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Aljarafe

El plan para "coser" la ladera que se mueve en Tomares costará 5,7 millones

  • Toda la zona será monitorizada para detectar desplazamientos, como los que se esperan que se produzcan con las lluvias de la primavera.

La ladera en la que se asienta la urbanización Sport Aljarafe de Tomares y en la que se ha detectado un riesgo "inminente" de deslizamiento será monitorizada al completo con medidores en bordes, casas y en profundidad y un sistema de avisos telemáticos para detectar, en tiempo real, cualquier movimiento que se produzca y en cualquier elemento. Porque los expertos dan por hecho que el deslizamiento "excepcional por la profundidad del mismo" y con "forma de cuchara" que sufre esta zona de la cornisa del Aljarafe, junto al Manchón, sigue activo y, como pasó tras las primeras lluvias torrenciales del otoño, habrá otro movimiento importante con las precipitaciones de la primavera, que habrá que calibrar.

El ingenerio de edificación David Lugo -que con la arquitecta Mercedes Gómez, firma el estudio geofísico, el cálculo de la estabilidad de la ladera y las medidas correctoras que se han propuesto- precisó ayer tras la presentación de las conclusiones en el Pleno municipal que no se descartan que sean necesarios más desalojos. Once familias han tenido ya que abandonar sus casas en el borde noreste del talud. Aunque las medidas que se van a empezar a tomar deben evitar decisiones más drásticas.

"Tiene solución", destacó. Se ha aplicado en otros municipios, como Carmona o las localidades jiennenses de Beas de Guadix o Linares, también con problemas de deslizamiento de laderas. A grandes rasgos, se trata de "coser" el terreno, inyectándole hormigón a distintas alturas y en forma de abanico -primero una inyección central, luego a los lados-, por distintas zonas y siguiendo un determinado orden -primero al pie del talud, luego en la ladera y en la cabecera- para ir asegurándolo.

Eso sí, esa solución será costosa. En Tomares roza los 5,7 millones de euros sin incluir la reurbanización, la reposición de las infraestructuras de saneamiento o los daños en las viviendas y, tras la finalización de todo el proceso, que durará al menos un año y medio, requerirá de un mantenimiento. Es una cantidad y un problema que exceden las competencias y capacidad de este municipio de 25.000 vecinos. De ahí que, desde el 10 de marzo, a las dos horas de registrarse el informe técnico, el alcalde José Luis Sanz (PP) activara el Plan de Emergencias Municipal para movilizar al resto de administraciones, que también van a implicarse, según se precisó ayer.

Según la concejal de Urbanismo de Tomares, Lola Vallejo, aún desconocen cómo se va a financiar tal cantidad. Pero aseguró que la Delegación del Gobierno de la Junta lo está estudiando a la vez que las medidas necesarias se ponen en marcha. El Ayuntamiento habilitó ayer ayudas al alquiler, que podrán ser de hasta 600 euros al mes, para las familias que ya están o pueden ser desalojadas más adelante y que durarán hasta finales de 2019 o hasta tres meses después de la consolidación de la ladera. También se han previsto otras para la mudanza y el coste del guardamuebles. El fondo es de 66.000 euros. Vallejo espera que, a través del Ministerio del Interior, se puedan lograr otras ayudas para rehabilitar viviendas de las previstas para zonas afectadas por emergencias o catástrofes.

La situación, en cualquier caso, tiene repercusión más allá de las 127 viviendas que configuran esta urbanización, construida a finales de los años 80 y en la que los vecinos aseguran que casi siempre han tenido problemas por el movimiento del terreno. En el entorno, hay un parque comercial, otras viviendas ubicadas en el Camino Viejo y vías de comunicación principales, como la carrretera Camas-La Pañoleta (avenida de Cala) y la carretera A-8082-R por las que transitan miles de personas y vehículos a diario.

Según estos técnicos de la empresa Túneles y Geomecánica S.L., los muros de contención de la ladera están "aguantando", pero también están en una situación de riesgo real. Si por ley el llamado "factor de seguridad" en una ladera urbana debe alcanzar como mínimo el valor de 1,5; todos los sectores analizados en esta zona están por debajo del 1. En las zonas ya desalojadas son del 0,7 en algún caso, "el riesgo es real", insistieron.

Durante el Pleno, los técnicos precisaron que además de esa monitorización de los elementos de la urbanización, como medidas correctoras inmediatas se van a inspeccionar las redes hídricas -tuberías de abastecimiento y saneamiento- para corregir cualquier fuga y evitar al máximo los aportes del agua a la ladera.

Aunque el terreno es el ya conocido de la cornisa del Aljarafe -arcillas limosas y, en un estrato más profundo, las margas azules del Guadalquivir- aquí el problema de deslizamientos se ha agravado por el agua. La de la lluvia, pero también la que podría venir de escapes de tuberías, más frecuentes de lo habitual por las roturas que propicia el terreno al moverse. También se va a poner una red de drenaje y "sacrificio": tubos de agua que alivien la "presión hidrostática", que luego se tendrán que sustituir por otros sistemas de drenaje permanente.

Aunque "la madre del cordero", según las palabras del propio técnico, para estabilizar la ladera son esos "contrafuertes de terreno mejorado mediante inyecciones armadas" o "abanicos" que se irán incrustando en el terreno aprovechando la debilidad del mismo, cosiendo esos puntos de rotura que se han detectado a mucha más profundidad de la que se creía, a unos 12 y 24 metros, respectivamente. Se estima que todo el proceso durará al menos un año y medio y después requerirá también de un "tratamiento perpetuo".

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