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El monumento que tuvo el Jueves Santo

  • Una crónica de hace 75 años describía la valía del altar del Santísimo que concibió Torcuato Cayón en 1780

Reproducción del boceto del monumento de la Catedral.

Reproducción del boceto del monumento de la Catedral.

Hasta hace unas décadas, en el interior de la Catedral se levantaba un imponente monumento en el que se honraba al Santísimo durante la jornada del Jueves Santo. Monumento que era valioso tanto por su perfil histórico como la labor artística conseguida. Una crónica de Diario de Cádiz de 1943 describe así ese altar:

"El monumento fue trazado por don Torcuato Cayón y fijó su costo en 2.000 pesos en el año 1780, pero excedió según documentos de la época en mucho su valor. Es de madera y lo pintó, imitando ricos y variados mármoles, con las bases y capiteles de sus columnas doradas, don Nicolás Ruiz, que ajustó la obra de pintura en 50.000 reales de vellón". Además, llevaba el monumento unos bajorrelieves que realizó el pintor de cámara del infante Antonio Pascual de Borbón en 1782 y que representaban pasajes de la vida de Jesús.

Explica la crónica que ese monumento se levantaba cada año "aisladamente en el crucero del lado de la epístola" -delante de la puerta que comunica con el denominado pasaje del obispo- y que constaba "de dos cuerpos que se elevan sobre un gran basamento cuadrangular". "Desde los dos tercios laterales de su frente principal, en sus costados y espaldas hay un orden de escalinatas interrumpidas por macetas bellísimas resguardadas por una elegante balaustrada", seguía explicando la crónica.

"El primer cuerpo es de orden corinto y en el centro está la urna en la que se deposita la Sagrada Hostia consagrada el Jueves Santo. El segundo cuerpo es un ático arreglado a buenas proporciones, rematando con un cupulino que recibe la estatua de la Religión. En los pilaritos que sirven de apoyo a la balaustrada y encima de unos pedestales cilíndricos dispuestos al efecto en los ángulos del primer cuerpo entre sus columnas tiene estatuas de ángeles, niños y mancebos con atributos de la Pasión, alternando con algunos flameros y en el banquillo del ático las de los profetas", seguía detallando el artículo, que recogía que este monumento que se levantaba en la Catedral "es muy justamente elogiado por cuantos con conciencia de su valor artístico e histórico lo visitan".

Así se describía hace apenas 75 años la valía de un monumento que desapareció en el tiempo y que en la actualidad ni se instala ni se conoce su paradero (salvo algunas de esas piezas que sí se siguen conservando). En aquel año 1943 en el que se publicó esta crónica del monumento era presidente de la Junta Oficial de Procesiones "el señor Serrano Cid", que destacaba el ambiente "cargado de entusiasmo", el "marco de devoción y de fe" o "el lujo y la exquisita presentación de las cofradías". Y en la crónica se ponía especial énfasis en los oficios que se celebraban en la Catedral, de los que se destacaba el "inusitado esplendor" previsto para ese año 1943.

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