San valentín

La fuerza de las emociones

  • La investigación en neurociencias trata de explicar el papel del amor o la tristeza en el desarrollo de algunas enfermedades

El estudio de la influencia de las emociones en el estado de salud y en el desarrollo de algunas enfermedades es un campo en el que la ciencia va, poco a poco, aportando pistas. La implicación de lo emocional en la salud sexual o en procesos psiquiátricos o problemas psicológicos es estrecha y, a priori, evidente. Pero, ¿puede el amor hacernos más fuertes?, ¿existe una relación entre las emociones positivas u optimistas y nuestro sistema inmunológico?, ¿se puede ver el amor en el cerebro? La ciencia habla al respecto.

Algunas investigaciones han demostrado cómo, cuando a un sujeto animal se le somete a estrés, forzando su infelicidad, su sistema inmunológico decae y mueren. De modo contrario sensaciones plenas hacen que la relación entre estado psíquico y físico se condicionen mutuamente. Si el gran motor emocional es el cerebro, las neurociencias serán las que en los próximos años definan cómo somos y porqué amamos.

De entrada el amor es, en términos metafóricos, biológicamente medible. Un estudio centrado en madres jóvenes realizado por investigadores de el University College London (UCL) ha demostrado que el amor maternal y el amor en una pareja (que los autores denominan romántico) activan las mismas regiones específicas del cerebro, y dar lugar a una supresión de la actividad neuronal asociada con la visión crítica de los demás y las emociones negativas. “Los resultados sugieren que una vez que uno está muy familiarizado con alguien, la necesidad de evaluar el carácter y la personalidad de esa persona se reduce, y nos acercan a explicar porqué, en términos neurológicos, existe el amor ciego”, explica Andreas Bartels, del Departamento de Imagen y Neurociencias de dicha universidad londinense.

Desde varios frentes científicos se ha defendido que, sin minusvalorar campos como la genética o la biología molecular, este será el siglo de los estudios del cerebro. De hecho, uno de los líderes mundiales en este campo Semir Zeki , también de la UCL, centra sus trabajos en la búsqueda de los mecanismos neuronales y biológicos de la creatividad, la belleza y el amor después de recibir más de 1,3 millones de libras de la Wellcome Trust, en el Reino Unido. Presupuesto ambicioso para una misión ambiciosa: “responder a cuestiones fundamentales sobre lo que significa ser humano”, explica.

Lejos de proyectos multimillonarios, el despeje de algunas de estas incógnitas viene de otras especialidades que anhelan medir el impacto de las emociones en determinadas enfermedades.

Así, un estudio impulsado y desarrollado por el área de investigación del asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, y llevado a cabo en 33 hospitales españoles, ha demostrado que existe una relación entre las crisis casi mortales por asma y la alexitimia, un trastorno psicológico que consiste en la incapacidad del sujeto para identificar sus emociones y la imposibilidad para darles expresión verbal. Esta peculiaridad psicológica está muy extendida entre la población, y su prevalencia oscila entre un 8 por ciento y un 19 por ciento de la población mundial, registrando valores más elevados en individuos que padecen algún tipo de enfermedad crónica. El estudio demuestra que los asmáticos alexitímicos que tomaron parte en la investigación, sufren con más frecuencia crisis casi mortales, probablemente al no percibir correctamente los síntomas del asma, y al no ser capaces de actuar consecuentemente.

En la cara opuesta de la moneda, el alcance de los sentimientos negativos también tiene efecto en la salud. En un estudio a largo plazo en 1.200 varones, investigadores de la Facultad de Medicina Johns Hopkins explicaron que aquellos que sufrían de depresión tenían el doble de posibilidades de desarrollar complicaciones coronarias o sufrir un ataque cardíaco quince años más tarde.

Un trabajo publicado el año pasado por la Universidad de Buffalo trababa de explicar ese algo que puede definir por qué dos personas se enamoran. Es en realidad una suma de varios elementos que han de producirse en un cierto orden, en el momento oportuno y en el lugar adecuado. “Hay varios tipos de procesos químicos necesarios en las relaciones amorosas”. Así, alude a procesos implicados en los sentidos (especialmente el olor y las feromonas) y un neurotransmisor, la dopamina, que “es sin duda uno de los elementos implicados en las propiedades gratificantes del amor y el sexo”, explicaba Mark Kristal, autor de la investigación.

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