Diario Cofrade

Nuevas sensaciones

  • La carrera oficial deja abierta la posibilidad de una Semana Santa distinta y mejor 'aprovechada'

  • El mal tiempo afecta a una decena de cofradías

Un paraguas para refugiarse de la lluvia durante la salida, truncada, de Ecce Mater Tua en la madrugada del Sábado Santo.

Un paraguas para refugiarse de la lluvia durante la salida, truncada, de Ecce Mater Tua en la madrugada del Sábado Santo. / LOURDES DE VICENTE

Un cambio que debe dar pie a cambios. La primera piedra del nuevo camino de la Semana Santa. El inicio de un nuevo futuro para los desfiles procesionales. Así finaliza una nueva Semana Santa, una semana distinta de procesiones por lugares distintos y en horarios distintos que deja sobre todas las cosas y las muy diferentes opiniones que cada uno pueda tener, nuevas sensaciones.

Sensaciones para casi todas las hermandades, porque desgraciadamente el primer aspecto que hay que analizar es el meteorológico; el mal tiempo ha vuelto a marcar la Semana Santa, aunque en esta ocasión de manera leve. Sólo hay dos imágenes que han procesionado (Dolores de Servitas, el Viernes de Dolores, y Ecce Mater Tua, en la ya madrugada del Sábado Santo), aunque son dos cofradías las que tuvieron que finalizar su estación en la Catedral (El Perdón en la Madrugada y Expiración en la noche del Viernes Santo) y una tercera la que alteró su itinerario para recogerse antes (Buena Muerte, también el Viernes Santo). El resto de hermandades sí pudieron completar su estación, con el matiz del retraso de una hora en la salida de las cinco cofradías del Domingo de Ramos.

No parece que la carrera oficial vaya a mantener el recorrido de este año

El balance de esta recién concluida -con permiso del Resucitado esta tarde- Semana Santa girará inevitablemente en torno al desempolvamiento de la misma que ha propiciado la iniciativa del Consejo, apoyada por la inmensa mayoría de hermandades, de habilitar de manera experimental una nueva carrera oficial. Ahora llegará, a partir de mañana, el momento del balance, de la discusión, de la búsqueda de conclusiones sobre el nuevo trazado; pero por encima de lo que haya acontecido, el cambio ha supuesto un soplo de aire fresco a la Semana Santa.

En el plano positivo, la nueva carrera oficial ha dado nuevos itinerarios por donde han brillado las hermandades (como por ejemplo la calle Cristóbal Colón en sentido a Nueva, que deja instantáneas impresionantes, como volvió a verse ayer con la urna del Cristo yacente entre los rayos del sol pasando por delante de la Casa de las Cadenas) y sobre todo ha confirmado que en horarios más tempranos, el público responde mejor.

En el lado negativo, por su parte, hay que reseñar los excesivos cruces de cofradías en la plaza de San Juan de Dios, que son del todo antinaturales y no recomendables, tanto en el plano estético y cofradiero como en cuestión de seguridad; o el poco partido que se le ha sabido sacar al nuevo itinerario, manteniendo lagunas de años anteriores (como el ancho pasillo de Catedral, la tribuna de Palillero, el inmenso pasillo de Arquitecto Acero, la fila de sillas por delante de los palco de Palillero, o la facilidad con la que el público se mueve en Candelaria interrumpiendo el transitar de los cortejos) y sumando carencias a la parte nueva (como la complicada maniobra para pasar por delante de la estatua de Moret en San Juan de Dios o el tímido inicio de la carrera en Nueva).

A la espera de lo que las cofradías decidan en los próximos meses, no parece que la carrera oficial de este año sea la que vaya a establecerse como definitiva. Pero el debate de cara al futuro está ya en la mesa; de hecho, cuatro son las opciones que más fuerza han cobrado, a tenor de las opiniones generalizadas: establecer la carrera desde la puerta del Ayuntamiento hasta Palillero, mitad de Novena como este año o Ancha; adelantarla a la plaza de San Agustín para que finalice en Catedral; mantener la que existía hasta este año pero en sentido inverso (de Ancha a Catedral) mejorando así los horarios y, con ello, propiciando mayor público en las sillas; o mantener sin cambio alguno la carrera que existía hasta 2017.

En paralelo al cambio de carrera oficial vuelve a ponerse de manifiesto la actual configuración de la Semana Santa y la necesidad, o no, de que se afronte la posibilidad de cambios de día en algunas de las jornadas. El primer foco de atención en este sentido es la Madrugada del Viernes Santo, que oficialmente sólo tiene a una cofradía en nómina (El Perdón) pero que en la práctica eleva el número hasta cinco (ya que El Huerto se recoge a las tres de la Madrugada, Descendimiento y Nazareno a las cinco, y Medinaceli a las cinco y media). La configuración de este año de un Jueves Santo largo con seis hermandades y con procesiones desde las cinco de la tarde hasta las diez de la mañana del Viernes fue un atractivo más que suficiente para llenar la ciudad hasta bien entrada la noche. El Jueves y Madrugada fue con diferencia cuando más público se congregó en el casco histórico, y eso que el Viernes, el Miércoles y el Domingo de Ramos también había muchísima gente siguiendo a las cofradías.

La jornada que quizá sí más refleja una mayor urgencia en la búsqueda de soluciones es la del Viernes Santo, que con tres cofradías en la calle que además inician sus caminos algo tarde (a las seis y cuarto). Es contradictorio que el Viernes Santo sea uno de los días con más público en las calles y el de menos cofradías. Una lástima.

Todos estos cambios y análisis deja tras de sí la Semana Santa recién finalizada, como el reguero de salpicones de cera que deja en el suelo una cofradía cuando pasa. Entre lo mejor que queda de 2018 están los exornos florales, especialmente en los palios, o la calidad musical que en líneas generales (salvo dos o tres excepciones) se ha disfrutado. Y entre lo peor, un año más y con tintes cada vez más preocupantes, vuelve a destacar el público, que cada vez se aleja más de lo que busca una cofradía cuando sale a la calle. Y la calle, por este año, ha finalizado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios