Semana Santa

Nazareno revive con La Isla la gran noche de la tradición

  • La hermandad adentró a La Isla en la recta final de la Semana Santa con una brillante salida y una madrugada de lo más cofrade

OSCURECIÓ pero el brillo de un Jueves Santo redondo y perfecto no se apagó. Continuó a la noche. Y con nuevos bríos. De ello se encargó la hermandad de la Expiración, que nuevamente protagonizó una salida procesional memorable que consiguió mantener esa gloria -la gloria cofrade de un Jueves único- intacta y bien viva hasta que llegó la madrugada del Viernes Santo: la gran noche de La Isla. Incluso ese esplendor cofrade creció, se multiplicó y se derramó por el centro de La Isla cuando los hermanos de fila del Nazareno iluminaron la calle Real con sus cirios encendidos desde la salida.

Entró por derecho esa madrugada -que fue también una madrugada tranquila y sin sobresaltos y que se ciñó al guión previsto- cuando las hermandades de la tarde ya estaban de regreso en sus templos, cuando ya pasada la medianoche el palio de la Esperanza a los sones de Soledad franciscana buscaba la Alameda para regresar a la castrense. En la plaza de la Iglesia, a esa hora, hacía ya tiempo que esperaba la gente al Señor de La Isla, siempre fieles a su cita, fieles a la tradición. Y la noche ofrecía el animado ambiente que la hace tan popular. La hermandad del Nazareno, dentro del templo, ultimaba todavía los preparativos del cortejo para echarse a la calle en uno de los momentos más esperados de toda la Semana Santa y para volver protagonizar de nuevo una madrugada excepcional.

Y el Nazareno, Regidor Perpetuo de la ciudad, volvió a hacerlo. Dio a La Isla lo que esperaba, una noche llena de mecíos, marchas y tradiciones que se repiten cada año en las primeras horas del Viernes Santo: esa salida aclamada por el público, ese Cristo en la rampa de la Iglesia entre los aplausos de la gente, el foco que ilumina la fachada de la Iglesia Mayor y que proyecta la sombra de la devoción más popular de La Isla... Aunque también esta vez hubo novedades: la nueva túnica bordada que estrenaba la talla del Nazareno, con un dibujo asimétrico de cardos, ofreció una imagen bien distinta -y tanto- de esa clásica estampa que forma parte de la estética visual de esta cofradía, de ese Nazaren de siempre con su túnica de cola. Pero, sin duda, la llamada túnica 'de los niños' es un acierto, uno de los grandes estrenos de la Semana Santa y una verdadera obra de arte de José Muñoz Moreno y los talleres isleños Virgen del Carmen.

Acompañó también a la imagen del Nazareno en los primeros tramos de su recorrido procesional y de su paso por la Carrera Oficial la alcaldesa, Patricia Cavada, que en la misma mañana del Jueves Santo había refrendado la vinculación de la ciudad de San Fernando con su Regidor Perpetuo al hacerle entrega del bastón que procesionaría a sus pies por la noche.

La salida -¡qué duda cabe!- fue uno de los grandes momentos de la madrugada. Pero también su paso por la Carrera Oficial y su recorrido por el centro, que este año además se estrenaba subiendo por la calle Hemanos Laulhé -el lateral del Ayuntamiento- y por Cayetano del Toro para evitar Las Cortes.

Los momentos que la hermandad regaló a su paso por Carrera Oficial y la plaza del Rey fueron únicos y arrancaron más de un aplauso. La agrupación musical Virgen de las Lágrimas estuvo verdaderamente brillante. Sonó potente y con fuerza. Tanto que resultaba difícil escuchar a la banda del palio de la Virgen de los Dolores mientras avanzaba por la calle Real con toda la candelería encendida. Hasta pasadas las cuatro de la madrugada no dejó atras la Virgen los palcos de la calle Real para adentrarse en el corazón de La Isla.

Gustó el empaque que esta antigua y señera hermandad mostró en su recorrido procesional, esa puesta en escena de su cortejo, sus secciones de hermanos con la característica túnica morada y sus cirios en alto iluminando la calle Real mientras el paso se adivina a lo lejos y se hace esperar, sus destacadas insignias, sus clásicas bocinas, su cuerpo de acólitos... Todo fue de lo más cofrade.

Y la larga noche culminó con una multitudinaria mañana de Viernes Santo, cuando un numeroso público acompañó a los pasos de esta hermandad en los últimos tramos de su recorrido: desde Ancha, por las curvas de Capitanía, la subida de la calle Real... La recogida, a las diez de la mañana, puso el punto final a una velada realmente pletórica y abrió la jornada del luto y la austeridad, el Viernes Santo, la última tarde de procesiones, que en unas pocas horas daría nuevamente comienzo. Atrás, sin embargo, quedaba otra madrugada más para la historia.

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