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Paco Ureña impacta y roza la puerta grande en Las Ventas

Paco Ureña sufrió una cogida, afortunadamente sin consecuencias.

Paco Ureña sufrió una cogida, afortunadamente sin consecuencias. / reportaje gráfico: chema moya / efe

Paco Ureña, con verdad, volvió de nuevo a dejar huella en Las Ventas, que a día de hoy es su plaza, y consiguió el único trofeo y rozó la puerta grande en una tarde en la que Luis David Adame confirmó la alternativa y Sebastián Castella se enfrentó al lote menos franco de una corrida encastada y de desigual presentación y juego de Núñez del Cuvillo. Sin duda, lamentamos la baja de Antonio Ferrera en esta Feria de Otoño, convaleciente tras un grave percance y que ha conquistado a la mayoría de los aficionados en esta temporada, como sucedió en la pasada Feria de Abril.

En Las Ventas, con una buena entrada, Paco Ureña cuajó una actuación presidida por la seriedad y la autenticidad. Ante su primero, bajo, acapachado y feote, que fue protestado por su volumen, flojo y que resultó noble, Ureña concretó una faena marcada por la suavidad en los muletazos y que fue a más. En corto, cruzándose y rematando atrás, consiguió valiosos pases. Un cambio de mano ligado a uno de pecho elevó el tono. El epílogo, con ayudados y remates de calidad, enloqueció al público. Mató de estocada y cobró el único trofeo concedido en la tarde.

El murciano consigue un trofeo y Adame, en su confirmación, y Castella, de vacíoSe lidió una corrida de Núñez del Cuvillo, encastada y de desigual presentación y juego

El quinto, bajo, bien armado, fue protestado por un sector del público por falta de remate. Fue un auténtico regalito: cabeceó en varas, echó la cara arriba en banderillas y en la muleta resultó peligroso. Ureña, que trató al cuvillo como si fuera una hermanita de la caridad, planteó una faena muy ambiciosa, basada en un valor descomunal y una quietud escalofriante, en la que llegó incluso a cuajar una serie al natural. El toro, en cuanto vio una ventana, le propinó una tremenda voltereta al murciano, que se tiró a morir en la suerte suprema, saliendo rebotado a cambio de una estocada caída. Afortunadamente, se libró de un percance serio. Fue ovacionado. De estocada certera, posiblemente hubiera conseguido otra oreja y abrir la puerta grande.

Luis David Adame destacó con variedad en el capote y realizó dos faenas de distinto calado. Confirmó con Esparraguero. un toro negro, bien armado, que derrochó movilidad y embistió con buen tranco y nobleza y que fue ovacionado en el arrastre por sus virtudes. El mexicano, a quien cedió los trastos Castella, comenzó en los medios con muletazos por la espalda y en el toreo fundamental, tras una tanda con la diestra con ligazón, no llegó a acoplarse. El toro se abría tras la muleta y el torero abusó de muletazos desceñidos. Mató de estocada desprendida y hubo división de opiniones, predominando las palmas.

Adame dejó buena imagen, por raza y entrega, ante otro buen toro de Cuvillo. El mexicano despuntó en unas gaoneras enmarcadas en la quietud. Comenzó su faena de rodillas, a punto de ser herido. Con la muleta, logró una serie de nota alta, con ligazón. En otra tanda llegó a enroscarse literalmente el toro. Y en otra hilvanó una capeína, un par de falleros, un cambio de mano y un pase de pecho que arrancaron una gran ovación. Cerró por bernadinas. La obra era de premio pero precisó de dos pinchazos y una media y el balance quedó en una fuerte ovación.

Sebastián Castella se enfrentó a un lote difícil. Su primero, burraco, cuesta arriba, no convenció por su trapío a la parroquia, que lo protestó de salida. El toro, suelto en varas, fue complicado y acometió con cierta aspereza. A Castella, que comenzó en los medios, por alto y a pies juntos, le faltó acople y limpieza en su labor. Mató de estocada y fue nuevamente silenciado.

El cuarto, de aceptable presentación, fue un toro con movilidad, pero sin clase y complicado. Castella realizó una labor desigual. Comenzó con muletazos por la espalda en los medios y de largo consiguió dominar al toro con la diestra. Por la izquierda, el animal se quedó corto y lanzó tornillazos. Mató de estocada y de nuevo silencio.

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