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Al puro estilo Jiménez

  • Alegrón Un gol de Jesús Navas a poco del final le da un gran triunfo al Sevilla sobre un Atlético al que distancia en 8 puntos y el 'average' Constancia Los blancos fueron fieles a las ideas de su entrenador

Triunfo grande del Sevilla para otear el horizonte con optimismo y, sin ánimo de pecar de oportunista, bajo el libreto de Manolo Jiménez. El gol de Jesús Navas, cuando al Atlético de Madrid ya no le quedaba tiempo para nada, provocó un alarido de placer en todo el sevillismo y enterrará muchos debates entre esa legión de contrarios a los métodos del entrenador arahalense. Porque el fútbol es eso, ganar, ganar y ganar. Un gol tiene un poder amnésico tremendo y, sobre todo, provoca una felicidad suprema a quienes profesan la fe balompédica del equipo que los consigue.

Porque a quién le importa a estas alturas que los blanquirrojos nervionenses renunciaran durante todo el partido de ayer a la posesión del balón en pos de llegar lo antes posible al marco de Leo Franco. A quién le importa que el máximo responsable de la parcela técnica dentro de la plantilla optara por aislar a Kanoute para buscar el vértigo que pudiera aniquilar al adversario. A quién le importa, incluso para los más puristas, que el imberbe José Carlos saltara al campo por Diego Capel, un hombre que no había comenzado como titular y que tuvo que salir en sustitución de Romaric. A quién le importa en definitiva que el balón fuera de un lado a otro sin que tuviera un dueño definido en ningún momento. A nadie, absolutamente a nadie, dentro del sevillismo, la única cuestión que tiene trascendencia es que el Sevilla ya tiene 44 puntos en su casillero clasificatorio y, aunque nada sea definitivo aún, ésos son 8 más de los que posee el superequipo de Kun Agüero, Forlán y el resto de las estrellas que se inventan por la capital de las España.

Es tan sencillo como eso. Se trata de mantener el orden el máximo tiempo posible, correr riesgos sólo cuando es conveniente para los intereses propios, correr sin desmayo y aguardar a que la calidad de uno de tus futbolistas decante la balanza a favor del Sevilla Fútbol Club. Ése fue el método que tantos éxitos le proporcionó al Sevilla Atlético cuando Manolo Jiménez era su entrenador y acabó con el filial en la segunda categoría del fútbol español después de una infinidad de ascensos. Basta con repasar los resultados de aquellos tiempos del conjunto que ahormaba Jiménez para comprobar que fuera de casa sumaba mucho más que dentro y que al calor de los suyos se bastaba con los uno a cero para solventar los partidos, si es que lo hacía. ¿Les suena de algo, verdad, a los seguidores del conjunto nervionense en la actualidad? Por ello, resulta cuando menos extraño que muchos se sorprendan por esa manera de entender el fútbol por parte de Jiménez, dado que son muchísimos años dentro de la casa blanquirroja.

En el día de ayer, el método estaba muy claro desde el principio y el Sevilla se dedicó a ello con una fe que puede resultar incluso sorprendente por cómo lo siguieron sus futbolistas. La pelota tenía que ir no rápida, sino rapidísima, en busca de los delanteros. Nada de elaborar, nada de tocar, balones a los elementos más adelantados cuanto antes. Lógico, por tanto, que las pérdidas fueran innumerables, que el esférico jamás perteneciera a Renato y Fazio, la pareja de medios centro desde el arranque puesto que Romaric comenzó como interior izquierdo hasta que se lesionó y Perotti era el segundo delantero. El riesgo era el máximo en la búsqueda de las espaldas del Atlético y se creía en ello o no se creía.

A la vista del resultado final, la fe se mantuvo inalterable hasta cuando parecía imposible que así fuera. Y fue Jesús Navas quien supo hallarle las espaldas a un equipo que ya había quemado sus naves en busca del triunfo con Agüero en la cancha. Fazio supo ver el desmarque, siempre hacia dentro, y el extremo de Los Palacios definió como no suele hacerlo, con un pase al recogepelotas que estaba detrás de la red. No pudo ser más preciso en su ejecución.

Fue la guinda para un pastel que había tenido una elaboración complicada. El Sevilla, aunque pueda no parecerlo, corrió muchos riesgos, ya que su apuesta fuerte por un desgaste físico que le podía traer consecuencias. Las carreras en ruptura provocan un desgaste increíble y eso podían pagarlo los hombres de Jiménez en el tramo final. Cierto que también el Atlético se dejaba hasta la última gota del combustible en esa presión que propone Abel en el centro del campo.

El partido, evidentemente, no resultaba agradable para el espectador medio, pero los entendidos se frotaban los ojos ante semejantes planteamientos. Y con esas propuestas tan bien formuladas sólo podía resultar ganador quien acertara ante el marco. El Atlético, sin duda, tuvo sus oportunidades, no muchas pero les llegaron, aunque Pérez Lasa sólo consignó el acta del partido el gol de Jesús Navas en el minuto 87 del encuentro. Lo demás pertenece ya al reino de los debates, pues el Sevilla, de momento, ha dejado atrás a uno de sus rivales directos, y lo hizo al más puro estilo Jiménez.

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