la Casa Blanca, sigue pendiente de las organizaciones a las que dio su apoyo.

Con la marcha de su hija mayor, Malia, a la universidad de Harvard para comenzar una carrera el pasado otoño, y con su hija pequeña, Sasha, en plena adolescencia y casi a punto de ser universitaria también, la nueva casa (que alquilan por unos 22.000 euros al mes) de los Obama, más de 8.000 metros cuadrados, se les hace enorme. Las nueve habitaciones con la que cuentan (con sus nueve baños), no están tan ajetreadas como antes y Michelle dedica gran parte de su tiempo a estar con sus perritos, Bo y Sunny, que tan famosos se hicieron durante la etapa presidencial de su marido. Cada mañana sale a pasearlos y lo mismo cada tarde. Es habitual verla con ellos por el exclusivo barrio residencial en el que viven ahora.

Tanto Barack como Michelle se tomaron unos meses de relax tras su marcha de la presidencia. Ambos disfrutaron de varias semanas de descanso en las paradisíacas playas de las Islas Vírgenes y en California, practicaron surf y kite surf (algo que no hacían desde que eran jóvenes). Además de sus charlas inspiradoras, este último años ha creado la Barack Obama Foundation junto a su marido para promover el cambio social. Aunque su primer proyecto es la construcción del Obama Presidential Center en el barrio de South Side en Chicago, donde Michelle se crió. Será un lugar de encuentro, una especie de campus que dará trabajo a varios centenares de personas y proporcionará formación para fomentar el emprendimiento. Su idea es hacer lo mismo en más ciudades y países en unos años.

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