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  • El litoral gaditano ofrece un amplio abanico de centro hípicos que organizan rutas a caballo por la playa. Trafalgar es una de las mejores opciones

"¿Sabe qué es Trafalgar?", "Trafalgar Square?, Of, course!", "No, no… La plaza de Trafalgar, no; la playa de Cádiz, la batalla…". "I'm sorry…". Pues sí, esta lamentable conversación es la que cualquier turista español puede tener en el centro de Londres con cualquier nativo británico. Nadie conoce el sentido de una de las plazas más afamadas del mundo occidental que, por cierto, no es para tanto.

Trafalgar, el rincón de Cádiz que marcó un antes y un triste después en la historia naval de la armada española en otoño de 1805 (¡con lo que el reino castellano presumió tiempos atrás!), es hoy un paradisiaco enclave que, de momento, se ha salvado de la agresión del cemento. Este trozo de playa -desde el faro hasta El Palmar, unos tres kilómetros de finísima arena blanca- esconde magia, naturaleza salvaje e historia. Dicen de él que dibuja las mejores puestas de sol de España, con permiso de La Alhambra, según Clinton.

No muy lejos de la playa de Mangueta, equidistante entre La Aceitera y El Palmar, se erige el Cortijo Mangueta, una curiosa edificación nazarí propiedad de la familia Castrillón que se encarga de gestionar Luis, un singular personaje de profundo arte gaditano que, además de ser un gran amante de los caballos y de la buena vida, es un cordial y hospitalario caballero.

Ajeno a la ignorancia británica, el Cortijo Mangueta presume de enclave, de faro, de clima y de caballos, todos ellos tranquilos y pacientes animales acostumbrados a las largas cabalgatas por una de las playas más bellas de Andalucía.

Cualquier época del año es adecuada para hacer una ruta ecuestre por las playas de Cádiz, pero lo cierto es que durante los meses de julio y agosto la demanda es total. Desde Rota hasta Tarifa no hay un solo municipio costero que no ofrezca a sus visitantes la posibilidad de cabalgar por la playa, aunque en un buen criterio de selección irá un recuerdo más o menos profundo.

Trafalgar ha sido en repetidas ocasiones el escenario en el que se han rodado anuncios televisivos que venden las bondades de Andalucía y el motivo no es otro que su estado salvaje. Custodiada por una larguísima franja dunar protegida por los organismos pertinentes, la costa de Trafalgar se convierte en una de las apuestas más seguras para hacer de la ruta un recuerdo que alegre la memoria en la vejez, aunque lo mejor es abstenerse en días de fuerte levante.

Para el paseo en cuestión, Marion Dragsta, ha elegido a 'Mili' (que es hermana de 'Pili', dos yeguas clavadas), a 'Floja' (sobran comentarios) y a 'Colina' (una tranquila jaca que se encargó de divertir al fotógrafo). Para ella ha ensillado a su precioso semental tordo de Pura Raza Española y de largas y onduladas crines. Marion pasaría por ser una orgullosa amazona andaluza de no ser por sus ojos azules y su rubio cabello, dos aspectos que delatan sus orígenes. Pero esto es lo de menos. Tiene unas botas fabulosas, una montura española que parece sacada de la Real Escuela, un caballo de reyes Borbones y, lo más importante, toda la simpatía de la tierra. Así que Marion es, al fin y al cabo, la mejor guía que uno puede tener en la ruta de El Palmar.

Al llegar a la playa (el cortijo está a 900 metros del mar) caballos y jinetes se sacuden la pereza y las galopadas y los baños en el mar se suceden. El paseo a caballo, en general, aporta otra perspectiva de cualquier paisaje. Desde la montura se divisa un panorama más de un metro por encima al ángulo de visión de la talla media del hombre. También, que el transporte se hace en un ser vivo, dotando a la experiencia de cierto riesgo que acelera la producción de adrenalina. Pero no hay que asustarse.

En cualquier hípica de playa (ojo, hay que vigilar que se cuiden detalles mínimos exigibles, como la higiene, la alimentación de los animales, el estado de las guarniciones, así como la preparación del guía) existen caballos para todos los niveles: desde los jinetes más novatos hasta los más avezados.

Los caballos, por regla general, se alegran cuando salen de sus establos, y más aún si además lo hacen a campo abierto, a playa abierta, en este caso. Pero esto no significa otra cosa que diversión, porque el animal estará muy receptivo a la alegría y se olvidará de la flojera. Lo mejor para una buena ruta y para evitar el malestar al día siguiente es vestirse con ropa cómoda y calzarse con zapato adecuado.

La duración de las rutas por la playa variará en función de la hípica que se elija, de la extensión de la playa y de la distancia desde los establos hasta el mar. En Cortijo Mangueta (www.cortijomangueta.com) las cabalgatas superan las dos horas, tiempo suficiente para no destrozarse el cuerpo, sobre todo si el jinete es inexperto.

Existen publicaciones de turismo rural, donde se incluye un apartado de turismo ecuestre, en el que se aporta información detallada sobre los diferentes puntos de la provincia de Cádiz donde se ofrecen rutas a caballo, tanto por la playa como por la sierra o la campiña.

Pero en esta época del año lo más recomendable es galopar por la playa y si es por la del faro de Trafalgar, mejor que mejor. Pensándolo bien, es una suerte que un guiri no sepa dónde está la playa que fue testigo de la batalla que cambió la historia de Europa que, entre otras cosas, presume de tranquilidad. Así, mientras unos se regodean de tener una fantástica plaza que rememora la victoria de una batalla naval, desde el sur de Europa otros presumen de haber ganado, de momento, la batalla del paraíso.

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