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Sociedad

"Les vi bajar y saltar al agua"

  • Cientos de personas se deslizaron por una pendiente para huir del fuego

"Los vi bajar, era un grupo de tres personas, fueron hacia la dirección equivocada y saltaron", contó ayer angustiado Xavier Mallol cerca de la playa de Portbou, donde se declaró el devastador incendio.

El domingo, tres franceses abandonaron su vehículo e intentaron huir de las llamas que acosaban el acantilado sobre el que pasa la carretera que une a España con Francia.

"En lugar de volver hacia el pueblo, bajaron a la izquierda, la costa, y se encontraron atrapados", señala este ingeniero informático. "Primero saltó el padre, luego una mujer".

El hombre murió enseguida. Su hija de 15 años fue rescatada minutos después pero falleció también. La madre está en la UCI de un hospital.

Los otros dos hijos de la familia, un niño de nueve años y una chica de 18, se encuentran hospitalizados; el menor en la UCI pediátrica del mismo centro y la chica en observación con diagnóstico favorable.

"Desde aquí hay que saltar un metro para llegar al mar, no lo hicieron suficientemente lejos y chocaron contra la roca", relató el alcalde de Portbou.

Muchos huyeron de las llamas cuando se vieron en una carretera rodeada de vegetación en el trayecto que une Portbou, en España, con Cerbère, en Francia y hacia donde fueron desviados los conductores bloqueados entre Le Perthus, Francia y La Junquera, en Cataluña.

Con la saturación del tráfico, la ruta turística y su paisaje se transformaron en una trampa infernal. Se formó un atasco "y suponemos que alguno arrojó una colilla de cigarrillo por la ventana de su coche", explica el alcalde.

Empiezan las horas de pánico general. Las llamas crecen y avanzan en dirección a Francia. Encerrados, los conductores dejan sus coches y un centenar de personas se lanza hacia el mar.

Mientras el humo cubre el Mediterráneo y las llamas ganan terreno, recorren cien metros de pendiente, entre cactus y vegetación, bajo la mirada aterrada de la gente que está en la playa, ante un frente de llamas gigantescas.

Abajo, los habitantes se organizan. Unos buscan a los náufragos de la ruta en el empinado camino costero, otros suben a sus barcas para rescatar a quienes tienen dificultades en el mar.

Eugène Mascort cuenta que a una niña que no podía caminar alguien la llevó al agua y la subió a una embarcación, como un hombre de más de 90 años que intentaba caminar solo pero no podía.

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