Jornada en los templos En la mañana del Jueves Santo miles de ciudadanos visitaron las sedes de las hermandades de la Madrugada

Entre paraguas y esperanza

  • La división de opiniones sobre la túnica del Gran Poder, el exótico exorno floral de la Esperanza de Triana y la evolución del clima marcaron el ambiente matinal de las hermandades de la Madrugada

Miguel Alcalá es un pintor y escultor francés, aunque su nombre no lo corrobore. Este año, como viene haciéndolo desde hace muchos, volverá a Sevilla para realizar la estación de penitencia con su hermandad de siempre, los Gitanos. Encarna Chacón, secretaria primera de la hermandad, aclara que "además, en esta ocasión el francés portará el libro de reglas".

La de Alcalá es tan sólo una de las 1.800 historias -o de las 1.800 papeletas de sitio repartidas hasta ayer por la mañana en la hermandad- que podrían haber servido de ejemplo para narrar el fervor que miles de fieles prestan a esta cofradía y a las otras cinco con las que comparte escenario en la Madrugada, y que en la mañana de ayer guardaron pacientemente en largas colas su turno para poder ver a las imágenes que por la noche debían salir.

A pesar de los malos augurios sobre la evolución del tiempo a lo largo de la tarde, los que esperaban a las puertas del Santuario de la Salud y Angustias lo tenían claro: "Esto es una tradición, todos los Jueves Santos por la mañana tengo el recorrido programado", decía José Luis Gómez mientras abría el paraguas. Y es que tanto aguacero provocó el efecto contrario al habitual y fueron muchos los devotos que salieron en masa a visitar los templos ante la posibilidad de no poder disfrutar de los cortejos en las calles durante la Madrugada.

Otro de los efectos colaterales del mal tiempo fue la escasez de mantillas. Pocas fueron las que se animaron con esta indumentaria, lo que llevó a que algunas la tuvieran que "dejar colgada en el armario", comentó apenada Carmen Ruiz, devota del Gran Poder, que dijo ser es la primera vez en 20 años que no ha podido lucir la mantilla. Para otras, como Inmaculada Suárez, 24 años, ésta era la primera vez que se la ponía. En el interior de la Basílica del Gran Poder, la joven de San Lorenzo afirmaba que "más que por mí, lo hago porque a mi madre le hace ilusión. Ella siempre la usaba el Jueves Santo, ahora me toca a mí. Es una manera de mantener la tradición".

Si larga era la fila de espera en la calle Verónica, en la plaza San Lorenzo la cola se desviaba hacia Conde de Barajas en su confluencia con Jesús del Gran Poder, alcanzando a medida que avanzaba la mañana unas dimensiones aún mayores. Aquí, y en los aledaños de aquellos templos donde más larga se hacía la espera, las sillas plegables fueron una de las notas predominantes de la jornada. Con chaqueta y corbata ellos y con vestidos negros ellas, un grupo de devotos del Señor de Sevilla guardaban el sitio en San Lorenzo. Decían llevar 45 minutos esperando "y qué manera más cómoda hay", exclamó uno de ellos.

"Creo que este año hay más gente porque la polémica de la túnica ha atraído a muchos curiosos", decía Isabel, mientras miraba insistentemente el reloj para ver si antes del mediodía podría ver a la Macarena. Poco a poco, la fila avanzaba y el debate preferido era: túnica de los Cardos o túnica lisa.

Emilia Vicente tiene 80 años y, fuera de la cola que daba acceso a la Basílica del Gran Poder, se lamentaba de no poder esperar de pie tanto tiempo. Vecina del barrio de San Lorenzo, recuerda con emoción aquellos años en los que el Gran Poder pasaba por Trabajo. "Era verlo de espaldas y parecía que veía andar a un hombre de carne y hueso". Emilia opta por la túnica lisa "con la que siempre lo vi, excepto en algunos actos de la iglesia que sí llevaba una túnica bordada. Creo que el estilo de andar del Gran Poder se pierde con una túnica que pesa más". A Enrique Gordillo tampoco le resulta adecuada "porque si Jesucristo pudiera hablar diría: 'Soy humilde y no quiero ostentación alguna".

