Verano

Historias de padres e hijos reencontrados

  • Imán, de los años 70, y Elbicho, creado casi 30 años después, se conocen en Los Caños y descubren su parentesco musicall Imán y Elbicho en el Recinto Los Bateles de Conil. Hoy, a partir de las 22.30.

Kiko Guerrero, miembro fundador de Imán, y Carlos, bajista de Elbicho, se tronchan juntos mientras esperan el momento de la entrevista. Hay una diferencia entre ellos de más de 30 años, pero se comportan como dos chiquillos. Se alegran cuando les propongo tener la charla en un bar y no en la Redacción. Salmorejo, un par de cañitas y una historia. Empieza en Los Caños, donde los hermanos Guerrero son una institución. Crearon el mítico (y esta vez tiene su razón de ser el adjetivo) camping El Camaleón, el origen de todo, a mediados de los 80. Sólo hacía unos pocos años que Kiko había visto desaparecer su banda, que simplificaríamos como rock andaluz pero que iba más allá, pero no tan allá como para hacer frente a la eclosión de la 'movida'.

Hace un par de años tenían como jaraneros vecinos a una 'troupe' de Madrid y Alicante. Eran los componentes de Elbicho, provenientes de la Escuela Popular de Música, uno de tantos grupos del catálogo Dro nacido casi en la calle que tras la absorción por Warner se vieron inesperadamente en una multinacional.

Y se escucharon los unos a los otros, sin saber nada previamente los unos de los otros. Kiko traduce la sensación: "Hacían lo que nosotros habríamos hecho si hubiéramos nacido a principios de esta década y estoy seguro que ellos hubieran hecho lo que nosotros hacíamos en los 70 si les hubiera tocado esa época. Era un parentesco evidente".

Y la idea fue forjándose hasta convertirse en lo que será hoy esta reunión de padres e hijos musicales en una de la propuestas musicales más curiosas del verano. La concepción de la música andaluza filtrada por el rock visto con los ojos de unos jóvenes de la Transición y otra mirada, la de los jóvenes de la era global con acceso a toda la información, a toda la fusión, a toda la tecnología. Juntos en Conil esta noche a las 22,30, pero no tan distintos, como explica Carlos mientras con habilidad se lía un cigarrillo de picadura. "Coincidimos en que buscamos la energía, la comunión con el público, en que buscamos la belleza en cada cosa que hacemos".

Carlos está contento porque están donde les gusta estar. No son un grupo de masas, pero tienen una parroquia fiel que no es pequeña. Internet hace maravillas. "Fuimos a Venezuela, donde no hemos publicado ningún disco, y la gente nos acogió como si nos conociera de toda la vida". Kiko está contento porque tras su regreso, hace dos años en Jerez, han encontrado casi el momento más dulce. Les gusta escucharse. "En Los Caños está todo el mundo expectante, -explica Carlos- es el día más esperado. No es sólo el concierto, sino todo lo que le rodea. Los voluntarios que colocan los carteles, el catering que va a dar La Breña... todo están volcados". En pleno estado de forma, Elbicho e Imán, hoy en Conil en el otro mano a mano del verano.

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