Sevilla FC

Un 'millennial' de fiesta en fiesta

  • El partido del 21 de abril, decimoséptima final del Sevilla en el siglo XXI y novena de Copa en su historia, destaca al club en la élite del fútbol desde aquel 2006

Finales del Sevilla. Finales del Sevilla.

Finales del Sevilla. / Dpto. Infografía

De soñar durante 58 años, con todas sus noches y sus días, con ganar un título, al indescriptible gozo de levantar nueve en una década, la que va de mayo de 2006 a mayo de 2016. De ansiar el hecho de disputar una final durante 44 interminables años -desde aquella de la Copa del 62 que supuso el primer partido televisado en España, hasta la noche del nirvana en Eindhoven-, a disfrutar nada menos que de ¡diecisiete! desde aquella inolvidable noche en Holanda hasta el próximo 21 de abril, sábado de Feria para más señas.

La explosión deportiva del Sevilla Fútbol Club desde aquel gol de Puerta en otra jubilosa Feria causa asombro por su magnitud.

De final en final. Así se escribe el presente del club de Nervión, que ayer, en una gélida noche, prendió otra hoguera triunfal y se ganó por méritos propios luchar por la sexta Copa de su historia. El nuevo Sevilla, este millennial que ha nacido con el nuevo siglo, disputará con la próxima de farolillos su cuarta final de Copa desde 2007. Hasta 2006, había ganado tres y perdido otras dos. Cinco en total en más de cien años. Y en 11 temporadas casi iguala el registro de presencias en el partido definitivo. En la gran fiesta del fútbol español.

Este millennial ha salido un fiestero bueno. Va de sarao en sarao y a veces, la mayoría de las ocasiones, regresa a Sevilla, a su casa, con una enorme copa de plata. Va por 17 y si el Barça elimina al Valencia hoy y acaba ganando la Liga, como parece, serán 18 las finales sevillistas de este siglo con la disputa de la próxima Supercopa de España.

De las ocho finales que figuran en sus anales, el Sevilla ha ganado cinco y perdido tres. Y si bien durante muchísimo tiempo todo lo que resplandecía en las filmotecas lo hacía en la limitada paleta cromática que puede aportar el negro y el blanco y su variada escala de grises, aquel equipo que se estructuró sobre una base sólida ya en el siglo XXI, que terminó de pulir Juande Ramos e hizo explotar el malogrado Puerta, devolvió al sevillismo una magia olvidada, desconocida en la mayoría de los casos y que luego, de la mano de Manuel Jiménez, Antonio Álvarez y Unai Emery, volvió a posarse sobre los hombros de cada ilusionado seguidor nervionense. Y ha querido el destino que el equipo blanco reedite una aventura que empezó hace 83 años.

El 30 de junio de 1935 el Sevilla, entonces dirigido por Pepe Brand, aquel menudo y habilidoso punta que lideró junto a Kinké y Spencer la famosa línea del miedo, se presentó en la final de la Copa de España después de eliminar a los dos equipos de Madrid, el Real y el Atlético -entonces Athlético-, lo que no le hizo ser muy bien recibido en Chamartín aquella calurosa tarde en que el Sabadell no fue jamás enemigo para el Sevilla. Los rivales más fuertes de los 16 que tomaron parte de la competición habían pasado por delante del Sevilla en octavos y en cuartos. El Madrid de Zamora, Ciriaco y Quincoces había sido la primera víctima del campeón y en la final el 3-0 se quedaría corto para los méritos contraídos por los de Brand, que con el 0-0 fallaron un penalti. El portero fue el mejor del Sabadell, pero poco pudo hacer. Campanal (2) y Bracero hicieron campeón al Sevilla.

También fue un paseo la segunda final. En 1939, recién concluida la Guerra Civil y aún reorganizándose los equipos, el Sevilla acudió a la cita con un equipo muy poderoso, preparando lo que sería aquel grande que en los años 40-50 era temido hasta por Real Madrid y Barcelona. Por ello la final, una de las dos jugadas fuera de Madrid de las disputadas por el Sevilla, estaba finiquitada ya a la media hora, con un 3-0 en el minuto 27 y un 5-0 al descanso sobre el Ferrol. 6-2 fue el resultado final.

