DecálogoFotográfico_ Juaquín Hernández Kiki

Pioneros en una escuela de Cuba

  • "Soy de los que pienso que hay que mostrar las discriminaciones para que cesen"

No sé fotografiar otra cosa que personas. Desde que llegó a mis manos la  primera  Werlisa, allá por los años setenta, he visto infinidad de rostros a través de  mis cámaras, miradas inmortalizadas en el más puro blanco y negro del papel baritado.  A lo largo de mi vida he sido testigo de paisajes impresionantes que he dejado pasar de largo. No siento ese empuje por captar las imágenes más bellas de los horizontes sin vida, sino la curiosidad por entremezclarme con los habitantes de la zona y por conocer sus vidas, sus costumbres y sus preocupaciones; la necesidad de inmortalizar a cuantos se han cruzado en mi camino, sintiendo una especial debilidad por mostrar la vida de los más pobres, de los olvidados. Soy de los que piensan que hay que mostrar las discriminaciones para que cesen. Para esto, uso lo que tengo, mis armas: la cabeza, el ojo y el corazón. Sin  esto último no hay foto que merezca la pena.Me siento  afortunado por vivir de lo que siempre fue mi afición y se ha convertido en mi profesión, la de fotógrafo. No me planteo la fotografía como algo personal,  no le encontraría sentido sin compartirlo con los demás. La fotografía elegida es una imagen realizada con película negativa en blanco y negro, una imagen simple, sencilla, como la vida misma. Se muestra a unos pioneros en una escuela de la Habana Vieja asistiendo a una de sus clases. Detrás de los niños, cuelgan los retratos de dos personajes históricos  claves para la revolución cubana: El Ché y el héroe nacional  José Martí. Por el comportamiento de los escolares esta imagen podría estar tomada  en cualquier país  del mundo, Los niños en todos los lugares  actúan igual, son naturales, sencillos, espontáneos y sinceros, aunque no en todos tienen los mismos derechos.

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