Lunes Santo

Trío de Reyes

  • Afligidos, Medinaceli y Ecce Homo compartieron el trono de una tarde brillante en la que el Lunes Santo revalidó su título de gran jornada cofrade a pesar de que tuvieron que bregar con un fastidioso viento

EL tripartito cofrade que divide en tres la tarde del Lunes Santo al tiempo que triplica los gloriosos momentos que depara la jornada con mejor fama de la semana -una buena imagen que se ha ganado a pulso, es justo decirlo- tuvo ayer que lidiar con un viento incómodo y fastidioso que estaba empecinado en eclipsar el esplendor inicial de la Semana Santa más prometedora de la última década. 

 

Pero, por más que sopló el Levante sobre La Isla, no consiguió apagar la mecha de un Lunes Santo que prendió con ganas en el Cristo cuando la hermandad de Los Estudiantes -la 'abuela' de las nuevas cofradías por aquello de haber sido la primera de las jóvenes hermandades que se fundaron tras la Guerra Civil- enarboló el estandarte de su 75 aniversario para poner toda su historia en la calle en esa metáfora de fe cofradiera que es su cuidado cortejo nazareno y recordar a La Isla el lema en latín que da sentido a todo: Super Omnia Christus. 

 

El primero de los Reyes del Lunes -Jesús de los Aflgidos- llegó como acostumbra, a los sones de Amarguras, con andares elegantes y abierto el compás, para bajar la calle Ancha al filo de las seis de la tarde y alcanzar el centro de La Isla con su habitual agilidad, tan inusual, por otro lado, en la Semana Santa de esta ciudad. En tan  solo una hora -tal y como estaba previsto y tal y como hizo ya el año pasado- la hermandad plantó la cruz de guía en el palquillo para abrir una jornada de Lunes Santo que todavía, en aquellos momentos, se estaba desperezando tras un intenso y multitudinario Domingo de Ramos. 

 

Apenas pasaban unos minutos de las siete de la tarde cuando Los Estudiantes dejaban ya la Carrera Oficial a los sones de Corpus Christi y enfilaban el camino de regreso a su barrio con sus característicos andares. El Cristo, con las potencias que ya estrenara en el vía crucis del primer lunes de la Cuaresma y que casi parecía que las hubiese llevado toda la vida, enfilaba el primero por Las Cortes y camino de las Capuchinas, rincón cofrade por excelencia del Lunes Santo que ayer recorrieron todas las cofradías del día.  

 

La jornada discurría a una velocidad de vértigo y parecía que devoraba las horas pero todavía quedaba mucho por ver en el centro, todavía la tarde del Lunes Santo tenía que dar mucho de sí, como bien pronto dejó ver el segundo de los Reyes que reina en esta jornada cofradiera. 

 

Acababa de salir entonces de la Iglesia Mayor Parroquial precedido por las primeras túnicas enlutadas que se dejan ver esta Semana Santa y se dejaba acariciar su larga y característica melena por el viento al brillar en la calle Real como nunca antes lo había hecho. 

 

Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, Jesús de Medinaceli, avanzó espectacular sobre un paso de excelente factura que ha conseguido reinventar a la hermandad con un dorado que -¡vivan los tópicos!- ha devuelto a La Isla su añorado, evocado y reiterado Lunes de Oro. 

 

Sobrio y majestuoso, este Rey, sobre su monte de lirios, llevó a La Isla a la plenitud de su gran tarde al avanzar entre los palcos de la Carrera Oficial entre las primeras marchas de cornetas y tambores -todas ellas de corte clásico- que se dejaron escuchar en la Semana Santa isleña y que de tan lejos tuvieron que llegar: de Daimiel, Ciudad Real, era la banda que ayer acompañó al Cautivo.  

 

La salida del Medinaceli -como ocurre cada Lunes Santo- fue el momento cumbre de la tarde. El tirón que desde sus inicios ha tenido esta hermandad, las devociones que arrastra, el sello personalísimo que ha tomado forma en los últimos años... Todo se  plasmó en una brillantísima salida que llenó de gente la plaza de la Iglesia. Otra vez. 

 

Completó la terna triunfal del Lunes Santo el gran misterio de la Semana Santa isleña, el de Nuestro Padre Jesús del Ecce Homo. Pastoreño, cofrade, barroco y efectista, gobernó este tercer Rey del Lunes Santo con aires de Roma imperial, con Pilatos al frente y con ganas de comerse la calle, como hace siempre. La Isla le esperaba. 

La hermandad  fue la última en ponerse en carrera en esta segunda jornada de procesiones que la ciudad abrigó con el entusiasmo del primer día y con  ganas de exprimir al máximo toda la Semana Santa. A las siete salió el Ecce Homo de la parroquia de la Pastora para buscar la calle Real por las curvas de Capitanía, uno de los momentos más típicos de la tarde del Lunes. Al palquillo llegó a las ocho y media, cuando la tarde tocaba ya a su fin y la ciudad se disponía a dar la bienvenida a la noche más cofrade.

 

El trío de Reyes cofrades compartió el trono del Lunes Santo en una tarde realmente memorable que regaló escenas espectaculares que se sucedieron sin apenas tregua -los nazarenos de Los Estudiantes, Requiem al Cautivo por la plaza del Rey, El Romano brillando en Carrera Oficial con marchas encadenadas- y que vino de nuevo a confirmar lo que dice siempre el tópico: la del Lunes, sin lugar a dudas y siempre con la venia del resto de días santos, es una de las mejores jornadas de la Semana Santa isleña al combinar los ingredientes exactos de la mejor receta cofradiera. 

 

El contrapunto llegó con los palios de la Trinidad y la Salud,  las refinadas joyas marianas de una jornada en la que predominan los misterios. De la sobriedad del primero se pasó a la originalidad del segundo. Sus candelerías, sin embargo, sufrieron más que nadie la ventosa tarde de ayer. Y eso que, llegada la noche, el viento pareció bajar y consiguieron verse algunos cirios encendidos. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios