Con ocasión de la fiesta del Corpus en la plaza de Toledo y en tarde de calor africano, la terna se repartió una oreja por coleta, que hubieran sido dos para El Juli si no llega a ser por la injusticia del palco.

Se soltaron seis toros de Garcigrande, de presencia desigual, con dos ejemplares anovillados (tercero y cuarto), y el resto de correcta presentación. Primero sin fuerza ni emoción, segundo manso, tercero con emoción, cuarto manso encastado, quinto noble y soso, sexto tardeando y sin entrega.

Julián López El Juli: Silencio y oreja con gran petición de la segunda. Andrés Roca Rey, ovación y oreja. Álvaro Lorenzo, ovación tras aviso y oreja. La plaza registró casi tres cuartos de entrada.

Fue la presentación de Roca Rey en la ciudad imperial. El peruano quiso en todo momento, pero no tuvo oponentes que le dieran suficiente réplica. Su primero le aguantó tan sólo dos tandas para huir a tablas, donde le plantó cara con luquesinas. En el quinto la emoción inicial se tornó espejismo con un toro noble y soso a partes iguales, que no quería pelea. Un arrimón y una entera caída le reportaron un trofeo.

El presidente se negó a conceder la segunda oreja a un Juli que toreó a placer al cuarto, un toro encastado que a la postre se rajó. Pero allí que se fue El Juli a rematar la faena dando los adentros al toro. Mató de entera ligerísimamente desprendida y el toro rodó. Los tendidos pidieron, con justicia, el doble trofeo, que finalmente quedó en uno incomprensiblemente. Incluso hubo un conato de altercado. En su primero, Julián había conducido con corrección a su oponente, falto de emoción ante el que abrevió.

Álvaro Lorenzo dio la cara en un primer trasteo que tuvo firmeza y mando. Falló a espadas. El que cerró plaza, con el que lo bordó con el capote, se vino abajo muy pronto, por lo que el toledano únicamente pudo arrimarse y matar, esta vez sí, con acierto, lo que le supuso la oreja.