Diario de Pasión

Los silencios volvieron a llenar el Humilladero

  • La hermandad de Las Angustias devolvió a los jerezanos la vista del pendón de los Siete Cuchillos y del antiguo manto de la Virgen

Hubo que rezar, esperar y mirar al cielo. Sobre todo esperar. Una rutina que ya es cansina cada Semana Santa y de la que no escapó la hermandad que cierra le Domingo de Ramos por la Carrera Oficial.

La cofradía del Humilladero acató las órdenes del Consejo y retrasó su salida 45 minutos para adaptarse así al 'hilo témpore' de la jornada inaugural de la Semana Santa en lo que a continuidad en Carrera Oficial se refiere.

Por el antiguo Humilladero todo fue sosiego y contrapunto del Domingo de Ramos, como diría un clásico. Domingo de silencios y negruras; de recogimiento y de voces blancas entonando el Stabat Mater, signos que fueron recibidos ayer inherentes a este día y sitio donde antaño se decía adiós a la ciudad no sin antes encomendarse a la Virgen.

Con alegría acogió el público que llenaba la plaza dedicada la Dolorosa que habita en la pequeña capilla que es el verdadero santo y seña del lugar. Alegría por ver abrirse las puertas del templo en una tarde en la que todo pudo no haber sido por cuenta de la climatología.

Enhiesto, el fiscal de Cruz de Guía marcó el paso lento pero constante de una hermandad que tras la Semana Santa nos volverá a presentar su impronta por las calles pero con otro tono cuando el 20 de abril señale uno de los 'encuentros' del Via Lucis mariano que por el Año de la Fe organizan las hermandades.

Pero ayer fue Las Angustias de siempre, la que tenemos guardaba en nuestras retinas. La del impresionante y precioso cortejo de negro y tiniebla, salpicado de presidencias señaladas por un rico altar de insignias en el que volvimos a ver, para satisfacción de todos, el pendón de los Siete Cuchillos, el estandarte más antiguo que procesiona en Jerez y que este año ha sido felizmente consolidado para muchos domingos de ramos más.

Los puntiagudos capirotes fueron arañando la tarde caminando con su penitencia calles adentro, racheando el paso la 'gente de abajo' al mando de Quino Bernal, costaleros de vocación y convicción que miman al extremo las formas con las que Las Angustias visita la ciudad. Paso largo y de frente para un misterio que es historia misma del Jerez cofrade.

Otra novedad fue que la Virgen vistió otra vez, después de trece años, su antiguo manto de finales del siglo XVIII bordado que también ha sido restaurado, luciendo una nueva saya y el perfilado bordado en oro de los faldones.

Cofradía y penitencia con mayúsculas para un Domingo de Ramos que no se puede entender en esta tierra sin los silencios, rigor y belleza cofradiera de los del Humilladero.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios