Cuaresma

Surcando los mares de la Semana Santa

  • Juan Carlos Torrejón regala un pregón en clave marinera en el que tiene muy presente a cofrades fallecidos recientemente

  • La música fue protagonista del acto

Juan Carlos Torrejón, durante su pregón.

Juan Carlos Torrejón, durante su pregón. / Jesús Marín

No son pasos, sino navíos; no son procesiones, sino travesías; no hay grandes pasos de misterio, otras veces llamados barcos, sino galeones. Y alrededor de todo, una pleamar de fervor. Con estos términos marineros anunció ayer la Semana Santa de este año el pregonero, Juan Carlos Torrejón, sobre el escenario del Gran Teatro Falla. En una intervención que duró hora y media, el abogado gaditano levó las anclas de la inminente Semana Santa deteniéndose en cada puerto donde radica una hermandad gaditana. Un muy marinero pregón que comenzó y finalizó en verso y que mencionó a un buen número de cofrades, sobre todo de los que recientemente han fallecido.

Fue el de ayer un acto que vio -afortunadamente- recortado su inicio, con una escueta actuación del presentador del acto, Juan Manzorro, e rezo del Ángelus por parte del obispo, Rafael Zornoza; y un pequeño concierto a cargo de la Filarmónica de Conil que conjugó los sentimientos del pregonero (al interpretar Piedad, de López Juarranz) con la historia de la música procesional (interpretándose Soleá dame la mano en el año de su centenario) y la más reciente actualidad (al sonar también Saeta gaditana, estrenada el pasado martes) y que dio paso a una brillante presentación por parte del pregonero del pasado año, Juan Mera, que volvió a dar muestras de su dominio de la escena y de sus buenas maneras con la escritura.

Eran, por tanto, las doce y media del mediodía cuando Torrejón subió al atril para poner de relieve la "pleamar de fervor" con la que definió insistentemente ayer la Semana Santa gaditana. Y varias fueron las claves de su intervención.

La más novedosa, posiblemente, fue la complementación de música y voz durante su texto. Hasta en tres ocasiones conjugó ambos factores: en una primera interpretando Virgen del Valle con piano y saxo (mientras él dedicaba versos al Cristo de la Buena Muerte), en una segunda con parte de la banda del Rosario interpretando la marcha Evocación mientras el pregonero hablaba del Cristo de la Misericordia (en un pasaje que costó trabajo oír por la sonoridad de la banda); y en la tercera, con la que acabó el pregón con la banda de Conil en el foso interpretando Piedad y cuadrando a la perfección la poesía y la música.

Tres guiños musicales con el que el pregonero quiso poner de relieve algunos momentos de su pregón y que se unen a otros guiños que se extraen de su texto. Como el hecho de empezar el recorrido cofradiero con los extramuros de la ciudad (empezando por la hermandad de Las Aguas y siguiendo con Despojado y Borriquita). O como el hecho de acordarse de un buen número de cofrades; lo hizo, especialmente, de aquellos personajes en cierto modo anónimos que han sido partícipes de la Semana Santa o de las cofradías, como José María García Marabot (cruz de guía de Las Penas), Manuel Sanz Duvidú (manigueta del Perdón), Manuel Jiménez El Abuelo (cargador de Siete Palabras), la Uchi (popular personaje de la Viña y devota de los titulares de La Palma) o José Luis Formantín (cargador de Sentencia). Y también recordó a conocidos cofrades ya fallecidos (Ángel Gutiérrez, Enrique Láinez, Manolo Pampará, José Luis Ibáñez, Pablo Chaves, Manolo Garrido, Ramón Domenech, Evelio Ingunza, Melquiades Brizuela, Manolo Montero, Emilio López, Ana Chulián, Felipe Madrazo, José María Verdía, Carlos Noguera, Paco Lassaleta, Bernardo Periñán, Isidro Sánchez, Julio Oliva, Jesús del Río, José María Parodi, Pepe Molina y los sacerdotes Salvador Rivera o Francisco Vallejo) y a otros que todavía desempeñan labores en el mundo de las hermandades (entre los que nombró a Manolo Fernández Jaldón, Antonio Barrueco, Manolo Cerezo, Rafael Corbacho, Leonardo Andamoyo, José Luis Suárez, Eduardo Domenech, Pedro Reynoso, Antonio Llaves o Paco Aguirre y a capataces como Joaquín Cortés, los hermanos Martín o Manuel Ruiz Gené).

El mundo de la carga, precisamente, estuvo muy presente durante la intervención de Torrejón, que ha formado parte y sigue formando en la actualidad de diversas cuadrillas en la Semana Santa gaditana.

También tuvo mensajes el pregonero sobre la forma de vivir la fe de los cofrades -"No podemos sobrevalorar nuestras promesas, ofrendas y penitencias y sin embargo no participar como comunidad en la eucaristía dominical", afirmó-, poniendo de relieve la labor social que realizan las hermandades, o dedicados especialmente a la cofradía del Perdón tras su ausencia en las calles la pasada Semana Santa.

La travesía del pregonero de 2018 tuvo sitio también para advocaciones que aún no procesionan en la Semana Santa (como los versos que dedicó a la Reina de Todos los Santos, Dolorosa de la hermandad de La Cena), para el 750 aniversario de la diócesis, para adovocaciones de Gloria (como el Rosario y el Carmen) o para reivindicar un año más desde el atril del Gran Teatro Falla la coronación de la Virgen de las Penas.

A su Cristo de la Piedad -"mi tahonero bendito, mi Señor de Santiago"- dedicó Torrejón los versos finales, acompañados de la marcha de López Juarranz y poniendo así el colofón a un muy marinero pregón de hora y media de duración en el que Juan Carlos Torrejón tuvo presentes a todas las hermandades y a un buen número de cofrades que forman la tripulación de esa "pleamar de fervor" que es la Semana Santa.

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