A pesar de las opiniones contrarias a que el Gran Poder procesionara con la túnica de Los Cardos, lo cierto es que también son muchos a los que, según el hermano mayor de la cofradía, Enrique Esquivias, "les ha parecido bien, porque piensan que de cualquier forma el Señor está estupendo. Lo que pretendemos es que muchas generaciones que no conocían al Señor con túnica bordada puedan hacerlo".

Por la calle San Luis cientos de insignias de color verde -verde esperanza- pululaban. Entre la multitud, más espesa cuanto más próxima estaba la Basílica de la Macarena, Esther y Jessica, estudiantes Erasmus, reconocían estar algo desconcertadas: "Después de una hora hemos logrado entrar a ver a la Macarena y aún hay gente que llegaron a la fila poco después que nosotras y no han entrado". Una fila que desde primera hora de la mañana ya llegaba a la Plaza del Pumarejo. En la puerta, Agustín Bello-Conde, mayordomo del Rosario, quien cifró en 2.900 las papeletas de sitio repartidas este año y añadió que "algunas aún las estamos repartiendo entre los hermanos de otras ciudades y países que no han podido recogerla antes".

Al otro lado del río, otra Esperanza, la de Triana. Una auténtica riada humana colapsaba la calle Pureza de principio a fin. Entre los afortunados -además de los bares de la zona, a reventar de clientes- que pudieron traspasar el dintel -eso sí, tras hora y media de espera-, Carlos Villafuente, "un apasionado del Cristo de la Tres Caídas y de Nuestra Señora de la Esperanza", a quien el llamativo exorno floral de la Virgen le ha gustado porque "sigue la línea que la caracteriza". Aunque no por habitual dejaron de resultar menos llamativos sus cuatro tipos de flores exóticas (calas, orquídeas, delfinio rosa y jazmín).

Es también el Jueves Santo para las personalidades de la sociedad sevillana el momento de mostrar su devoción a las cofradías de la Madrugada. El alcalde de Sevilla acudió a algunas de ellas -a la capilla de los Marineros no pudo asistir, pero mandó un ramo de flores para la Virgen-, el cardenal arzobispo Amigo Vallejo tenía programada su presencia en todas ellas y cita obligada fue para la Duquesa de Alba la visita a los Gitanos debido al vínculo especial que mantiene con la hermandad.

En el Silencio, la cola daba la vuelta a la iglesia de San Antonio Abad. En el interior, el presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla y el de la Confederación de Empresarios de Andalucía observaban con detenimiento la imagen de Jesús Nazareno y la Virgen de la Concepción. Momentos antes, la hermandad recibió de parte del Colegio de Abogados, como es tradición, el bastón de mando de la Inmaculada (patrona del Colegio), que fue colocado a los pies de la Virgen. También en San Antonio Abad la evolución del clima era el tema que más preocupaba. "Qué pena si el azahar que porta la Virgen en el paso no pudiera olerse en la Madrugada", se lamentaba un hermano mientras contemplaba la imagen de la Virgen de la Concepción con toda la candelería encendidas.

"Una mañana como ésta se vive con dolor de cuello, de tanto mirar al cielo para ver cómo está el tiempo", comentaba el diputado mayor de gobierno del Calvario, Jesús Segura, cuando explicaba cómo sentían pasar el tiempo en una jornada lluviosa de Jueves Santo. El ambiente de preocupación se alternaba en el interior de la parroquia de la Magdalena con el calor de una cofradía en la que "todos nos conocemos porque aquí todos somos una familia".

En el templo de la calle San Pablo estaban todos, desde uno de los hermanos más antiguos que sigue haciendo estación de penitencia, Manolo Huelva, hasta las generaciones más jóvenes como Nacho Camacho, 18 años, y José Antonio Herrero, 23 años, quienes, como buenos cofrades, afirmaban que hasta el último momento no perdían "la esperanza de salir en procesión".

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