Toros

Roca Rey borra del mapa de Jerez a El Juli y a Talavante

Roca Rey, en su salida a hombros, ayer, de la plaza de Jerez.

Roca Rey, en su salida a hombros, ayer, de la plaza de Jerez. / miguel ángel gonzález

Andrés Roca Rey se alzó como el triunfador de una tarde en la que eclipsó por completo a sus dos contendientes, nada menos que El Juli y Alejandro Talavante, quienes vivieron una tarde profesional con tonalidades grises, ayer en la plaza de Jerez. Porque fue el peruano, que también es español, el que se montó en lo alto de una corrida de toros que fue noble, manejable y que no trascendió al tendido que planteara grandes problemas que no pudieran resolver figuras del toreo que se anuncien a 75 euros de vellón el tendido de sombra.

La corrida de Cuvillo fue una buena corrida de toros para figuras. Pero el único que se montó, o que quiso montarse, fue Andrés Roca Rey. El Juli cortó una oreja intrascendente ante su buen primero, un toro que un torero de su categoría tiene que sublimar en Jerez y que no macizó en obra maestra. Sí que hubo momentos buenos por la derecha, pero nunca se quiso confiar por la izquierda sin pasar de las probaturas. El toro se le había cernido antes por ese lado pero fueron evidentes las pocas ganas de El Juli de manejar la zurda. Hubo detalles de calidad, que fueron por los que pujaría el público para pedir la oreja. En el quinto, que brindó a Álvaro Domecq Romero, no pasó nada. Un largo trasteo mecánico tibio con el publico silente y la banda tocando ante la indiferencia general. Fue un toro con carencias, sí, pero tampoco El Juli se peleó con él, ni mucho menos puso lo que no tenía el toro. Si que logró calentar al público escasamente con el atisbo de buen toreo de un cambio de mano final y las luquesinas de remate. La estocada traserísima con su peculiar estilo y los cinco descabellos terminaron con aquello. La oreja en su primero y la ovación en su segundo fueron más bien un me alegro de volver a verte por Jerez.

El peruano-español sale a hombros cortando cuatro orejas y un rabo

Talavante por su parte fue una sombra. Conforme o resignado ante su primero, un toro sosete que tampoco aportó mucho, optó por ir a otra cosa mariposa. Su segundo, al que recibió con un farol, tal vez acusó un costalazo y se le vio tocado en banderillas. Los tanteos sin sustancia de Talavante dieron paso a que buscara la espada con el enfado de parte de los contribuyentes, que esperaban un poco más para convencerse de que el toro no tiene nada que ofrecer.

Actitud. La que tuvo Roca Rey que borró a las dos figuras del mapa. Y variedad, y ganas, y dominio del escenario moviéndose casi con modestia pero con entrega. Variedad con el capote: paró a su primero con verónicas y chicuelinas y lo quitó con seis lances de ramillete: chicuelina, tafallera, otra chicuelina, la caleserina y la media.

Para la muleta calentó al público con un cambio de escalofrío y estatuarios y en la losetilla cuajó al noble toro por ambos pitones extenuando la embestida al natural. Un toro que tuvo su punto de manso y amagó con irse pero que tuvo a un torero que sí que puso lo que el toro no tenía. Andrés le sacó todo lo que podía dar el animal, rematando como Bernadó. Dos orejas y ovación al toro.

Con el sexto, de tener la actitud conformista de sus compañeros no hubiéramos visto la faena de la tarde, porque el toro pareció el peor de todos hasta que Roca Rey lo embarcó al natural en la faena de muleta. Picado levemente, fue reservón y paradote en los primeros tercios, como enterándose y desparramando la vista por la tropa de toreros y acudiendo a lo justo en los primeros muletazos.

Pero rompió a embestir al natural, desplazándose y con son para permitir que Roca Rey hilvanara una gran faena sobre la base del natural y rematando torerísimamente por bajo y echando todo el toro por delante -de nuevo porque ya dejó excelentes pases de pecho en su primero- en los obligados para abrochar las series.

Toreo serio y mucha altura al natural, y también de temple con la derecha, prolongando largamente el viaje para cerrar con el remate de los estatuarios y la fenomenal y decidida estocada. Así hay que venir a Jerez.

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