Sociedad

Los héroes antimafia

  • Durante años, los capos del sur han intentado controlar casi todo el poder pero el Estado de Derecho y las personas que lo respaldaron lograron acabar con ellos

Vincenzo, padre de un policía valiente, Antonio, un empresario antiextorsión y Giovannni Falcone, el juez emblema de la lucha contra Cosa Nostra, la mafia siciliana, asesinado hace 20 años, son tres héroes que Italia no quiere olvidar.

La historia de Vincenzo Agostino, un jubilado de 75 años, está profundamente entrelazada con aquella de Falcone y a su manera con la de Antonio Catalano, que sigue luchando contra los tentáculos de la mafia.

Como el juez Falcone, el policía Nino murió con su joven esposa encinta a los 29 años de mano de sicarios pagados por la mafia después de que había descubierto un bolso lleno de dinamita preparado contra Falcone.

Su padre juró que no se cortaría más nunca los cabellos ni la barba hasta que no descubrieran a los responsables de la muerte de Nino, que en 1989 había salvado a Falcone de un atentado mientras estaba de vacaciones en la playa siciliana de Villa Adaura, en la costa del Mediterráneo.

"Verán, un día se sabrá que su hijo es un héroe, me garantizaron entonces los magistrados", rememora el padre, Vincenzo.

Acompañado por su esposa, una siciliana vestida rigurosamente de negro desde la muerte de su hijo, los padres de Nino reclaman justicia.

Los misterios que rodean la muerte del policía, convencido de que el atentado fallido contra Falcone había sido ordenado por centros ocultos de poder y no directamente por la mafia, se entrelazan con aquella de Falcone, cuyo automóvil voló por orden de sus enemigos con una tonelada de explosivos, activados por control remoto el fatídico 23 de mayo de 1992.

En el vehículo blindado en que viajaba por la autopista Palermo-Trappani, a 20 kilómetros de la capital de Sicilia, se encontraba el magistrado, que tres días atrás había cumplido 53 años, su esposa y tres agentes de su custodia: todos murieron.

Un enorme obelisco rojo fue construido en el lugar donde murieron, mientras una caseta, edificada a la derecha, sobre una colina, indica el punto del que el temido Giovanni Brusca, autor de al menos 30 ejecuciones mafiosas por orden del capo Toto Riina, pulsó el mando que hizo saltar por los aires al juez Falcone.

"Los responsables están entre los ejecutivos de cuello duro, allá en Roma. La mafia es sólo el brazo armado, un dragón con muchas cabezas", sostiene Vincenzo.

"Fue un complot de Estado", insiste el anciano, tras mencionar el asesinato, tan sólo dos meses después, el 19 de julio de 1992, del otro juez símbolo de la lucha contra la mafia, Paolo Borsellino, amigo y colega de Falcone.

Borsellino fue asesinado junto a sus cinco escoltas por un coche bomba cargado con 100 kilos de dinamita, en Palermo, cuando iba a visitar a su madre.

El sacrificio de los dos jueces no fue en vano, sostiene el coronel Giuseppe D'Agata, director en Palermo de la Dirección de Investigaciones Antimafia, un servicio de inteligencia moderno que impulsó Falcone.

"La figura del magistrado que trabaja solo contra la mafia o del policía independiente desapareció. Ahora tenemos estructuras especializadas que coordinan la actividad de la policía y de los jueces", cuenta.

La detención de los mayores capos de la mafia, como Toto Riina y Bernardo Provenzano, terminaron por debilitar a la organización, así como las leyes para la confiscación de los bienes acumulados. "Ahora logramos conocer el organigrama de Cosa Nostra, seguir el flujo del dinero", explica D'Agata.

Pese a ello, Antonio Catalano, 46 años, empresario del sector de la construcción, fue objeto durante cinco años, de 2006 a 2011, de numerosos intentos de extorsión.

"Temía que le hicieran algo a mi familia", cuenta, tras recordar las repetidas visitas de desconocidos para pedirle "un regalo" para el capo de la mafia.

1992

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