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Verano

Un homenaje a la pureza gaditana

  • La Tacita de Plata rinde mañana tributo a la cantaora Manoli de Gertrudis

De verdes, transparentes. Asomarse a los ojos de Manoli de Gertrudis supone bucear en un mar extraño y bello. Un mar tranquilo, repleto de tesoros. Y es que las retinas de la veterana cantaora gaditana guardan imágenes privilegiadas. Pureza flamenca. La que bebió en el Barrio de Santa María, donde vivió su prima La Perla de Cádiz y la madre del baluarte gaditano, Rosa La Papera. Pureza flamenca. La de sus ojos, la de sus genes, la de su árbol de vida donde aparecen nombres como Pablo Jiménez Antúnez (su abuelo), su tía La Jineta (madre de Juan Villar) y sus tíos Pablo, Curro, Jineto (¡ay esas Calles de Cádiz!)... Por esa sangre, por su hacer sereno y su voz irrepetible rebosante de dulzura Manoli de Gertrudis recibe mañana un homenaje de la A. VV Tacita de Plata, barrio donde vive desde hace media vida.

"Ha sido una verdadera sorpresa. Me dio muchísima alegría que Andrés Álvarez se acordara de mí", acierta a decir la artista viñera de nacimiento, que se sintió "profundamente agradecida" y que responderá a esta llamada como mejor sabe hacer, cantando.

Sentadas en el acogedor sofá beige de su domicilio es inevitable echar la vista atrás. "¿Es lo que tienen los homenajes no?", ríe. "La primera vez que me subí a un escenario no fue para cantar sino para bailar", recuerda. Manoli era una niña, tenía 7 años, y bailó con el cante de su primo Juan Villar que contaba, también con siete primaveras. "Fue en el Falla, en una gala benéfica que organizó Casilda Varela. Y ya entonces, tan pequeño, Juan Villar tenía esa voz que no se podía aguantar de flamenca", dice con devoción.

Ese momento volvió a repetirse, de nuevo en el Falla, pero dentro de un espectáculo de Concha Piquer. "La gran señora de la copla quedó encantada", se congratula Manoli que recuerda que "de ahí me salió una oferta para rodar con Joselito la película Saeta del Ruiseñor. Aurelio Sellé y unos señores fueron a buscarme a mi casa y hablaron con mi padre para que yo hiciera el papel de ciega pero mi padre no quería tanto artisteo ni que me fuera tan lejos", vuelve a reír.

"Realmente empecé a cantar en la peña de Juan Villar, dentro del grupo que formamos algunas de las mujeres", relata. Manoli entonaba entonces los cantes de La Perla -es una de las mejores intérpretes que recrea el temperamento de Antonia- y pronto, el productor Antonio Benítez le propuso debutar como solista. "Fue una noche en la peña Enrique el Mellizo y no se me olvidará la hermosa crítica que me hizo ese gran periodista y señor, Miguel Acal".

Desde ese momento, Manoli pasó a compartir escenario con artistas con los que antes había compartido muchas vivencias. Camarón, Fernanda y Bernarda, Rancapino, El Cabrero, Juan Villar, José Mercé, y muchos otros. Escoltas de lujo a las seis cuerdas no le han faltado: José Luis Figuereo -el ahora cantante El Barrio-, Santi Herrera, Manolo de Ceuta, Paco Cepero y El Niño de la Leo. "Con todos he estado muy a gusto y son grandes maestros pero con Joaquín (Niño de la Leo) encontré una sintonía especial por eso me ha tocado durante tanto tiempo. Mañana no creo que falte al homenaje", anhela.

La cantaora ha estado muchos años alejadas de los escenarios. "Cuestiones de males", dice, pero Manoli no tira la toalla. "Ahora estoy con el grupo de La Perla y también hago cosas solas de vez en cuando, pero volver a empezar siempre cuesta después de un parón. Pero yo voy a cantar siempre, lo llevo dentro y no puedo dejarlo".

De Gertrudis -¡cómo bailaba su madre!- valora a los jóvenes cantaores gaditanos que están despuntando "como May Fernández" y los que ya llevan una sólida carrera "como Encarna y Joselito Anillo, por ejemplo", pero también se acuerda de intérpretes de una generación que "se merecen el recuerdo y el apoyo de su tierra", mienta, entre otras, "a La Pitu", por ejemplo. "Mañana tengo yo un homenaje, que sea para toda una generación también", desea.

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