San roque

San Pedro se llena al paso del Señor de Las Penas

  • El paso de Jesús con la cruz al hombro luce un manto de exquisito bordado. El palio huele a jazmín y a rosas.

Son las seis de la tarde. Plaza de San Pedro. Queda media hora para que llegue el Señor de las Penas de San Roque y  este céntrico lugar es una de las opciones preferidas por familias enteras para esperar la procesión. Sentados en sillas plegables el cansancio de los pies se diluye para los mayores. No se cabe en San Pedro. La calle Imagen también está llena.

Es el día de los más pequeños. En carritos, a hombros o de la mano de sus padres. “Cierra ya la puerta Antonio”. Obediente al grito de su mujer, un espectador paciente se coloca ante una cola de personas dispuestas a cruzar entre la multitud. Las sillas y los carritos sirven de muralla ante las filas de los nazarenos, para evitar los ríos de gente que se forman en San Pedro.

El primer paso de San Roque, el Señor de Las Penas, ya llega. Algunos niños se cuelan entre la multitud para colocarse en primera línea. Quieren pedir caramelos y estampitas a los nazarenos. El público, que   aguarda desde hace una hora para conseguir el sitio más cercano a los pasos, perdona a estos pequeños intrusos.

Los móviles y las cámaras se activan para grabar la estampa. La tarde cae y la suave brisa se agradece. “¡Mira el manto!” dice un padre a su hijo pequeño que sostiene en brazos. Se refiere a al exquisito bordado que luce el Padre Jesús de las Penas en su manto.

Terminan los antifaces morados y llegan los verdes  que anuncian la llegada de la Virgen de Gracia y Esperanza. Jazmines y rosas blancas adornan el palio. La velas aún están apagadas por San Pedro.

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