Domingo de Ramos

Las horas recuperadas

  • El inicio de la Semana Santa se salva gracias al retraso de una hora en las salidas de las cinco cofradías

  • Gran cantidad de público a lo largo de los recorridos durante la tarde

El Domingo de Ramos hizo caso omiso al adelanto horario. La hora que perdió el día a las dos de la madrugada, que fueron las tres, la recuperaron las cofradías desde el inicio de la jornada, que no fue a la una y media de la tarde como estaba previsto sino una hora después. Una mágica hora que permitió cambiar el concepto de un día que peligraba a tenor de las nubes y la lluvia en ocasiones intensas a las primeras horas de la mañana a una jornada de alta intensidad cofradiera.

Pasaba el mediodía cuando el Consejo anunciaba que las cinco hermandades del Domingo habían decidido retrasar una hora la entrada y tránsito por la carrera oficial; a raíz de ahí, cada hermandad decidiría lo que considerara oportuno a tenor de los diferentes partes meteorológicos que entonces se manejaban y que no daban tranquilidad absoluta en la calle hasta la franja de las seis de la tarde. Y paulatinamente, las juntas de gobierno fueron anunciando que retrasaban una hora sus salidas procesionales, manteniendo -por tanto- intacto el Domingo de Ramos pero sesenta minutos más tarde. Una hora, dicho sea de paso, que muchos aprovecharon para solucionar el enigma de en qué momento parar para el almuerzo.

A partir de las dos y media de la tarde, por tanto, la Semana Santa volvió a abrir sus puertas desde la parroquia de San José; palmas por la Avenida, aunque la nostalgia haga recordar los soleados domingos en la Alameda. Extramuros se reivindica con fuerza en el inicio de la Pasión como la zona de la ciudad a explotar por parte de las hermandades, a pesar de los todavía incrédulos. Borriquita camina hacia el casco histórico en unas maneras mucho más normalizadas que el año anterior, asentándose la hermandad en este nuevo Domingo de Ramos que vive desde que dejó el Carmen. Y luego el Despojado, también desde extramuros, también desde la Avenida -este año, al fin, cortada al tráfico en su totalidad para el tránsito de cofradías-.

El Domingo de Ramos le debe mucho al Despojado, que se ha convertido en talismán de la jornada. Diez salidas cumplían ayer los cofrades salesianos, que aún no han probado las hieles de una no salida. Sí saben lo que es jugar con el reloj para esquivar el riesgo de lluvia, interrumpir su estación tras cruzar la Catedral, lloverle agua mientras regresan, variar el itinerario por el fuerte viento... Pero por ahora la hermandad más joven de la Semana Santa no conoce un Domingo de Ramos en casa. Diez de diez; y que siga la racha.

Con extramuros despidiendo a sus hermandades, el casco histórico cobra total protagonismo conforme avanza la tarde. Y si ayer había alguna protagonista en la ciudad era la nueva carrera oficial que se han dado de forma experimental las cofradías este año. ¿Cómo fue la prueba en esta primera jornada? Opiniones habrá para todos los gustos, pero de forma generalizada sí se podrá reseñar que San Juan de Dios no ha enganchado por ahora al público -pese a que no se estaba nada mal en la plaza y sí había bastante gente detrás de las sillas- y que posiblemente haya faltado por parte del Consejo algo más de 'cariño' en la presentación de este itinerario común a todas las hermandades: faltaron vallas en San Juan de Dios para delimitar el camino de los cortejos procesionales, faltó cubrir las plataformas levantadas para que la televisión lleve la Semana Santa a los hogares de la ciudad, y sobraron los mismos errores y defectos que vienen heredados de la anterior carrera en zonas como Catedral, Santiago, Candelaria o Palillero.

Tampoco funcionó, como de hecho era previsible, el cruce de hermandades por la plaza de San Juan de Dios; llegó a haber un momento en que hasta tres cofradías (Penas, en carrera oficial, Despojado y Cena) estaban transitando por este punto, cada una con su correspondiente acompañamiento musical, lo que hacía difícil disfrutar con alguno de los momentos.

Con la salida de Humildad y Paciencia a las ocho y diez de la tarde -quien diría hoy en día que una cofradía planta su cruz de guía a esas horas en la calle un Domingo de Ramos- se ponía en escena, entre la plaza de Candelaria y la de San Agustín, toda la jornada, con sus ocho pasos recorriendo la carrera oficial y regalando estampas curiosas. Qué buen cartel para 2019 será el paso de Las Penas parado camino de Nueva con la Casa de las Cadenas de dosel, por ejemplo.

De todo lo que acontecía en la ciudad fue testigo ayer una enorme cantidad de público; miles de personas que llenaron cada punto por el que una cofradía transitaba, desde Salesianos a San Lorenzo, de San Agustín a José del Toro. El Domingo con mayúscula llamaba a la contemplación, a disfrutar de las hermandades, a vivir con intensidad esas horas recuperadas que a primera hora de la mañana estuvieron pendientes de un hilo a causa del riesgo de precipitaciones. Y el público respondió, haciendo bastante complicado el andar por determinados puntos y a determinadas horas, especialmente en el entorno de San Juan de Dios y Canalejas.

Y es que todo el Domingo de Ramos pudo lucir con sus mejores galas. Desde los pasos ya hechos (como el de Humildad) y rehechos (como el de Borriquita) a los que están en proceso (Despojado, Penas y Cena), desde la música de Polillas a las de los estilos clásico, de Cigarreras o de Tres Caídas; desde los montes clásicos de claveles a los cada vez más cuidados exornos florales que en los misterios de Borriquita y Cena apostaron ayer por el colorido. En los palios, por su parte, se sigue imponiendo la flor blanca, muy originalmente dispuesta en el paso de la Virgen de la Caridad.

Eso sí, conforme empezaba a caer la noche la retirada era igual de masiva, haciendo mucho más cómodo presenciar una cofradía en cualquier punto, promovido en parte por las bajas temperaturas que marcaron la jornada y que se acrecentaron con la pérdida del sol.

El día fue de menos a más en lo que al tiempo se refiere. Las nubes fueron perdiendo la batalla con el sol conforme avanzaba la tarde. Y si en la salida de Borriquita el público soportaba estoicamente el paso del cortejo por una inhóspita Avenida donde el viento declaraba la guerra a capas y antifaces y el frío se hacía difícilmente soportable, en la de Humildad se disfrutaba de la majestuosidad del palio de Amargura completamente encendido. Una delicia para rematar el día que le devolvió a Cádiz la hora que le había robado el reloj la madrugada anterior.

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