Tuvieron que pasar nueve años para que de nuevo el Sevilla volviera a estar en una cita como ésta, consiguiendo entonces el último de los tres títulos antes del alzado por Javi Navarro en 2007 aún en las retinas de todos los sevillistas sea cual sea su edad. Ya estamos en tiempos de Juan Arza y la víctima, otra vez con un marcador abultado, fue el Celta después de haber dejado en la cuneta a un clásico copero, el Athletic, y a otros dos rivales con resultados escandalosos en Nervión, 7-0 al Castellón y 7-1 a la Real Sociedad en semifinales. Otra vez en Chamartín y con el público madrileño en contra de los blancos, a los que consideraban un rival real, el Celta se adelantó por medio del mítico Miguel Muñoz después de dar un aviso con un balón al poste. Mariano marcaría el empate y el Sevilla se aprovecharía luego de la lesión del portero rival para hacer el 2-1 y, ya en la segunda mitad, sentenciar con tantos de Mariano y Arza.

Antes de la siguiente conquista, las dos amargas finales perdidas ante el Athletic en el 55 y el Madrid en el 62.

Ranking de equipos Ranking de equipos

Ranking de equipos / Dpto. Infografía

La penúltima Copa queda bastante más fresca en la memoria colectiva del sevillismo. La alzó el gran equipo de Juande Ramos. Fue una gran fiesta del sevillismo en Madrid (unos 90.000 aficionados se desplazaron la capital, según la Policía Local madrileña).

Ese bloque ya había hecho historia de la mejor con sus tres conquistas continentales, las primeras de un club andaluz, hasta ahora, al alzar la UEFA de 2006 y 2007, más la Supercopa de Europa de 2006.

Pero esas finales se habían jugado en el extranjero y la cita de Madrid daba la posibilidad a todo el sevillismo de vivir un hecho histórico. Enfrente estaba el Getafe y el equipo de Juande Ramos salió victorioso merced a un gol de Kanoute a los 12 minutos, después de que Palop desbaratara una gran ocasión de Güiza, poco antes, para los madrileños, que en la segunda parte apretaron de lo lindo. Un Sevilla exhausto resistió.

Tres años después, quizá la final que menos celebró la afición por los condicionantes de la difícil relación que mantenía con el entrenador que fue artífice de la clasificación para la misma, Manolo Jiménez, supuso otra gran alegría en la noche del Camp Nou.

La clasificación para la gran cita tras una dura noche en Getafe, en otra memorable actuación de Palop, no levantó la admiración del sevillismo como en el día de ayer, pero el hecho estaba ahí. Jiménez no pudo dirigir al equipo en la final ante el Atlético de Madrid, sino que fue Antonio Álvarez quien se llevó la gloria, claro está que compartida con los protagonistas, empezando por un Kanoute aún presente, por Palop, quien alzó el título, y los canteranos Diego Capel y Jesús Navas, artífices con sus goles de la conquista. Uno llegaría a los cinco minutos y otro con el partido cerrándose... para no dar ninguna opción al rival. A pesar de jugarse a 1.000 kilómetros y un miércoles, día laborable, más de 35.000 sevillistas estallaron de gozo con aquella Copa dedicada a la memoria de Puerta.

La última final vino marcada por la flagrante falta de respeto de los organizadores al que era vigente campeón de la Liga Europa. La conquistó en 2014. En 2015. Y participaba en la de 2016. La posibilidad de que volviera a defender el título en el partido definitivo estaba ahí. Y aun así, fijaron la final de Copa sólo tres días después de la europea en Basilea. Y pasó lo que pasó. Luego retrasaron la final copera un día. Pero el Sevilla, pese a jugar con uno más desde el minuto 36, llegó poco menos que muerto a ese partido y lo pagó. Fue la derrota menos amarga: al regreso a la ciudad, esperaba la afición enardecida para recibir a los pentacampeones de la Liga Europa. A ese millennial de acento sevillano tan conocido en fiestas españolas y europeas.

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