antonio álvarez del pino. pintor

"Echo de menos que se apueste por la cultura contemporánea"

  • El artista considera que las cofradías están "ancladas en el barroco" a la hora de encargar insignias o carteles para anunciar la Semana Santa

El pintor Antonio Álvarez del Pino, en su exposición en la que analiza la anatomía del Cristo de la Buena Muerte.

El pintor Antonio Álvarez del Pino, en su exposición en la que analiza la anatomía del Cristo de la Buena Muerte. / lourdes de vicente

La pintura es una expresión artística menor dentro de la Semana Santa gaditana, en la que el protagonismo en los cortejos recae en la imaginería, la orfebrería y el bordado. Ante esto, los pintores de la ciudad que se atreven a entrar en el mundo cofrade sólo encuentran un pequeño reducto en la cartelería y en algunas insignias secundarias.

En su pequeño estudio de la calle Torre, Antonio Álvarez del Pino cuenta con pasión su amor por su oficio. Un mundo, el de las cofradías, que ha probado con obras como las pinturas del techo del palio de María Santísima de la Salud de la cofradía de Sanidad que realizó en 2007, la renovación anual del paño de la Verónica de esta misma corporación o el cartel de la Procesión Magna de 2012, lo que le permitió abrirse un poco de camino en un mundo un tanto restringido. Por esto, se muestra satisfecho por su aportación. "Siento orgullo por formar parte de ese museo que es la Semana Santa, de haber puesto mi granito de arena de forma modesta porque no soy autor de imaginería, pero en pequeñas dosis sí desfila por las calles mi pequeña aportación que va a quedar para siempre", cuenta Álvarez del Pino.

Sin embargo, este orgullo choca, en cierto modo, con su espíritu creativo y su manera de ver la pintura y lo que puede aportar a esta fiesta religiosa. De hecho, se muestra muy incisivo por el gusto de los cofrades al afirmar que "se mantiene la línea de una tradición de 400 años", por lo que "la pintura la ven como una cosa muy novedosa". "Se le da más importancia al bordado que a una buena pintura. Se dejan llevar por el material. Piensan que un estandarte bordado en oro tiene mucho más valor que una pintura", manifiesta el pintor, poniendo como ejemplo el trato que se le da a esta expresión en Málaga, en donde los artistas, pertenezcan al mundo cofrade o no, se atreven a contribuir a esta fiesta religiosa porque saben que sus obras son "muy valoradas" debido a la tradición que existe en esta Semana Santa.

Por ello, a Álvarez del Pino le encantaría que pintores gaditanos como Cecilio Chaves o Carmen Bustamante también aportaran con sus obras. Sin embargo, reconoce el problema que existe para este aperturismo a personas no relacionadas con el mundo cofrade porque "los pintores no quieren participar porque tienen el prejuicio, en este caso un poquito real, de que las hermandades son reacias a lo moderno y las cofradías están muy ancladas en el barroco". De hecho, asevera que "no entiendo que un cartel de Semana Santa tenga que ser siempre de pintura clásica. Me gustaría que fueran más plurales y que se llamara a pintores más modernos para que crearan un patrimonio de la ciudad", por lo que sentencia que en Semana Santa "echo de menos que las instituciones cofrades apuesten por la cultura contemporánea".

Desde el punto de vista artístico, este hermano del Nazareno del Amor y del Carmen valora la Semana Santa como "un espectáculo plástico", aunque añade que esta consideración "a la gente de las hermandades le da mucho coraje". "No se puede obviar que la Semana Santa es una cosa muy compleja. Es un gazpacho con muchos ingredientes que tiene la parte cultural, la antropológica, la artística y la religiosa".

Dentro del apartado artístico, que este licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla domina a la perfección, destaca que la Semana Santa gaditana tiene "una imaginería extraordinaria" gracias a que "tiene una singularidad que no tiene una Semana Santa tan potente como la de Sevilla, que es el arte genovés". Un hito que se produce gracias al traslado a Cádiz de la Casa de Contratación, que permitió que "una serie de escultores de Génova del siglo XVIII vinieran a Cádiz al rebufo del dinero y consiguieran encargos como el Cristo de la Vera-Cruz o el de Piedad, obras de una escuela que en España sólo la tiene Cádiz". Por este motivo, destaca la riqueza con la que cuenta la capital gaditana con imágenes como las de la Buena Muerte -que considera una "obra cumbre del barroco a nivel europeo"-, Columna, Humildad y Paciencia, Ecce Homo o el Caminito, entre otras.

En cuanto al desarrollo y el patrimonio con el que cuenta la Semana Santa de Cádiz, utiliza la frase de un amigo al afirmar que es "el milagro de todos los años", ya que "es curioso que, con los pocos recursos que hay, que no tenemos un mecenas, el poco ambiente cofrade que se vive en la ciudad y el poco respaldo ciudadano, a lo largo de los siglos ha dado frutos muy interesantes".

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