Toros

Ginés Marín, por la puerta grande en su presentación en Santander

FERIA de santander Ganadería: Toros de Núñez del Cuvillo, de dispares hechuras. pintas y juego, con el denominador común de la nobleza, flojedad y falta de poder. TOREROS: José Antonio 'Morante de la Puebla', de verde y oro. Casi entera (palmas). Estocada y descabello (silencio). Alejandro Talavante, de azul y oro. Estocada (saludos tras ovación con petición de oreja). Dos estocadas (oreja). Ginés Marín, que se presentaba en esta plaza, de grana y oro. Pinchazo y estocada (oreja). Estocada (dos orejas). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Santander. Más de tres cuartos de entrada. Ginés Marín salió a hombros.

La primera corrida de toros de la Feria de Santander de 2016 tuvo escasos momentos brillantes y de emoción, en gran medida por un encierro de Núñez del Cuvillo, de dispares hechuras y juego, con el denominador común de la nobleza, flojedad y falta de poder.

Ginés Marín, quien se alzó como el triunfador del festejo, cortó tres orejas. Impresionó por su valor ante el tercero, bajo, que llamó la atención por su pinta jabonera y al que recibió con una variedad capotera encomiable, toreando a la verónica de rodillas y en una saltillera de infarto, al cambiar en el último segundo el viaje del toro o, ya de pie, dibujando gaoneras. Se esforzó ante un animal noble y sin motor, que se apagó tras un par de tandas en un trasteo que comenzó con una serie de rodillas en el que intercaló una inverosímil arrucina con la que metió el miedo en el cuerpo al público y en el que el toro le rajó la taleguilla a la altura del muslo izquierdo en una colada que quedó, afortunadamente, en un susto. Mató de pinchazo y estocada -curiosamente partió la empuñadura- y cobró la primera oreja del festejo.

Con el sexto, de capa negra y grandote, que embestía con nobleza, aunque se salía suelto de las suertes, Marín volvió a poner toda la carne en el asador en una labor que comenzó con un toreo relajado y despacioso y que continuó con muletazos de buen corte, cerrando con un desarme y unas manoletinas. Con el público rendido, fue premiado con dos orejas tras una certera estocada.

Alejandro Talavante se mostró porfión ante el segundo bis -el titular fue devuelto tras derrumbarse antes de ser picado-, un animal sin poder y que embestía rebrincado. Con el quinto, un toro de pelaje melocotón de dulce calidad, aunque justo de revoluciones, el pacense toreó bien a la verónica. La faena tuvo dos tramos bien diferenciados: un primero en el que brilló al natural y en una serie diestra, intercalando una arrucina, con un cambio de mano deslumbrante y un segundo que acabó en un arrimón ante un toro ya muy apagado. Mató de dos estocadas y fue premiado con una oreja.

Morante de la Puebla, salvo un par de verónicas, no tuvo opción a lucimiento con el colorado, inválido y noble primero, que no se tenía de pie. Con el cuarto, otro colorado con buenas hechuras y condiciones, aunque también flojísimo, se lució en un quite por chicuelinas y dibujó algún muletazo suelto con sabor.

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