Toros

Fallece el fotógrafo taurino Canito a los 103 años

  • Decano de su gremio, recibió en 2014 el Premio Nacional de Tauromaquia. Su popularidad se disparó con el reportaje de la cornada mortal a Manolete en Linares, que dio la vuelta al mundo.

El popular fotógrafo taurino Francisco Cano Lorenza “Canito”, nacido el 18 de diciembre de 1912 en Alicante, ha fallecido en la madrugada de hoy miércoles 27 de julio a los 103 años de edad. Cano se encontraba desde hace quince días en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la localidad valenciana de Liria. 

La capilla ardiente se instalará hoy a partir de las 12:00 en la plaza de toros de Valencia. Mañana tendrá lugar la misa funeral a las 13:00 horas en una iglesia cercana.

Canito, decano de los fotógrafos taurinos, recibió en 2014 el Premio Nacional de Tauromaquia. Trabajó en numerosos medios y adquirió gran  popularidad tras inmortalizar la cogida mortal de Manuel Rodríguez 'Manolete' en Linares, cuyo reportaje dio la vuelta al mundo.

Con motivo de su 95 cumpleaños le realizamos la última entrevista en Sevilla, donde acudió para cubrir la Feria de Abril de Sevilla a la que no faltó desde que comenzó su singladura en la fotografía.

Alma de torero

Desde que a mediados del siglo XX se convirtió en el fotógrafo más popular y reconocido en el planeta de los toros, con la vuelta al mundo de su reportaje sobre la cogida mortal de Manolete en la plaza de Linares en 1947, Curro Cano, conocido en el orbe taurino como Canito, era uno de los miembros más queridos y respetados de la familia taurina. Los toreros lo hicieron suyo por su casta y amor al toreo. Era uno de ellos. 

Canito batió todas las marcas y estadísticas taurinas: sumó más kilómetros que ninguna figura del toreo y plasmó más de diez mil corridas, capturando en imágenes más de un millón de escenas. 

Una vida de cine

En manos de un guionista de Hollywood, su vida hubiera impactado en el cine. Siendo un adolescente fue profesor de natación y a los 17 años se hizo boxeador por amor propio. Nos contó en cierta ocasión que iba a entrar con un amigo en un portal y otro chaval no les dejaba. Se enfrentó a él, huyendo su amigo. Canito se lio a puñetazos con aquel hombre y por cada puñetazo que le daba, recibía veinte. Pasado el tiempo se enteró de que aquel joven era campeón de boxeo de Levante. Canito se metió en el mismo gimnasio y allí hacía guantes con el boxeador, al que aprovechaba para atizarle fuerte. “¡Pero si estamos entrenando!”; le decía. -”Perdona”; le replicaba Canito. Y así uno y otro día le lanzó tremendos puñetazos hasta que le contó la historia al boxeador de porqué se le iba la mano y terminaron siendo amigos. Se preparó tan a fondo que le contrataron en Barcelona. Lo dejó por su madre, que lo pasaba fatal. 

Después de sus experiencias como nadador y boxeador, probó suerte en el mundo del toreo, saltando como espontáneo en varias ocasiones en distintas plazas. Conoció la dureza de la Fiesta, lidiando toros de todo tipo y condición en cosos de la provincia de Madrid y también en otros de la zona de Soria, por donde toreó una treintena de novilladas sin caballos. 

Con picadores debutó en Puertollano, en 1941, en un mano a mano con Angelete. Pero su sueño no cuajó y tomó un nuevo camino, el de la fotografía. Literalmente, me contó: “Vivía en Madrid y allí Gonzalo Guerra Banderas me ayudó mucho y me salvó de que me reclutaran para la guerra. Hicimos una cámara. Toreaba un peruano y le gustaron tanto las fotografías que me encargó muchas y me pagó muy bien. Llegué a torear en alguna ocasión y tiraba fotos desde el callejón, vestido de torero”.

En aquellos comienzos en la fotografía taurina tuvo en sus manos una cámara Leika, “que para mí son las mejores” y hasta llegó a nuestros días con una Nikon. Curro Cano aseveró: “He asistido a más de diez mil corridas. Si en cada una he tirado un promedio de cuatro carretes de treinta y dos fotografías cada uno he sumado más de un millón de fotografías”. Además de sus reportajes taurinos en las plazas de toros, en el campo o en actos sociales, Canito realizó multitud de reportajes a las grandes estrellas de cine, a intelectuales, a literatos y mantuvo relación con actores de la talla de Gary Cooper, Deborah Kerr, Gina Lollobrigida y los escritores Ernest Hemingway y Orson Welles.

Sus toreros y Sevilla

Sus toreros predilectos fueron Manuel Rodríguez 'Manolete', Pepe Luis Vázquez, Manuel Álvarez 'El Andaluz', Carlos Arruza y Luis Miguel Dominguín, con quien trabó una gran amistad y algunas de cuyas fotos, inéditas, que vieron la luz en el libro 'Luis Miguel, el número 1'. 

De todos los toreros que conoció y fotografió a lo largo de más de medio siglo, Cano afirmó: “Los que mejor han dado han sido Manolete, por su empaque y personalidad y Pepe Luis Vázquez, por su naturalidad”.

Curro Cano, quien asistió durante más de medio siglo ininterrumpidamente a la Feria de Abril, mantuvo amistad con la familia Vázquez, Diodoro Canorea y vivió decenas de historias y tertulias con Belmonte, Rafael el Gallo, Cossío y los Algabeños en Los Corales, The Sport y el Gran Britz, aquellos cafés que hoy son en su mayoría son tiendas de ropa. Quien conoció como nadie todas las plazas de España, confesó que “en Sevilla se ven los toros como en ningún otro sitio y la Maestranza es la mejor plaza para disfrutar con el toreo”.

Canito, que se nos ha ido a los 103 años, nos dejó afortunadamente un dilatado e importantísimo periodo de la tauromaquia con miles y miles de imágenes e historias gracias a su magnífica visión de fotógrafo y a su alma torera. 

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